Prohibido para ambos

Capítulo 34

Mi cuerpo se siente entumecido y tengo hambre, mis labios están tan secos que los siento lastimados. No sé cuánto tiempo tengo en este lugar, pero el hambre y la sed me están dominando. Al menos no he tenido ganas de ir al baño, eso es lo único bueno que me ha pasado, porque sería muy humillante tener que orinarme encima gracias a que no me han desatado. Mis manos están adoloridas y mi cuerpo me duele porque no tengo que otra posición adoptar gracias a él amarre en mis manos.

Los brazos me duelen un montón y la cabeza me palpita. Nadie ha venido por mí y estoy cansada. Cuando creo que ya nadie vendrá la puerta se abre y una chica de algunos doce años me mira con sorpresa. Ella me observa en silencio con mucha atención y curiosidad. Aun cuando mi cabeza palpita porque no he descansado nada, no he comido ni he bebido absolutamente nada, yo trato de mantener un contacto visual con la pequeña.

—Oh, ¿Quién eres?—pregunta con voz suave, mi cabeza duele y ella me mira asustada.

—Ayúdame, un poco de agua y comida por favor—ella asiente.

—Vengo enseguida con algo de comer—cierro los ojos y ella sale. Debo tener bastante hambre como para pedir comida en vez de un teléfono.

Teléfono.

Necesito uno para avisarle a Jasper donde me encuentro, de esa manera la policía vendrá por mí. No sé exactamente cuánto tiempo llevo encerrada en este lugar, porque gracias a que las ventanas permanecen cerradas y las gruesas cortinas no me dejan ver si es de día o de noche, solo sé que el tiempo corre y yo cada segundo me siento más débil y más cautiva. El maniático de Benjamín ha desaparecido mientras que me tiene aquí tirada, sin saber si saldré libre, sin saber si me matará o me hará sufrir realmente un infierno sin que yo pueda hacer absolutamente nada. Tristemente todas las opciones son aterradoras para mí.

La puerta se abre y la misma chica aparece con una bandeja en la mano y respiro aliviada, no me dejará morir. Ella se sienta y me ayuda a comer algo y beber, siento como la energía vuelve a mí. Ella es paciente y para ser alguien pequeña parece una experta mientras me alimenta.

—Niña, necesito con urgencia un teléfono—ella me sonríe y juega con el tenedor en su mano.

—Tengo un celular, puedes utilizarlo—ella parece muy ajena a lo que ocurre—¿Cómo te llamas?—pregunta mirándome curiosa.

—Soy Allen, pero necesito ese teléfono urgentemente ¿si?—ella asiente dejando a un lado la bandeja sin nada de comida dentro.

—Luego te lo busco—hace un además con las manos—no sabía que mi hermana tuviera una amiga aquí—me sonríe de manera agradable—es bueno saber que pasaré tiempo con alguien más, hace tiempo que no trae a alguien para que me divierta—dice con una sonrisa dulce que me confunde totalmente. ¿Cómo puede ser que ella crea que una amiga se trata como que están tratando a mí?

—¿Raisa es tu hermana?—pregunto mirándola con atención, ella asiente.

—Sí, sé que no tenemos mucho parecido—me sonríe—soy adoptada, creo que lo soy, viví en una casa hogar—muerdo mis labios para no gritar del dolor al ella hacer un movimiento brusco en la cama y lastima los golpes que esa bestia hizo.

—Necesito el teléfono niña, luego podremos seguir hablando—ella niega—por favor, es urgente, ayúdame a conseguir un teléfono ¿si?—ella vuelve a negar con rapidez haciendo que su corto cabello acaricie sus hombros.

—No, luego me vas a ignorar como todos en esta casa—sus ojos me miran tristes—es la primera vez en un mes que hablo con alguien—la miro sorprendida.

—¿Y eso por qué?—mira hacia otro lugar.

—Soy adoptada, todo fue por apariencias en realidad nadie me quiere en esta casa—suspira—a veces no sé si extraño más el frío de la casa hogar—ella me mira—allí no tenía lujos, pero si niñas que me abrazaban—mi corazón se encoge al escucharla.

—¿Cuál es tu nombre?—su cabellera se mueve al compás de su cuerpo sobre la cama.

—Soy Sabrina—me sonríe—¿te desato? Eso parece doler, no comprendo los juegos de los adultos—asiento.

—Hazlo—ella lo intenta, pero al final se rinde porque está muy fuerte.

—Iré por unas tijeras—la miro.

—Que sea rápido, luego debes irte a tu habitación y no salir más hasta que yo vaya por ti ¿si?—me mira triste.

—¿Me piensas utilizar?—niego rápidamente.

—Es porque tendré una discusión de adultos con tu hermana, ve y ayúdame—ella me sonríe y baja de la cama.

La veo desaparecer y la esperanza de que pueda salir de este lugar me abraza.

No me muevo porque el amarre en mis muñecas duele un montón, sé que debo tener la piel raspada, pero el solo sentir que podré liberarme de Benjamín y hacerlo pagar hace que todo ese dolor se convierta en fortaleza. Él necesita ayuda psicológica con urgencia, está fuera de sus cabales. No sé en qué momento comenzó esa obsesión enfermiza conmigo.

Yo pensé que él solo me veía como un trapo más, pero eso va más allá, está completamente loco. Su mirada me da miedo y sus acciones me hacen pensar lo peor. Jasper, Diana, Santiago, por favor pónganse a salvo chicos. Tengo tanto miedo por mi familia, por los míos. No sé qué sería de mi si algo malo les ocurriera por ese maldito psicópata.

Un grito de dolor me hace alzar la vista. Benjamín entra cojeando y con sangre saliendo de su pierna. Raisa entra con un botiquín y él está maldiciendo. No quiero hablar, pero tengo ganas de saber que pasó.




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