Predilecto

CAPÍTULO 66

CAROLINE.

 

Nos fundimos en el abrazo, me dijo que me amaba, después salió de la habitación.

Decir te amo no es fácil y menos cuando no lo recibiste en la parte más importante de tu vida y mucho menos cuando a la única persona que has amado de todas las formas y en todos los aspectos es a la que ves día con día al espejo. Tampoco es fácil amar, pues el amor es algo que se va formando y que se aprende. Nadie nace sabiendo nada y el amor no se exenta y no, el amor no es perfecto, también suele tener imperfecciones, lo que lo diferencia es que con todo e imperfecciones trata de ser mejor. Se lucha por un beneficio más allá de lo que creemos que el amor es capaz de luchar, pues quién ama tiene la responsabilidad de sí mismo y en infinitas ocasiones se convierte en dos responsabilidades, pero con un mismo objetivo.

Adam Hoffman, es un hombre que es maravilloso, pero que dejo que la opinión de los demás formaran su identidad. Y yo, bueno yo amo a ese hombre y agradezco haberlo encontrado.

Es como aquel libro empolvado en una tienda de antigüedades, todo el mundo lo ignora, prefieren pasar de largo y ver esos cientos libros con portadas blandas o gruesas, pero con pésima calidad, esas portadas llamativas.

Pero un día alguien hace sonar la campanilla del local, el dueño se alisa la ropa y espera que ese alguien se lleve un artículo.

Caminas por los pasillos y ves de todo, te diriges al librero y ves en la esquina aquel libro, sacas tu servilleta y con cuidado le quitas las capas de polvo, y conforme se limpia vas viendo esas letras brillosas y doradas que te dicen el título y el autor, son grandes y elegantes. Está forrado en piel y al abrirlo suelta un exquisito aroma y el contenido te atrapa. Tú no cambiaste ni la portada ni el contenido, ni mucho menos el valor. Solo viste otro ángulo de ese libro, con polvo o sin polvo seguía siendo igual de valioso, solo que nadie había visto eso que tú te detuviste a ver.

Bueno, dejemos las metáforas y volvamos a la realidad. Observo el inmenso mar, mientras Dunkel descansa en mis piernas.

Estoy casada, no me lo creo, aún no sé como paso. Pero debo admitir que adoro que eso haya sido posible. Me dio a firmar unas hojas, las cuales no leí, pero me imagino lo que son. 

hable con Ed, le explique la situación y me disculpe. es un buen chico pues me felicito y me conto lo que Adam le dijo aquella noche cuando volvimos de cenar.  

Se escucha que abre la puerta y llama a Dunkel.

El cual sin pensarlo me abandona y va con él.

—disculpa el que me haya ido sin avisarte, pero olvide algo. —dice con esa gran sonrisa.

—¿qué olvido, esposo? —hago la primera mención y me es tan gratificante.

—Dunkel. —el perro se acerca con una bolsa entre el hocico.

Veo el nombre de la marca y quiero creer que no es lo que estoy pensando.

—bien, Dunkel fue el que hizo nuestro primer acercamiento. Ya sabes el día del parque, creo que sin ese día nuestra conexión no hubiese sido la misma, gracias a él tambien tuvimos nuestra primer pelea, pues el miedo que sentí por perderlo fue enorme.

Le quito la bolsa. Y Adam se me acerca con cautela.

—eso es tuyo y te lo mereces en todos los sentidos.

Abro y saco la cajita negra que cada ves me hace que respire más rápido y entrecortado.

Me la quita.

—señora Hoffmann, me complace informarle que no puede negarme lo que ya ha me ha correspondido. —nos reímos. — ¿qué se siente ser la mujer más afortunada del mundo? —abre la cajita y el anillo me hace taparme la boca, es perfecto.  —mi esposa debe llevar un anillo y yo también.  —me enseña su mano.

—¿afortunada? —me hago la desatendida, mientras me lo coloca.

—sí, ¿Qué se siente ser la mujer que tiene a sus pies al mejor Ingeniero Biomédico, al Heredero de una gran fortuna, pero sobre todo a Adam Hoffmann? —me besa la mano. —y me temo que conoces a todos muy bien, pero al último es el que más te pertenece.

Me da un beso en los labios. creo en que hay diferentes lenguajes de amor y que Adam me ofreció.

—Te amo Caroline. —me mira como todas las mujeres deberíamos ser miradas. —eres el amor de mi vida.

—y yo Te amo a ti, Hoffmann. Eres mi lugar Feliz,—lo abrazo. —eres mi Odioso Predilecto.

 

ADAM.

Es de madrugada, estaba dormido, pero sentí el cuerpo de alguien a mí lado y al abrir los ojos vi al amor de mi vida durmiendo, claro, la saliva le cuelga y los cabellos están alborotados, parece una estrella de mar; abierta de manos y pies. Me acerco a ella y le beso la frente.

Nunca en mi vida me vi en un futuro con alguien, pero todo lo que yo creía que no pasaría, sucedió. Y agradezco tanto que se me haya permitido vivir esto.

Después de lo que sucedió en Alemania comencé a ir con un psicólogo, pues quería ser mejor persona para mí y por ende por ella, ella no rompió nada y me era injusto que quisiera pegarlo todo aun costándole tiempo y esfuerzo, si ella estaba dando algo tan suyo a alguien como yo, tambien quería corresponderle del mismo modo. Simplemente ella acabo con mis armaduras y me hizo ver que el mundo no era como yo lo veía, sigue siendo mi luna en mi negra noche, pero la luna no brilla si no hay oscuridad y por ende en la oscuridad no hay luz sino hay luna. Son un balance perfectamente equilibrado.

Hay personas que llegan a ti y tienen una hermosa conexión sin que se exija, solo se da.

Y como dijo Freud: Nunca estamos tan indefensos como cuando amamos. Y por ello es que debemos estar con alguien que en vez de destruir esa vulnerabilidad de la que sabe que es capaz de romper a su antojo, decida quedarse y unificarse. Y entre los dos protegerla y defenderla ante todo y todos.

Siente mi cuerpo y se voltea, sube su cabeza a mi pecho y no dudo en apretarla a mí, en un abrazo.




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