-Prohibido Enamorarse-

-PRÓLOGO-

Técnicamente estaban solos, pero estaba más qué claro que no les gustaba sentirse así. Ambos estaban vacíos y escasos de sentimientos.

Necesitaban acabar con esa soledad desconocida que llevaban dentro, afligidos a los acontecimientos provenientes de los problemas que venían cargando desde hace mucho, eso les estaba quemando el alma, también la impotencia de no poder controlar su desestabilidad emocional, los aturdía de alguna manera no tan sana, refugiándolos en tan solo hacerse daño, disfrazando su dolor con una sonrisa, que les costaba mucho mostrar.

No sabían si lo que hacían estaba bien, solo se dejaban guiar por los impulsos de sus sentimientos, les importó muy poco esa absurda regla que fue incluida dentro de su tratamiento.

Los problemas en adolescentes se hacen presente, la resistencia a un sentimiento que sin ser llamado llegó, tan fuerte que es imposible dejar.

Ninguno creía ser perfecto para el otro.

Muchas veces trataron de liberarse, pero aquel hoyo de amor estaba muy profundo y solo se aferraron al rechazo.

Pensando que con eso todo acabaría. No funcionó, solo aumentó las ganas de quedarse juntos. Eso no sería posible, seguían atados a las condiciones del centro de rehabilitación, atados a solo comunicarse con la mirada.  Ciertamente sus ojos demostraban el dolor que cada uno cargaba. 

Nadie quería salir lastimado. Claro que no. Pero la manera de controlar sus impulsos no era la adecuada. 

Aquí no hubo terceros, tampoco la diferencia de sociedades, ni edades, solo era una regla, que tal vez si no hubiese existido, la decisión de uno de ellos hubiese sido otra. Sin dolor.

Él fue el primero en sufrir, y a ella la lastimaron de la misma manera.

Él siempre le dio un hombro dónde llorar.

-quiero que me quieras con la misma fuerza que le lloras a él- dijo él, dejando en el aire un amargo suspiro. -¿aquí? ¿pretendes que te quiera aquí?- preguntó ella con lágrimas deslizándose por su mejilla- me entero recién de una estúpida regla que hay aquí, me han prohibido hacer lo que tanto me hace feliz- su cuerpo se fue acercando hacía el de él- me han prohibido enamorarme demasiado tarde- Ese día se aclaró todo, ella lo quería al igual que él.
Y es que claro, Andrea necesitaba que le demuestren afecto, Santiago temía que al volver enamorarse lo traicionen nuevamente. Pero nadie lo decidió, eso solo fue fluyendo.  Jamás, pero jamás, quisieron herirse.

Así que él tomó la mejor decisión, y ¿porqué, la mejor decisión? Por qué lo hizo pensando en ella.




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