Pueblo Mágico

Capítulo 3 | Despertar en una nueva realidad.

Le miro con duda. —¿Estás segura que quieres jugar con eso?—pregunto mientras me acerco a ella y veo el conjuro, abajo hay una foto que se puede interpretar como cambio de almas.

Ella comienza a reír. —Los dos nos mostramos escépticos al venir aquí, hay que hacerlo...—responde mientras coloca el libro en la mesa. Toma mis manos y ella observa las letras del libro...

De pronto todo se pierde en una extensa nube. Pareciera que estoy en mis sueños, pero observando los últimos sucesos, en especial lo último vivido antes del cambio de cuerpos.

...

—¡Papi! Por favor, cómprame esa muñeca...—veo a una niña pequeña tirando de la mano de su padre, aunque sin hacer mucho escándalo. La niña parece tener unos 9 años.

Su padre sonríe. —Está bien... vamos—acepta, le pongo atención y su rostro me parece familiar.

La pequeña se da vuelta y logró ver que es Sofía. Pareciera que esto es el pasado... les miro pasar frente a mi para dirigirse a un pasillo rosa, ella se nota muy feliz.

Ambos se pierden en una niebla y todo se vuelve oscuro. Segundos después una luz encandecente me ilumina y me cubro un poco los ojos. Cuando nuevamente vuelvo a fijar mi mirada al frente, veo que un parque se deja ver, volteo a mi alrededor y estoy debajo de un árbol.

—¡Sofía! Ven—escucho a un chico hablar, de cabello oscuro y muy alto. No me resulta familiar.

A mi lado veo a una Sofía de 15 años, siguiendo al chico y tomándolo de la mano. Creo que ese es el novio misterioso que jamás pude descubrir, pero del cual Valeria me había hablado.

Ambos corren hacia un puente que está por encima de un gran estanque. El chico le besa mientras ambos están observando la gran vista del parque y al mismo tiempo están a mitad del puente.

El rostro de Sofía de ilumina después del beso, le hace sentir muy feliz sin duda alguna.

Detrás mío escucho una voz que sí me resulta familiar, por increíble que parece, le asocio con mi abuela, en mi mente recuerdo a una señora de cabello blanco, tez morena clara y más bajita que yo.

Volteo y veo a varios niños y adolescentes jugando, reconozco a varios. Aunque jamás en mi vida les he visto. Un jardín extenso, lleno de árboles, plantas y arbustos se deja ver. Veo a varios niños y adolescentes conviviendo, pareciera una reunión familiar, al fondo veo a unos adultos preparando lo que parece ser una carne asada al aire libre. Sobre el gran asador se ven pedazos de carne.

—Daniela... eso es trampa. Abuela mira lo que ella está haciendo...—escucho que alguien grita a mi lado. Giro un poco mi cabeza y veo a una Sofía más joven. Se ve muy feliz. —¿Sofi?—pregunto. Pero parece imposible que me escuche.

Una señora de edad avanzada está mezclada entre quienes son sus nietos. Sonriendo y disfrutando el momento. —Si hacen trampas no les haré chocolate caliente más tarde, aparte que le acompañaré con galletas... no creo que se quieran perder eso—exclama con una voz dulce.

Instintivamente sonrió al ver esa escena, parece una típica reunión familiar, en la cual todos están felices y disfrutando de la vida.

Un sonido estremecedor capta toda mi atención, giro sobre mis talones y observo un escenario nublado, triste. Llantos presentes, algunos sollozos y gritos se escuchan.

Recuerdo muy bien esta escena, aunque según yo, no la viví en carne propia.

—¡Noooo!—veo a una señora aferrándose a una caja de color café. Es un ataúd.

Es el funeral de la abuela. Me causa una tristeza profunda al ver a todos. Al fondo veo a una chica adolescente, viste un vestido negro, zapatillas del mismo color y un cubrebocas de color oscuro. Esta llorando mientras su madre le rodea con su brazo y la sobrepone a su costado.

El árbol en el cual aparecí en el parque, durante el beso, aún continúa a mi lado. Solo que esta vez las hojas están marchitadas y en el suelo, me inclino un poco y veo las hojas, mientras tomo algunas y se rompen en mis manos, un reflejo de luz amarilla ilumina el suelo, levantó la mirada y veo al fondo a dos chicos sentadas sobre la barandilla que divide el malecón y la arena de la playa. Ese lugar lo conozco bien, fue hace meses que habíamos ido a la playa, no entramos a clases y nos fuimos a ver el atardecer, tarde inolvidable.

Doy algunos pasos para acercarme, luego veo que llega Valeria sosteniendo 3 vasos con helado, se sienta junto a nosotros y disfrutamos del atardecer... sonrió por la alegría y memoria de ese día. Fue muy lindo.

Lentamente se vuelve borroso y la oscuridad invade mi vista.

—Cariño...—escucho una voz y siento una mano sobre mi frente.

Despierto de inmediato. Lo primero que veo es a mi madre. Una lluvia de recuerdos, memorias y fuertes punzadas se hacen presentes en mi cabeza, como si comprimieran todo mi craneo. —Ah...—me quejo mientras me llevo mis manos a mis ojos.

Es como una descarga de emociones y recuerdos. Recuerdo muchas cosas que siento haber vivido.

Descubro mis ojos y veo a una señora de cabello ondulado color negro. De mediana edad y tes blanca, lleva lentes. Aparte que parece estar muy preocupada, es mi madre; Elisa.

—Hace rato vine a verte y estabas bañada en sudor, aparte que te quejabas mucho, sonó la alarma y no te despertabas... ¿Qué sientes?—me pregunta en voz baja mientras baja la intensidad de la luz y me descubre de las sábanas y cobijas.

Yo no atino a responder nada, acabo de recibir literalmente una descarga eléctrica, solo que de recuerdo y emociones. Lentamente comienzo a ubicarme, siento que soy como una especie de smartphone, cuando se reinicia y aparece un mensaje tipo: Actualizando fecha y ubicación.

Suspiro. —Tuve unos sueños un poco raros... y ahorita solo me duele la cabeza, pero creo que estoy bien—intento incorporarme pero se me dificulta y mi madre me detiene.



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En el texto hay: cambio de cuerpos, brujas, magia

Editado: 20.11.2024

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