POV's SANTIAGO.
Sobrepasamos la barrera que nos habían puesto, aquella que al principio nos costó mucho emprenderla, pero poco a poco y sin darnos cuenta ya la habíamos cruzado y en el camino fuimos descubriendo sentimientos ocultos dentro de nosotros.
Y entendimos que la herida más grave e incurable, es la del desamor.
El día que Sara revisó las cámaras donde estaba besando a Andrea, fue a mi habitación.
Me miraba con detenimiento mientras se sentaba en el sillón, me senté frente a ella y dijo.
-de acuerdo- carraspeó su voz- ¿Qué está pasando con Andrea?-
-nada- respondí tranquilo, evitando hacer notar mis nervios, ella habló en seguida.
-¿sabías que hay cámaras aquí?- preguntó y yo negué- en todos lados- aclaró-
-supongo que...-
-supones bien Santiago- dijo poniéndose cómoda- te escucho.
-no...no sé en qué momento pasó –confesé- desde que me enteré que vendría una chica con principios de bulimia, no me importó en lo absoluto, pero cuando la vi todo cambió –sonreí- esa expresión de chica seria le queda muy bien.
Sara sonrió negando con la cabeza y dijo – tú sabes acerca de eso...-
-sí, lo sé- interrumpí – y en eso estoy, trato de ignorarla-
-pues que buena idea de ignorarla- dijo.
-no pasará nada Sara, tranquila- dije- no le hablaré y trataré de no mirarla, aunque es muy bella para quitarle la mirada de encima- reí, ella hizo mostrar una pequeña sonrisa con sus labios.
Y aunque muchas veces lo intenté, no pude, verla me hacía tan bien, amaba cuando no bajaba la mirada de la mía, me encantaba besarla y sentir algo tan lindo como el sonido del mar cuando cierras tus ojos y encuentras paz.
Me relajaba mirarla, me divertía escucharla, me dolía verla llorar y yo sufría junto a ella, me encanta, ella me encanta.
Aquel día que nos regresamos al centro de rehabilitación de la casa de Cami, me percaté de la gasolina, se había acabado. Le grité y me arrepentí por eso, salí del auto a calmarme, tenía que pedirle disculpas, así que fui donde ella y la traje junto conmigo, en medio de sus gritos y reclamos accedió.
Antes de partir de rehabilitación, Sara me hizo prometer que controlaría mis impulsos hacia con Andrea. Si algo llegaba a pasar, todo habría acabado.
Cuando ella confesó lo que sentía, me di cuenta que el sentimiento era mutuo y que ya no se podía ocultar más.
Las palabras solo confirmaban lo que nuestros besos demostraban.
En cuestión de segundos, Andrea pronunció mi nombre dos veces. –ay que- bufe fastidiado, necesitaba más de sus besos.
Algo me dejo estático y solo pronuncié su nombre. Sara.
Nos llamó la atención, recalcó las razones, traté de defenderme, su enojo era evidente al igual que Andrea estaba avergonzada.
Subimos al auto, y por mi mente pasó todo lo que se venía, -perdón- fue lo único que dije, ella presentó una sonrisa y acarició mi rodilla. No pude decir más, solo opté por agachar la cabeza hasta llegar al centro.
En la oficina de Sara, había tención, ella hablaba claro y preciso. Nos dejó claro que esto sí o sí tendría que acabar.