Melissa Drew
— Aquella pintura me está mirando.
Volteo los ojos ante lo que exclama Alex.
— Te puedo jurar que las pinturas no miran a las personas, a menos que estén endemoniados, poseídos con algún espíritu.
La asusto y ella me golpea juguetonamente en el brazo.
— No te creas que por estar embarazada no puedo golpearte, espera a escupir a mi sobrina y te daré tu merecido.
Me río y observó una cuna hermosa, de madera blanca y con detalles color dorado.
— ¡Quiero esa!
Me acerco con la felicidad estampada en la cara y mi amiga me sigue de atrás, mis manos acarician el mueble y me puedo ver acostando a mi hija en esa cuna.
Busco a la empleada y le hago una seña de que se acerque.
— ¿Que desea señora Drew?
— Quisiera está cuna.
— Es una excelente decisión, se le puede quitar una barrera, para pegar la cuna a la cama de sus padres, ya que cuando aún son recién nacidos necesitan el cariño de la madre. - levanta una barrera y me lo enseña, si antes me parecía perfecta ahora más.
— Me la llevo.
Luego de pagar y de dar la dirección de mi nueva casa para que me lo envíen, salgo del centro comercial.
Alexa comienza a conducir mientras me cuenta todo acerca del nuevo chico que está conociendo.
— Y creo que me está comenzando a gustar, y eso es algo extraño, sabes cómo soy.
Pasamos todo el viaje hacia casa metidas en una charla larga en la que le cuento todo lo que debería de hacer para dejar de tenerle miedo al compromiso, si una persona no arriesga nunca va a ganar nada, y al menos puede decir que lo intento.
Aparca frente a mi nueva casa, nos mudamos este fin de semana, aún estamos abasteciendo de muebles las habitaciones, la nuestra es la única que está completa.
Hemos pintado la habitación de nuestra hija nosotros, no dejamos que nadie más lo haga.
Bajo del auto y Andrew, su mujer y su hija, Alexander e Isabella me reciben.
La última se acerca a abrazarme y acariciar con cariño mi vientre.
— ¿Ya pateó?
Niego con la cabeza, son seis meses de embarazo y aún no ha pateado, según la doctora eso es algo que no debe de preocuparnos tanto, pateara o se moverá cuando ella así lo quiera.
Nos adentramos todos en la casa y un olor a humo nos avasalla.
— ¿Que mierda?
Camino rápido hacia la cocina pero el humo no me deja entrar.
— ¡Joder! ¡Melissa va a asesinarme!
La voz de mi marido llega a mis oídos y frunzo el ceño a la misma vez que Alexander me toma de la cintura y me saca de la casa.
— creo que Thomas acaba de incendiar tu cocina, quédate aqui que el humo va a hacerle mal a tu bebé.
Esperamos diez minutos hasta que salen los tres, Thomas, Andrew y Alexander, los tres con la cara negra.
El primero se me acerca con carita de cachorro.
— Quise cocinarles, pero en Youtube no decía cuánto tiempo debía de dejar la carne en el horno, se me ha quemado y lo he arruinado todo.
Me hace puchero y yo me río, fuertes carcajadas salen de mi boca.
— Me río para no asesinaré por arruinar mi cocina, por tu bien Thomas Drew, que mañana mismo este como estaba antes de que me vaya.
Asiente rápidamente y yo lo acerco a mi boca pero el olor a humo me hace alejarlo.
> Ve a bañarte por favor.
(...)
— Dime una nacionalidad, un país que te guste.
Thomas frunce el ceño.
— ¿Por qué?
— Tu solo dime tu país favorito.
Confundido asiente.
— Grecia, cuando la conocí quede enamorado.
Asiento entrando a internet en la MacBook.
— Cristel Drew... ¿Que te parece?
— ¿Que significa?
— Google dice que es un nombre griego y que las que se llaman así son mujeres listas.
Se ríe entendiendo porque preguntarle lo de su país favorito.
Yo hubiese puesto mi país favorito pero sinceramente no tengo, me encantan todos los lugares que visitó por igual, no podría elegir uno solo.
— Dime otro.
— Alysa; "mujer noble y racional"
— Me gusta ese.
Tuerso los labios, a mí no tanto, siento que es muy común aquel nombre.
Los ojos me brillan ante el nombre que sigue.
— Adara; "de gran belleza y sensibilidad"
Observó a mi marido con ojos dulces mientras él me muestra una sonrisa de oreja a oreja.
— "Adara Drew" ¿Queda muy bonito cierto? - asiento- pues ese será.
Ambos chocamos nuestras palmas felices de al fin ponerle un nombre a nuestra hija.
Ya me puedo imaginar tranquila los berrinches de ella y yo llamándola por su nombre para que se calme.
Mi pequeña Adara, estoy esperando ansiosa tenerte en mis brazos, contare despacio estos meses, ahnelando poder besar tu carita.
Thomas me abraza y apoya su rostro en mi vientre cuando un fuerte movimiento lo hace alejarse.
— Puta madre ¿Que fue eso?
Me río con fuerza y apoyo las manos en mi vientre.
— Tu hija acaba de patearte, estaba preocupada por qué no se movía. -acaricio mi vientre y Thomas hace lo mismo. - ¿Te gusta el nombre de Adara cielo?
Un movimiento contra nuestras manos nos da a entender que si, que está contenta con ello.
Editado: 15.08.2021