Prohibido enamorarme de ti

I

 1-. ¡Cállate!

***

Eva Clare.

Madrugar no era unas de mis actividades favoritas, pero por desgracia tenía que hacerlo sino mi madre me levanta a palos y prefiero hacerlo por mi solita. Jaja...

—¡Eva, levantante ahora mismo! —gritó mi madre. Ahí tienen, ella es mi razón de pararme a la hora que suena la alarma. No puedo quedarme ni un solo minutito más en la cama. Esa es la primera norma que mi madre impuso en esta casa, levantarse a las 6:00 en punto, cada hora y cosa lo controla ella. En pocas palabras, no me deja vivir.

Antes de que me de tiempo de levantarme mi madre me echa una cubeta con agua súper fría y con hielo. Ahogo un grito que venía con una palabrota. Otra de las tontas reglas de mamá, no decir groserías, porque según ella eso no es de señoritas.

¿Ven lo qué les digo? ella no me deja vivir.

—¡Ahora ve a ducharte! —grita antes de salir dando un portazo. Me levanto de mi mojada cama y me dirijo al baño. Gracias a dios que tengo baño propio.

Me doy una ducha de agua caliente para luego salir a cambiarme. Voy a mi armario y saco las primeras prendas que veo. Unos pantalones de mezclilla azul oscuro, una blusa blanca y por último, unos cárdigan. Me visto y luego bajo a desayunar.

A penas llego abajo y un exquisito olor a panqueques inundan mis fosas nasales. ¡Hum!

Mis padres ya se encuentran desayunando, mi padre se ve muy contento comiendo mientras ve las noticias. Y mi madre... ni se diga, no parece muy feliz mientras come y me observa taladrándome con la mirada.

Trago grueso y termino de bajar las escaleras y a pasos cautelosos me acerco a la mesa. Tomo asiento al lado de mi padre sin dejar de observar a mi madre.

Cuando todos terminamos de comer mi madre al fin dice:

—¿Qué te he dicho de la puntualidad y pararse a la hora que dictan las normas, Eva? ¿eh? —me dice mi madre con frialdad. Oh, si que está MUY molesta.

Suelto una risa nerviosa —¿Qué tengo que obedecerlas?

—Exacto, y al parecer tu no entiendes eso. Te lo digo todos los días, Eva. Obedece las normas, no salir de noche, no beber alcohol, levantarse a la hora que suene la alarma —empieza a enumerar todas las reglas que impuso. Desde ahí dejé de escucharla—... y mucho menos hablar con esa tal Skylar, es muy mala influencia, hija.

Espera un momento, ¿Skylar? ¿en serio, mi mejor amiga? ¿hasta va a prohibirme ver a mi mejor amiga?

—Un momento mamá, ¿en serio? ¿ya no tienes más nada qué inventar? si piensas que dejaré de ver a mi mejor amiga por ti, estás bien equivocada —le dije con brusquedad.

Ella suavizó su gesto, pero tensó los hombros. Mi padre solo hacia que no nos escuchaba.

—Hija, solo quiero lo mejor para ti... sabes que todo lo hago solo por ti, no quiero que andes con esos muchachos promiscuos, sabes que ya está Blake, es un muchacho bueno y te conviene estar con él... —intenta calmarme.

—¡Si, claro! eres tan buena madre que decides mi vida y qué pasará conmigo en un futuro, y para el colmo ¡hasta me buscaste un maldito esposo! —grito ya molesta. Ella no tiene el derecho de decidir que pasará conmigo y mi futuro. 

Ella se levanta del puesto de golpe y me una bofetada y me apunta con el dedo, amenazante. Mi madre nunca se había atrevido a levantarme la mano, y nunca la creí capaz hasta ahora...

Lagrimas inundaron mis ojos pero no solté ninguna lagrima.

—¡Basta, Eva Clare! ¡eres una ingrata, yo te lo he dado todo lo que tu has querido y así me lo pagas con tus insolencias! no lo toleraré más —dijo mi madre con los ojos abiertos de par en par.

—Ya, ya. Tranquilas... —intervino mi papá que había abierto los ojos hasta más no poder cuando mi madre me propinó esa bofetada. Intentaba calmarnos, pero yo ya estaba echa una furia.

Lo ignoré —Mamá, estas bien equivocada. ¡Sólo me conviertes y me moldeas a tu gusto! pero...

—¡Cállate! —gritó golpeando la mesa—, ¿qué quieres de mí? ¿dinero? ¿permisos para salir? dime, Eva ¿qué más quieres de mí, yo que te lo he dado todo? —frunció el ceño y me miró entrecerrando los ojos.

—Mi libertad —sollocé.

Salí corriendo de allí después de decir aquello, no tuve  tiempo de ver su reacción cuando lo dije, lo único que escuché fueron su gritos llamándome cómo loca. Llegué a mi habitación y tomé mi mochila y empecé a tomar ropa del armario guardarla allí. No volvería más por un tiempo, me quedaré en casa de Skylar mientras consiga dinero para ir a un hotel. Las clases no empezaban si no hasta las ocho, me daría tiempo para ir a casa de Skylar y luego al instituto.

Mi madre abrió la puerta de golpe. 

Entró a mi cuarto con mi padre siguiéndole detrás. Me miró con los ojos aguados, diciendo —: Hija... no te vallas...



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En el texto hay: adolecentes, amor, humor escolar

Editado: 18.08.2019

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