Princesa Marroqui

9- Charla y boda

Narrador omnisciente

Días después de que la princesa Iris y su hermano fueran a visitar a la familia de su prometido, ella junto a su tía y cuñadas estaban eligiendo las joyas regalo de su esposo y terminando los preparativos para el gran día.

Iris aun no dejaba de pensar en el extraño suceso que hubo en la mansión Sadde cuando estuvo allí, pues al regresar junto a los demás le informaron que los hombres habían salido a buscarla luego de aquel apagón y no la encontraban.

Lo peor fue que al no ver a nadie no supo si en realidad el misterioso hombre que la beso fue su prometido u otro desconocido para ella.

Su fragancia era la misma, pero su voz parecía más ronca aunque tenia claro que quizas esto se debía a su excitación, ella era una chica culta que leía en demasía y sabia al menos en teoría ciertas aptitudes y comportamientos de los seres humanos en distintas situaciones.

Sin embargo, no se atrevería a meter sus manos al fuego diciendo que era realmente él, ya que las pocas veces que se rozaron accidentalmente en el pasado no sintió absolutamente nada comparado con las sensaciones vividas esos minutos pegadas al hombre misterioso, que no solo la hizo sentir su miembro masculino activo en todo su esplendor, sino que sus manos en su cintura y el roce de sus labios con los suyos la hizo no solo estremecer de pies a cabeza, sino que cuando se vio sola las piernas las sentia como gelatina, su corazón latía a toda capacidad y sus partes femeninas ardían como jamás imagino que pasaría.

—Ya he terminado, ahora vamos por una bebida estoy sedienta—dijo la princesa.

Fueron a un puesto y pidieron algo refrescante, sabia que al día siguiente se uniría a esa nueva familia y los nervios la tenian al tope, habia dialogado un poco con las esposas de Haidar y pudo percibir que estas no decían mucho y si lo hacían parecía ensayado.

Cada actuar de los miembros de esa familia la ponía más y mas curiosa, necesitaba saciar esa necesidad de comprender lo que estaba sucediendo.

Haidar la fue a visitar y los ojos de este reflejaron algo que no vio en él las últimas tres veces que estuvieron juntos, si no fuera porque lo tenia frente a ella juraría que no era el mismo, la chispa en sus ojos al mirarla junto a su sonrisa más descarada.

—A veces pienso que no es el mismo o tiene trastornos de personalidad—penso en voz alta.

—Que dijiste?—pregunto su tía y ella negó sonrojándose.

—Solo pensaba—menciono quitándole importancia.

Ya cayendo la tarde llegaron a palacio cansadas de tantas cosas que habia hecho, lo ultimo era recibir un poco de mimos para estar lista para su marido junto a una charla que por desgracia no tendría de su madre y al su tía no tener esposo debía recibirla de su suegra.

...

—Hija, al fin estás lista, vamos a sentarnos—musito la madre de Haidar, Iris con nerviosismo se acercó y tomo asiento a su lado.

—No sé que tanto sabes, pero te dire un poco de lo que te espera mañana, lo primero es que debes saber que la intimidad no es algo que se comente con otras personas es solo entre tu y tu esposo, debes estar siempre dispuesta para él, nunca negarte y complacerlo, con el paso del tiempo el luego dirá que le gusta y que no, tambien es importante que después de la intimidad tomes un baño completo ya que estarás impura para tus oraciones, es importante que cuando estés en tus dias femeninos se lo hagas saber y asi él pueda cambiar los días con otras de las esposas y no se quede insatisfecho, tambien es importante que al menos una vez por semana le cocines algunos de sus platillos favoritos ya que es importante tener a nuestros maridos contentos, mi consejo como mi nueva hija es que si tienes a tu marido contento y satisfecho su amor hacia a ti crecerá, todas las esposa de mi hijos son sumisas y hogareñas esos son sus mayores atributos—Iris frunció la frente no le gustaban muchos esos pensamientos, pero asintió.

—¿Tienes alguna pregunta?—le pregunto y la princesa asintió.

—Que pasaría si soy yo la que desea a mi esposo y este no le toca estar conmigo o simplemente no desea la intimidad, ¿no se puede negar al igual que yo a él?—la mujer abrió los ojos a más no poder pues jamás imagino una pregunta similar.

—Ellos son dueños de su cuerpo y de ti, tu debes estar dispuesta para tu esposo no tu para él—se puso de pie y la princesa levanto una ceja, no discutiría con ella, pero tenia claro que moldearía a su esposo para que ambos tuvieran las mismas oportunidades en el matrimonio, ninguno sería más que el otro sino que iguales.

...

Desde muy temprano el día de la boda habia iniciado, todo era un caos total en el palacio, Haidar habia pedido hacerle algunos arreglos a la casa que sería de su esposa que no era mas que una pequeña mansión, con todas las comodidades, le gusto que fuera antigua asi que pudo lograr sus objetivos con facilidad tambien contrato algunos empleados de su entera confianza.

La princesa llevaría su gente, pero él igualmente tendría personas allí, tambien preparo un despacho para cuando estuviera allí y debiera trabajar.

La matriarca de los Sadde dejo claro que sin importar como la princesa debía quedar embarazada rápidamente para que se concentrara en su embarazo e hijo y asi no se inmiscuyera en sus asuntos pues algo le decía que ella no era para nada tonta o sumisa sino todo lo contrario.

La boda inició como se acostumbraba con los tatuajes de hena y los miembros de la familia divididos entre hombres y mujeres, en cuantos ambos representantes aceptaron el matrimonio los hombres llegaron y comieron y bailaron hasta más no poder.

Una vez los rituales habían terminado y ambos estaban frente a frente la princesa se sintió nerviosa, Haidar le sonrió con coquetería y ella supo que estaba el descarado, sus nervios se disiparon hasta que cayó en cuenta en que debía dejar las sabanas con la prueba de su pureza antes de irse de luna de miel, su padre no queria que hicieran esto, pero la familia Sadde lo pidio ya que a las otras esposas se les habia exigido, el rey consideraba algo humillante ya que no todas las mujeres sangraban y consideraba algo machista hacer semejante ritual, no obstante la princesa estuvo de acuerdo pues negarse no se vería bien.




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