Prohibido para ambos

Capítulo 43

Un año ha pasado y no puedo dejar de mirar con fijeza la pantalla de mi televisión. Ver películas románticas fue algo que siempre me gustó, me hacía olvidar que vivía con una bestia que no era nada romántica. Por eso me gustaba el Titanic. Porque quería un amor así de intenso como el que tuvieron los protagonistas.

Titánico.

Jaspe.

Ahora cuando veo películas románticas no puedo evitar pensar en él, en su risa cuando le comenta que era mi película favorita, no puedo evitar pensar en cada momento junto a él y he tratado con todas mis fuerzas de dejar todo atrás, pero lo que siento por él no se ha ido. Sigue latente en mí.

Él fue un hombre que me trató como la mujer que soy y por primera vez siento mucho deseo. Algo que pensé que no iba a sentir nunca, pero justo ahora siento deseo de sus besos, pero no uno dulce, quiero saber lo que es la intensidad con la que se besan los protagonistas de la película que veo.

Quiero vivir un romance así de bonito y no puedo pensar en otro hombre que no sea Jasper. Su sonrisa, su mirada dulce, sus palabras, la manera en que me hacía sentir. De pronto me siento como una chiquilla que necesita urgentemente ver al chico que le gusta. Busco mi teléfono y miro su número con demasiada tentación. Tengo ganas de escuchar su voz, aunque sea un minuto.

Pero yo decidí que él no merecía una eterna espera.

Muerdo mis labios nerviosos y veo a Sabrina aparecer con una pequeña sonrisa. Ella me observa y luego baja la vista al teléfono. Quiero volver a casa, quiero volver con los míos. Sané, pero ahora quiero volver a sentirme tan viva como cuando Jasper me besaba.

— ¿Qué haces?—cuestiona ella acercándose a mí, me sobresalto soltando el teléfono como si quemara en mi mano.

—Nada—susurro pasándome las manos por el pelo con los ojos muy abiertos.

—Eres muy mala mintiendo... mamá—susurra con una pequeña sonrisa. Desde hace semanas ella me viene diciendo así, tengo que admitir que cada vez que lo hace siento una emoción en mi pecho que me hace sonreír mucho.

—¿Eres feliz aquí?—cuestiono mordiendo de manera nerviosa mi labio inferior. Los ojos de Sabrina me observan con curiosidad midiendo lentamente la magnitud que trae mi pregunta porque si ella es feliz aquí, yo no iría a ninguna otra parte, quiero que ella sea feliz.

Sabrina se acerca para sentarse a mi lado. Se agacha para tomar mi teléfono y pasármelo, lo tomo con tranquilidad controlando que mi corazón esté más quieto porque tarde a una velocidad alarmante.

—Quieres volver, ¿cierto?—la miro antes de asentir—sabíamos que este día llegaría, mamá, yo estaría feliz de ir a donde sea que te haga feliz. Quiero que sepas que tu felicidad ahora tiene que ver con la mía. Te quiero mucho y si volver te hará feliz, yo será feliz con tu decisión—susurra despacio. Mis ojos se llenan de lágrimas antes de que me acerque para abrazarla.

—Pero aquí tienes amigos—murmuro con su cuerpo pegado al mío.

—Siempre puedo hacer más amigos, siempre que me des la oportunidad. Volvamos mamá—susurra y la abrazo con fuerza sintiendo la felicidad en mi pecho porque ella es más de lo que esperé.

Paso ese día hablando con Eva quien se muestra muy cooperativa con mi regreso. Hablo con Diana para patriar que en dos semanas volverá. No quiero admitirlo, pero en el momento en que los días comienzan a correr siento mucho nerviosismo porque ha pasado un año. Puede que Jasper para este punto de nuestra historia ya me haya dejado atrás y lograra conseguir lo que tanto quería.

Los días pasan muy lentos y luego muy rápidos, cuando me quiero dar cuenta estoy volando para volver, mis nervios son tantos que siento que destrozaré mis dedos de tanto jugar con ellos sobre mi regazo. Escucho la voz de Sabrina hablar sin cesar, pero yo no puedo seguirle el ritmo a nuestra conversación porque estoy demasiado inquieta.

Cuando aterrizamos siento mis ojos inundados de lágrimas porque cuando me sentí que me fui siento una persona completamente diferente a como me siento ahora. Más fuerte, más independiente, más vivaz. Cuando vemos a mamá ya Romeo corro hasta abrazarlos junto a Sabrina. Lloro con mamá aferrada a mi cuerpo porque durante un año ni pude verla.

—Mi niña, estás hermosa—susurra mirándome—te ves tan bonita—sonrío limpiando mis lágrimas y respiro hondo cuando mamá abraza con fuerza a Sabrina asegurando que su nieta está hermosa también.

—Que lindan están—habla Romeo.

—Soy yo o estás más alto?—Él se ríe y se acerca para besar mi mejilla.

—Es bueno tenerte devuelta hermana—segura Romeo ayudando a Sabrina con sus maletas.

Mientras subimos al coche no dejamos de hablar y veo que Diana me dejó escrito un mensaje. Muerdo mi labio cuando me doy cuenta de que quiere que nos encontremos en un parque. Respiro hondo y le notifico a mamá para que me deje y luego yo volveré con ella.

—Jasper ha estado visitándonos muy seguido, siempre preocupándose de que estemos bien—habla mamá y me sobresalto ante su solo nombre sintiendo mis mejillas calientes.

—¿En serio?—susurro con sorpresa.

—Es un buen hombre—asiento con una pequeña sonrisa y ella habla de cómo han estado las cosas por acá.

Cuando me deja en el parque bajo y Sabrina me sigue. Tengo sentimientos encontrados cuando me doy cuenta de que estoy justo en el puente en que intenté suicidarme. Casi puedo verme queriendo cometer esa estupidez, que bueno que Jasper apareció ese día, porque desde entonces mi vida ha ido cambiando y mejorando para bien.

Le sonrío a Sabrina y camino para bajar. Soy una mujer fuerte, valiente, inteligente y, sobre todo, importante. Durante mucho tiempo Benjamín trató de que piense lo contrario, pero ya no más. Sé lo que valgo y es mucho, no soy como él pensó. Pero mis pasos se detuvieron cuando a la lejanía puedo verlo.

El hombre del que estoy enamorada.

 




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