Predilecto

CAPÍTULO 51

ADAM

—Lo mejor será que te tomes unas vacaciones, estás muy estresado y ya nos lo estas contagiando. El equipo no tiene la culpa de nada. 

—que pena Bruno, se aguantan. —me le burlo.

—Pero, es que no puede seguir así la empresa. En Alemania no tienes a una Caroline y las cosas van de maravilla—se exaspera.

—ya te dije, tráela. Y se compone el ambiente laboral, ella es el equilibrio de la empresa y lo sabes, siempre he actuado así, pero ella con sus sonrisas y amabilidad hacía que todos le echaran ganas a esto.

—ya está trabajando, no la voy a sacar de trabajar solo para complacerte. Por eso hay que pensar antes de hablar, escuchar y ser racional pero a ti te vale todo y terminas haciendo un desorden. 

—¡en un trabajo que no le gusta! Aquí ella hacía lo que quería y lo que le gustaba. —golpeo la mesa.

—Eso hubieras pensado antes de ser tan idiota. Yo no la voy a traer. Y si puedo la voy a alejar lo más que se pueda de ti para que te pese más ser un idiota. 

Escucho el elevador y sonrío.

—Tú no, pero ellos sí.

—¿Qué?

Se escuchan voces, es Margot y ella.

 me mira con coraje.

—Soy un excelente negociador. —me pongo de pie y me acomodó mi traje quitando pelusas imaginarias.

—Eres un Cretino.

—Tu favorito. —le guiñó un ojo. 

Salgo y la veo.

Su perfume me inunda las fosas nasales. Su cabello lacio suelto le cubre la espalda y esos trajes tan ella me hacen sentir mariposas, siento como mic road on late y me confirmó que los sentidos tienen recuerdos, porque verla me llena de vida. 

Voltea y me mira.

—Hola. —digo nervioso.

—Hola, Hoffmann, me voy por tres semanas y vuelves locos a mis chicos.

Me quito los lentes y los limpio.

—Un poquito.

Me sonríe.

—Solo vendré por las tardes y solo será cuando pueda.

—tú decides, Caroline. Me tienes a tus pies. 

Asiente y se encamina a su oficina.

me quedó en medio del pasillo viendo como retoma de nuevo su oficina, la he mandado limpiar cada día, esperando este momento. incluso he estado trabajando en ese sitio. 

mi nuevo plan ahora es como la voy a convencer de que se venga de nuevo por completo acá.

los empleados están felices de verla e ignoran mis demandas cuando los regaño por no hacer nada, pero es que tenerla de nuevo le pone de buen humor a cualquiera, a mí no me dirige tanto la palabra, ni siquiera me determina. me siento en paz por fin conmigo mismo después de tres semanas, sé que no supe cuidar mis palabras y he cargado con eso desde ese día, sin embargo las terapias me han ayudado. 

Bruno esta molesto y no me importa nada de eso. 
 

 

 

Han pasado dos semanas desde que Cooper llegó las cosas han ido más relajadas de lo esperado y eso me genera tranquilidad ya he comprendido que ya estoy en una edad en la cual ya debo de ver la vida positiva, incluso  hoy tengo una sesión de fotos, me preguntaron si vendría una pareja y negué. Después de tanto tiempo mi cara por fin saldrá de nuevo en los medios. 

Extraño las fotos que ella tomaba en los momentos indicados, cada una de ellas las recuerdo. Es una excelente fotógrafa, me imagino que fue un talento heredado por su madre. 

Regresó a la empresa, pero como colega, no ha dejado que me acerque más de lo estricto Y eso me tiene mal, eso y los dolores de cabeza y mareos, fui con el oftalmólogo y tengo la vista bien. Tal vez un poco cansada, así que ahora no uso mucho el computador, ni diseño, mi vista y mis manos son mi herramienta de trabajo Por lo que no deseo dañarlas tanto. Sé que es el estrés que tengo por todo. 

La fotógrafa coquetea conmigo, Kenya, Se llama. Es bonita, tiene el cabello marrón lacio y sus rasgos faciales entran en los estándares, Ahora que tengo la vista despegada del celular la detallo, viste despreocupada con una camisa de cuadros negros y blancos desabrochada y unos jeans rotos. 

—Es muy apuesto, con todo respeto. —dice antes de tomar la foto.

Sonrío y asiento.

—esa foto salió perfecta.

Vuelvo a asentir.

—¿saldría conmigo?

—porque no.

En ese momento entra Caroline Y siento que la glucosa me llega a ceros. pero algo de mí quiere ponerla celosa, no sé para que. 

—lamento interrumpir. —no sonríe. 

—No se preocupe, ¿Qué pasa? —la miro orgulloso.

—Nos vemos mañana. Te deje los documentos con Margot. 

Asiento y se marcha.

—Creí que no trabajaba para usted, ya sabe todo lo que se hablo de ella.

asiento.

—Aunque después los medios hicieron un total cambio de lo que se hablaba de ella.

vuelvo a asentir.

—Alguien debió pagar por que se dejará de hablar tan mal. 

asiento por tercera vez.

Después de una larga sesión de fotos y de elegirlas, Kenya y yo salimos a cenar.

Ella va hablando de su trabajo y de cuánto le gusta, yo solo escucho.

Llegamos a un restaurante de su preferencia.

No se calla, en verdad, las mujeres siempre tienen temas de conversación, de todo tipo. y comienzo a arrepentirme. «No, no es Ella la Que está mal eres tú queriendo que sea otra la que habla hasta por las rodillas»

Nos traen nuestra cena y comemos en silencio.

Estoy en mis pensamientos cuando veo una blusa color azul pastel, es ella y esta con Francis.

Suspiro fuertemente.

Ella agacha su cabeza, pero tiene una hermosa sonrisa.

Una sonrisa que ya no me dedica a mí Y eso duele más que cualquier indiferencia que haya recibido en la vida, que cualquier palabra, o cualquier cosa. 

 

 

 

 

 

 

 




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