Prohibido para ambos

Capítulo 3

Despierto por el constante ruido del timbre siendo tocado. Me levanto con pesadez, ¿quién será? Cuando llego y abro me encuentro con Benjamín. Su sonrisa molesta es lo que me recibe. Mi cuerpo reacciona palideciendo.

Siempre es así cuando él está cerca, el sentimiento de miedo, de terror aparecen. Eso es lo que hace este maniático de mierda, atormentar mi vida con su sola presencia en ella.

—Hola, amor—murmura, el olor a alcohol me inunda y unas ganas de vomitar me invaden.

—Pasa—lo mejor para no ganar más golpes es ser sumisa.

—¿Qué hacías?—pregunta besando mi cuello. Cierro los ojos y el miedo me invade.

—Dormía—susurro temerosa. Él me mira analizándome, sus ojos me observan deteniéndose en cada parte de mi cuerpo.

—No sabes cómo me encantas—murmura sin despegar su vista de mí.

—¿Ne-necesitas algo?—ruego en silencio que hoy no tenga ganas de tener mi cuerpo. No quiero que me toque.

—Si... Tráeme una cerveza, te quiero en la habitación, unos amigos vendrán y unas chicas con ellos, no salgas—asiento queriendo sonreír de felicidad, hoy no me tocará.

—Claro—salgo disparada hacía el refrigerador y le consigo su cerveza, me marcho a la habitación y paso el seguro.

Unos minutos más tarde el ruido es casi insoportable, pero es mejor que tener a Benjamín cerca de mí. Cierro los ojos mientras que la mirada de aquel chico se proyecta de manera inesperada. Sonrío sin razón. No sabe lo que acaba de hacer, debía dejarme morir, pero por algún motivo desconocido, agradezco en mi interior de que no me haya dejado culminar mi propósito.

***

Al salir de la habitación ya cambiada y lista para ir a trabajar veo como el cuerpo de Benjamín se encuentra desnudo y una chica desnuda sobre él. Una mueca de asco se forma en mi rostro y me apresuro a salir de aquel lugar, lo último que quiero es que despierte y me golpee. Suspiro mirando el cielo de esta mañana. Camino a la espera del bus ya que Benjamín está utilizando el coche.

Mientras miro la ciudad pasar ante mis ojos me pregunto en cómo sería mi vida sin Benjamín. Todo sería mejor. Lo sé, pero tengo miedo. Siempre lo tendré.

—Señorita—levanto la vista y un joven me observa intrigado y con una mirada que me incómoda.

—¿Necesita algo?—pregunto mientras él solo mira mi cuerpo.

—¿Me puedo sentar a su lado?—frunzo el ceño queriendo decirle que no, que se aleje, pero es un transporte público y solo me queda asentir.

—Claro—murmuro, por lo menos tuvo la decencia de pedir permiso. Suspiro y sigo con mi vista lejos de aquí, lejos de este odioso y asqueroso mundo.

A la distancia puedo visualizar la empresa y suspiro, debo de dar gracias de que Benjamín no me molestó hoy. El recuerdo vago de aquel chico viene a mi mente. Él parecía buena persona, aunque Benjamín también. Quisiera no sentir a cada instante este miedo incontrolable que me azota porque de verdad es frustrante.

Bajo del autobús y arreglo el vestido que me queda grande, no me gusta usar nada que sea apretado. No quiero que los hombres fijen su vista en mi cuerpo. Acomodo mi cabello y avanzo hasta la entrada de la empresa. La fina línea que se forma en mis labios siempre que entro y veo varios de mis compañeros mirarme con asco reflejado. Avanzo con rapidez. Quiero irme lejos, de todo y de todos.

El cuerpo me duele horrible, pero es lo poco que tengo luego de lanzarme de esa altura. Entro al ascensor y agradezco ver que no hay nadie más en él. Subo con tranquilidad.

Al llegar a mi piso veo a todos correr de un lado a otro como si la empresa se estuviese derrumbando. Con una mirada confunda camino hasta mi despacho. Veo a mi mejor amiga hacer unos chequeos.

—¿Qué pasa aquí, Diana?—pregunto entrando. Ella para de hacer lo que hacía para levantar la mirada y sonreírme de manera tensa. Su rostro muestra cansancio por lo que supongo no tuvo una buena noche—¿te sucede algo?—pregunto depositando mis pertenencias sobre mi escritorio.

—Solo una mala noche con un idiota—rueda los ojos restándole importancia—nada grave—asegura dándome una pequeña sonrisa—Eva me dijo que en cuanto llegarás te avisara que debes ir a verla. Al parecer es una reunión importante porque la vi un poco agitada—me cuenta dándose golpecitos en el cuello—la empresa esta patas para arriba con su actitud. Ve o creo que le dará un infarto—asiento. Eva es la dueña de la casa de moda en la que trabajamos. Una empresa que no deja de crecer.

—Te veo al rato—murmuro y salgo del despacho. Espero no tener más problemas.

Jasper

—No tengo ganas de hablar—corto rápidamente el rollo que me trae mi hermano. Su esposa sonríe con suficiencia al ver mi cara hastiada. No soporto lo hipócrita que es y lo peor de todo es que ella lo sabe, y lo usa a su favor.

—Jasper ya dejes sentar cabeza, tienes veintisiete años, ¿qué piensas hacer con tu vida?—pregunta cruzando los brazos a la altura de su pecho—¿piensas quedarte toda la vida sin formar una familia?—ruedo los ojos lo cual lo hace enojar. Puedo verlo claramente en la manera que sus brazos se tensan y me mira fulminante—debes de ser sensato—me flexiono un poco y pongo mis codos en mis rodillas para mirarlo mejor.

—¿Crees que me importa formar una familia?—pregunto pareciendo interesado.

—Sé que no, pero es lo correcto—dice abrazando a su esposa quien solo se mantiene en silencio escuchado la conversación.

—Daniel, tú deberías saber lo que se siente estar atado. Esa vida no es para mí, sabes que no aceptaré, pierdes el tiempo igual que mi padre—me acomodo haciendo que mi espalda quede contra el suave respaldo.

—Tus amigos están casados, ¿por qué tú no?—suspiro agotado. Le tengo un gran respeto a Daniel, pero cuando quiere molestar lo hace de verdad. Es tan insistente que llega un punto de ser insoportable.

—¿Quieres que haga como ellos?—pregunto. Hago una pausa y como una uva que trajo la chica de servicio—¿qué me case para luego engañe a mi esposa?—suelto una seca risa—prefiero quedarme soltero a que una mujer este recriminándome no ser lo suficiente para ella—me levanto—ahora tengo asuntos más interesantes a tratar que verlos a ustedes y hablar de mi vida amorosa—camino dejando a mi hermano con las palabras atoradas.




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