Propuesta Millonaria

Capitulo veinticinco

Melissa Drew
 


 

— Por tu jodido bien Thomas, espero que ya tengas el bolso a mano porque ¡Aaaaaah! - un grito de dolor se apodera de mi voz.
 


 

Siento que me caigo a pedazos, las malditas contracciones son cada vez más fuertes.
 


 

— ¿Estás bien cariño?
 


 

— Estaré bien cuando me saquen a este mounstro. ¿Que carajo te hice hija? Estás matando a mami por dentro.
 


Los dolores aumentan cada segundo y no sé si yo soy demasiado dramática o estoy duele de verdad.

Thomas me toma en sus brazos y me lleva al auto, mete el bolso en la parte trasera del vehículo y luego corriendo se sienta en el asiento del piloto.

— Estoy que me cago encima Melissa, estoy a poco tiempo de ser padre.

Aprieta el volante con fuerza, al punto de que sus nudillos se tornan blancos.

Yo no puedo seguirle la conversación porque otra contracción se apodera de mi cuerpo, agarró mi vientre y ahogó un grito.

Y pensar que yo sufría dolores menstruales, diciendo que eran los peores dolores del mundo, esos no son nada en comparación lo que siento ahora mismo.

El camino al hospital se me hace eterno, al llegar Thomas me baja con sumo cuidado y con el bolso colgando en su hombro, me lleva hacia el interior del edificio, dónde unas enfermeras traen unas sillas de rueda para mí.

— Llegó el día señora Drew ¿Cómo se encuentra?

— Quiero que me la saquen.

Se ríen, yo no le encuentro nada de gracioso, Thomas tampoco ya que no deja de mover sus piernas de acá para allá, cosa que me molesta un poco.

> Estate quieto y llama a nuestras familias. - le digo antes de que me lleven las enfermeras, el asiente y sale del hospital, espero que a avisar que Adara ya viene en camino.

No voy a negar que tengo miedo yo también, de que algo se complique, de no poder ser lo suficiente buena madre como para traerla al mundo.

Respiro hondo mientras me acomodan en una camilla, yo puedo, puedo esto y mil cosas más, todas las cosas que conllevan a ser madre, despertar en la madrugada para alimentarla, pasar días en vela si es necesario, ayudarla con sus tareas, limpiar sus heridas cuando se caiga.

Pero siempre estar ahí, apoyándola, que cada vez que se caiga se de cuenta que tiene que levantarse y volver a intentarlo, porque rendirse no tiene que estar en su vocabulario nunca. Se que Thomas también va a ser un buen padre, va a darlo todo por nuestra hija, sus miedos son en vano, nuestros miedos en sí lo son.

Vamos a hacer todo lo posible para que, a pesar de sus padres, también seamos sus amigos, que no tenga pelos en la lengua al hablar de temas importante para ella.

Los ojos se me llenan de lágrimas y las contracciones vuelven cada vez más fuerte, aumentando mis gritos.

— Tranquila señora Drew, una media hora más y estará lo suficientemente dilatada, al parecer esto va a ser rápido. La niña quiere nacer ya.

Asiento en medio del dolor.

— También quiero que nazca ya.

Coloco una mano sobre mi vientre, en una hora mi hija pasará de estar dentro mío a estar en mis brazos, expuesta al mundo exterior.

De repente mis miedos son otros, quisiera tenerla siempre aquí conmigo, donde la pueda proteger. Sufrí mucho acoso cuando era más chica, inclusive cuando era niña, es horrible, el mundo está cada vez más podrido para nuestro género. Pero haré todo lo que esté a mi alcance para que mi pequeña nunca tenga malos ratos.

(...)

Aprieto la mano de Thomas con fuerza, un grito desgarrador sale de mi garganta, también de la suya ya que le he apretado muy fuerte creo.

— Puja Melissa. - la obstetra grita.

Yo también grito, todos gritamos.

— Eso es lo que hago ¿Que no ve?

Se ríe y yo me siento desfallecer, me tiró en la camilla agotada de hacer tanta fuerza y Thomas es el que me levanta.

— Tu puedes cielo, puja más fuerte.

Lo miro mal y vuelvo a pujar, sujetando su mano, mirando sus ojos que me miran con amor a pesar de que no estoy pasando por un buen momento ahora.

Me encantaría gritarle "pues ven y puja tu para que te des cuenta que no es fácil, pendejo" pero sus ojitos ilucionados por conocer a nuestra hija hace que cierre la boca, me trague mis palabras y puje.

De repente dejo de escuchar el grito de todos, de repente no escucho más nada que el llanto de un bebé inundando aquella sala de parto, los ojos se me inundan y las lágrimas caen cuando la obstetra me mira, con mi hija en sus brazos.

Luego de pujar un poco más para sacar la placenta, me recuesto a descansar y en ese momento Thomas se acerca, con algo muy pequeño envuelto en una mantita rosa.

— Cielo, te presento a Adara Drew Wilson.

La coloca en mis brazos y ella no deja de llorar, sin embargo calla cuando comienzo a hablarla.

— Shhh cariño, mami está aquí, todo está bien, ya estás con mami.

Thomas tiene muchas lágrimas bajando por su rostro y me inclino un poco para besarlo.

> Gracias por la hermosa hija que me hiciste.

— Te haré todos los que quieras. - me sonríe.

Quiero reír pero me siento muy cansada.

— Por ahora Adara es suficiente.

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En el texto hay: amor, miedos, embarazo

Editado: 15.08.2021

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