Vuelvo a mi hogar, tomo mi mochila y me sorprende un poco que mi madre no haga un comentario sobre Arturo.
Camino por la sala, voy a la cocina por algo de beber y dejo la mochila sobre el sofá. Llegó a la cocina y abro el refrigerador, tomo una botella con refresco y tomo un vaso para servirme.
Escucho que mi madre coloca las llaves del auto sobre el mueble a un costado de la puerta principal. Le escucho dar unos pasos hacia la cocina, hasta que se deja ver con una sonrisa. Ya es de esperarse lo que dirá.
—Veo que ya te volviste a lanzar a los brazos del amor—exclama mientras esta recargada sobre la pared mientras me observa con una sonrisa.
Le lanzó una mirada de fastidio. —No es lo que parece... es solo un chico del bachillerato. Se quiso quedar conmigo, no se porqué—contesto mientras coloco el vaso sobre el fregadero.
Ella ríe. —Estaba cuidando lo que le gusta...—levanta sus cejas.
Yo sonrío. —Me protegió, ya que sabe que está cuidad es súper insegura, y dejándome en medio de toda esa bola de chicos morbosos... aparte que por algún motivo sabía que me dejaron abandonada ahí, pésimo servicio, además de impuntual—contesto con ironía.
Ella suelta la carcajada. Se da la media vuelta y hace una seña de "habla con mi mano" mientras se retira. —Pues mi reina, mañana podrás pedir uber y así no tendrás que batallar y decir que el servicio es pésimo—responde mientras se va, con una sonrisa.
Yo río. —Mami, bromeaba...—camino hacia la sala por mi mochila, la tomo para subir e ir detrás de mi madre. —¡Mamá! Estaba jugando...—agregó mientras subo las escaleras.
Río yo misma, mientras camino por el pasillo hacia mi habitación. Me causa gracia lo que dije. Abro la puerta de mi habitación, y lanzo mi mochila a la cama, para ir a la habitación de mi madre.
Su cuarto se encuentra a un costado del mío, frente a nuestras dos habitaciones, del lado izquierdo, se encuentra una gran alcoba de invitados. Me deslizo por la pared hasta llegar al marco de roble que rodea a la puerta de su habitación.
Me acerco y le abrazo mientras ella está sentada sobre la cama, observando unos archivos en su laptop. —Estaba jugando...—recalcó mientras me inclino un poco y recargo mi mejilla en su hombro.
Ella ríe. —Te perdono. Pero háblame de tu amiguito nuevo—gira un poco su cabeza y me lanza una sonrisa pícara.
Ruedo los ojos. —¡Eres increíble!—me coloco frente a ella, aprovecho a la mínima oportunidad para sacar el tema. —Es solo un amigo... lo juro. Él dijo que se quiso quedar a hacerme compañía, había hablado muy poco con él, es medio tímido. Pero es un chico agradable, su compañía fue buena aparte que ya casi no había nadie. Me causo un poco de risa que se gasto el dinero apartado para su uber; en parte eso influyó para que le pidiera que subiera al auto—respondo mientras cruzo mis piernas mientras estoy sobre la cama.
Mi madre me escucha atentamente. —Te veías muy sonriente mientras él estaba allí. El chico es guapo—añade mientras cierra su laptop.
—Tiene lo suyo. Dicen que los raros siempre tienden a ser lindos. Supongo que este es el caso—digo mientras sonrío.
Veo que ella parece recordar algo. Le inquiero, porque me causa curiosidad saber que está recordando.
Ella sonríe. —Recordé a tu ex novio, Berth. Casi te querías suicidar cuando terminaron... decías que no había futuro sin él. Te deprimiste y solo te encerraste en tu habitación, no querías comer y estuviste varios días de mal humor... ay, nena. Me dabas tanta ternura y tristeza...—narra mientras yo entrecierro los ojos.
Siento una incomodidad y vergüenza al escuchar eso. Lo recuerdo, es como sí lo hubiese vivido. —Ya había olvidado eso... ademas fue hace 3 años y en verano... gracias a dios, madure—contestó mientras niego con la cabeza y me llevo una mano a mi rostro para masajear mis ojos mientras suelto una pequeña risa.
Mi madre suelta la carcajada. —Recuerdo que tu padre quería ir a la casa de Berth, y sacarlo de ahí para dejarle un recuerdo en su rostro. Por suerte lo detuve—comenta mientras se cruza de piernas y sonríe al recordar.
—Me acuerdo que estuve llorando mucho en mi habitación, mi almohada terminó toda empapada. Es que era de los primeros chicos con el cual entablaba un lazo muy fuerte, por eso me dolió. Me visualicé una vida entera con él. Ya hasta me miraba a futuro casándome y todo. Ay, no...—agregó mientras me vuelvo a acomodar en una posición más agradable, y así no sentir que mis piernas se entumen.
Mamá asiente. —Me paso lo mismo, como a los 14 años. Tuve mi primer novio, duramos casi un año. Era un chico muy detallista y lindo, de algún modo creí y me visualizaba con él a futuro. Creí que sería como en los libros o en las historias de Disney. Pero pues siempre pasan cosas, y nos terminamos separando, me puse triste. Pero no me agarre gritando, llorando y queriéndome suicidar, como algunas chicas que he visto—sonríe mientras me observa. Claramente se refiere a mí.
—Ya no me recuerdes eso—le digo, un poco fastidiada con el tema. Es vergonzoso recordar eso, más porque parece que fue ayer.
—Está bien, esta bien. Tu amigo Alan te ayudo bastante en ese entonces, es un buen chico... de hecho creíamos que terminarías en una relación con él—señala mientras charlamos.
Yo niego entre risas. —No, no. Es solo mi mejor amigo... es súper agradable y lindo. Pero no. Algunas amistades así deben quedarse... nuestra relación así debe quedarse—sonrió.
—Nunca digas nunca. Por cierto, ¿hoy fue a la escuela? No le mire ahí. Ayer no me contaste que tal la pasaron en su expedición—me pregunta mientras de su cajón toma una caja en forma de corazón, trae muchos chocolates kisses, me ofrece unos y acepto para comer.
Tomo un chocolate en mis manos y lo llevo a mi boca. —Ayer anduvo conmigo, creo que te lo había dicho. La pasamos muy bien, también estaba Valeria. Y pues hoy se fue con sus amigos. Supongo que... a hacer cosas de chicos—contesto con una sonrisa.