-Prohibido Enamorarse-

C-25

Estaba molesto, esto se me escapó de las manos, fue mucho más allá de la línea que yo mismo me había permitido, de alguna manera tenía que salvar lo poco que quedaba.

Y aunque ardía el corazón, tenía que hacerlo. Alejarme era la mejor opción.

Era consiente que estando juntos, Andrea y yo no podíamos limitarnos, porque lo de nosotros los sobrepasaba y estaba demostrado. La partiría en mil si le hubiera dicho que no la quería, a parte que le mentiría, porque yo por ella sentía todo. Y lo que poco a poco fuimos avanzando se iría por un abismo causando mucho dolor.

-me voy- le dije a Sara, ella estaba cerrando su oficina, volteó a mirarme extraña.

-¿A dónde?- preguntó confusa.

-necesito que me traslades a otro centro fuera del país- informé.

-Santiago, ¿estás seguro?- dijo- después de esto no hay vuelta atrás- advirtió. Una vez más me lo advirtió, pero esta vez sí tenía que hacer caso a su advertencia.

-lo sé- respondí- solo hazlo-

-Son las 10 de la noche, veré que puedo hacer- dijo.

-Santiago...-

-Sí Sara, lo aré- interrumpí- la quiero demasiado y por más que duela tengo que hacerlo, por su bien y por el mío-

- está bien- asintió y empezó hacer todo.

La noche fue larga y tensa, decidí escribirle en un papel, para que sienta que no fue fácil, y que cada palabra tenía un valor especial.

Me tomó casi dos horas escribir, para sonar tranquilo pero con dolor dentro de mí.

Le entregué la carta a una enfermera conocida que se hizo mi amiga, le explique rápido, fue difícil convencerla pero al final aceptó.

Tenía que hablar con Camila, ella era testigo de todo lo que yo sentía y lo guardaba como un gran secreto. Fui a recogerla de su casa para despedirme.

-no la dejes sola- le pedí mientras manejaba.

-claro que no, no lo aré- respondió.

-Cami- suspiré- tú sabes lo difícil que es para mí esto, tengo tantas ganas de mandar todo al carajo, pero tampoco quiero ser egoísta-

-tranquilo- dijo y suspiró- ¿volverás por ella?-

-claro que sí- respondí- pero ella no debe saberlo, no quiero que viva con la esperanza de verme bien, tal vez de esto no salga fácil.

-tú sabes que le causará daño...- añadió.

-sí- respondí- prefiero que me odie a que me quiera con dolor y sufra por eso.

Tenía que irme, quería despedirme de Andrea, pero eso implicaba verla y darle explicaciones. Me detuve frente a su habitación y apoye mi frente sobre su puerta, recordando la primera vez que la vi.

En 4 meses, ella había entrado tanto en mí, que causó revoluciones y mi corazón después de tanto tiempo de haber sido lastimado volvía a latir con la misma presión de cuando estaba enamorado, esa sensación solo lo ocasionaba Andrea.

Salí de ahí dejando mi felicidad, dejé a alguien que sufriría por mi culpa.

Cuando subí al avión miraba por la ventana a las nubes, me gustaba la libertad que tenían y como se movían hasta juntarse otra formando una sola. Quería ser como ellas, en el día salir en busca de otra nube y encajar perfecto.

Unas pequeñas lágrimas salieron de mis ojos al recordar que mi nube en cuestión de minutos se volvería gris y de ella caerán gotas. Las lágrimas de Andrea.

Volvería por ella, cuando esté al 100 % bien para compartirlo con Andrea , tomarla de la mamo y no dejarla caer.

Entregarle mucho más de mí.

Caminamos juntos en busca del mismo sentimiento.

Logré encontrar mi terapia en su mirada.




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