Prohibido para ambos

Capítulo 1

El miedo a que otra vez me golpee me hace sentir terror, oigo su voz, como grita mi nombre una y otra vez. No puedo abrir, no quiero abrir esa puerta. Lágrimas adornan mis mejillas, me encuentro en la sala del departamento en un rincón escondida y cubriéndome los oídos, pero eso no hace nada porque sus gritos no cesan, de un momento a otro la puerta se abre y él entra.

Veo su mirada y entro en pánico. Porque esa mirada llena de furia es dedicada a mí. Todo el enojo que en sus ojos habita terminará descargándolo en mi cuerpo. Yo lo sé.

—Así que aquí estas zorrita—afirma mientras se acerca a mí con una sonrisa macabra. No tengo a donde retroceder, por lo que mi cabeza se mueve negando.

—Por favor Benjamín, no me golpees otra vez—suplico llorando en un vano intento de que no lo haga. Él sonríe mirándome con esa malicia que tanto detesto.

Antes de que pueda parpadear su mano impacta en mi mejilla haciéndome voltear un poco la cabeza por la gran fuerza que utilizó, arde, duele y solo hace que más lágrimas bajen por mis mejillas.

—Te lo dije muy claro idiota—se acerca agarrando un puñado de mi cabello, haciéndome gemir de dolor—a mí me respetas por la buenas o por las malas... zorra. Si quiero que hagas algo tú simplemente lo haces—su aliento está mezclado entre menta y alcohol haciéndome sentir mareada—ahora te voy a enseñar a respetar—lo miro atónita.

—No, no, no, no, te lo suplico por lo que más quieras, te prometo que no haré nada para que te enfades de nuevo, pero no lo hagas—me arrastra hasta la habitación del departamento y me lanza a la cama, se quita la correa del pantalón y luego lo demás hasta quedar desnudo delante de mí, yo por inercia retrocedo en la cama, pero él es más hábil y me toma del tobillo halándome hacia él.

—Lo vas a disfrutar, zorrita—susurra en mi oído y siento unas horribles nauseas.

—¡Déjame!—grito llorando, pero él me vuelve a golpear con un puño en el estómago haciéndome quedar un poco inconsciente, pero yo ruego quedar inconsciente para no presenciar lo que me hará. Lo que tantas veces me ha hecho.

—Te va a gustar he dicho—me besa a la fuerza bajando por mi cuello hasta el valle de mis senos, yo solo cierro los ojos y espero a que todo acabe.

***

Estoy apretando mis rodillas a mi pecho mientras lloro en silencio. La sala del departamento se ve fatal, pero sé que yo mucho más. Benjamín me golpeó en lugares ocultos donde mi ropa puede cubrir y que nadie se entere de que me golpea y abusa de mí. Seco mis lágrimas y me levanto, camino hacia el baño, me despojo de mi ropa y entro. El agua hace contacto con piel y confundiéndose con mis lágrimas saladas Solo deseo un día no despertar jamás. Él cambió tanto, no es el chico sencillo que me conquistó.

La típica historia del chico guapo, atento que te conquista y luego se convierte en una auténtica bestia. Esa es mi historia. Conocí a Benjamín cuando tenía 20 años, aún recuerdo ese día.

Caminaba con mucha prisa, era mi segundo año en la universidad y estaba llegando tarde a la clase que tenía, corrí por los pasillos y choqué con algo o más bien con Benjamín, cuando lo miré me sonrojé, Benjamín era o más bien es muy guapo. Con esa sonrisa dulce en sus labios, una picardía juguetona en sus ojos me tuvo desde el primer momento.

Benjamín Peterson, un guapo hombre de veintitrés años. Cabello negro que hace un juego hermoso con su tono claro de piel. Sus labios bonitos, sus ojos marrones. Benjamín era el sueño de muchas chicas de la universidad.

—¿Estás bien?—me preguntó y mi peor error fue contestar.

—Sí, estoy bien—le sonreí para que me crea, aunque su fuerte torso hizo que me duela la nariz.

—Bueno, creo que deberías irte a tu clase, al parecer vas tarde—vuelve a sonreír como esperando algo y es ahí cuando recuerdo que iba tarde a mi clase.

—Dios, adiós—grito y me marcho corriendo.

Como lamento haber respondido ese día, era mejor quedarme callada e ignorarlo, después de ese suceso Benjamín y yo nos encontrábamos más seguido. Meses después me propuso ser su novia y yo encantada hacia el chico que me regalaba flores y chocolates. Aquel que veía siempre películas conmigo, dije que sí muy feliz. Nuestra relación fue bonita, era la relación que muchas veces leí en las novelas románticas que alguna vez leí. Eso me encantó.

Un año más tarde se comportaba más extraño, siempre me celaba con cualquier persona, hasta con mis amigas. Llegó a un punto donde comenzó a prohibirme cosas, como salidas. Comenzó a cuestionar mi manera de vestir, todo. Estaba loco, en ese momento supe que debía terminar la relación con él, pero no contaba con su amenaza. Fui una tonta que no vio señales hasta que llegó ese día.

Estaba sentada en los muebles de mi casa esperando que Benjamín llegue, estaba nerviosa y no había nadie en casa, en eso tocan el timbre de la casa, me levanto y abro la puerta.

—Hola, Benjamín —dije con una sonrisa que más bien pareció una mueca. Ya no me sentía tan cómoda con él, en mi interior, sabía que le temía un poco.

—Vamos—me hala del brazo haciéndome caminar hacia su auto, me sube y luego sube él, enciende el auto y lo pone en marcha, más tarde llegamos a su departamento.

—¿Que tenías que decirme, Allen?—habla con una sonrisa que me da escalofríos, pero no del bueno.

—Verás Benjamín, lo he pensado mucho y lo mejor para ambos es que esto acabe—él solo se limita a mirarme—tú estas actuando mal y yo ya no quiero estar contigo— Benjamín avanza hacia mí y yo retrocedo—no creo que lo mas conveniente sea seguir de esta manera, es momento de cortar esto porque no es sano para ninguno de los dos—termino por decir tragando en seco ante su cercanía.

—Vas a estar conmigo cuándo y dónde yo quiera—me coge el cabello haciendo que me duela y proteste—eres mía, si terminas conmigo tu hermosa familia pagará las consecuencias—se acerca y me besa a la fuerza, trato de levantarme, pero él rompe mi vestido—ahora vamos a disfrutar.




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