Darren
- ¿Cómo te fue anoche con tus padres? – pregunta Benjamín mientras caminamos hacia nuestros asientos en la cafetería para almorzar.
- Fatal – digo un poco frustrado – sin salida por 1 semana y por poco me quitan el móvil y la camioneta, sólo puedo ir de la casa al instituto y viceversa – murmuro indignado.
Pasamos junto a la mesa de los jugadores y nos sentamos lejos de ellos al fondo, ignoro la mirada que me da Matthew al pasar junto a él y algo en mí se alegra al ver que no soy el único que tiene un moretón de muerte en el ojo, incluso a él lo he dejado peor.
Por irónico que parezca, aunque Ben y yo pertenecemos al equipo de básquet de la escuela y parecemos los típicos chicos atletas, no somos como el resto del equipo, desde hace muchos años solo somos Ben y yo, sentados en el fondo de la cafetería, mientras las chicas rodean la mesa donde se sientan los demás jugadores, un tanto cliché, pero cierto.
- Lástima que esta semana sea la fiesta de Anny – me dice Ben dando un mordisco a su hamburguesa y yo sonrío.
- Créeme, eso es lo único bueno que me ha salido de este castigo – me encojo de hombros ante la mirada que me da y comienzo a comer.
- Pero ella sigue interesada – dice obvio y no niego.
- Ya te he dicho que me arrepiento de haber sido su novio, pero ella no deja de estar encima insistiendo y eso molesta muchísimo.
- Y hablando de la reina de Roma... - escucho que dice Ben mirando sobre mi hombro y cuando me volteo gruño.
Anny viene hacia acá, todo 1.74 cm de alto, toda curvas, cabello rubio y exceso de maquillaje; la verdad no sé en qué pensaba cuando le pedí que fuera mi novia, o la verdad sí, su interés fastidioso y la apariencia.
- Darren – saluda cuando llega a donde estoy sentado - ¿Te veo el sábado en mi fiesta? – pregunta con su voz un tanto chillona.
- Anny – digo a modo de saludo – lo siento pero ¿ves esto de aquí? – le pregunto señalando mi ojo morado – estoy castigado por toda esta semana, no hay salidas ni fiestas para mí – digo levantándome y poniendo la mochila sobre mi hombro – ahora si me disculpas... tengo que llegar a clases – digo pasando por su lado y despidiéndome de Ben que me mira divertido, camino al salón de literatura, la última materia antes del tormento de detención.
Entro al salón mucho antes de que la clase comience, aún estamos en hora de almuerzo así que no hay casi nadie por acá. Dejo mi mochila en el asiento de primera fila y sentándome saco el libro que tenía guardado en la mochila y continúo la historia por donde la había dejado anteriormente.
La clase comienza a llenarse poco a poco y lo noto por el rabillo del ojo mientras continúo con mi lectura, finalmente escucho como la puerta se cierra y sé que es hora de guardar el libro y comenzar a prestar atención a la clase.
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Dos horas después me veo en lo que será mi rutina para esta semana, caminando en dirección contraria al resto de los estudiantes directo al salón de detención, entro y por lo que veo, solo seremos 2 el día de hoy. Cierro la puerta y antes de que la profesora me mande, me siento al fondo del salón, algo cerca de la pequeña chica que nuevamente tiene la cabeza metida en el cuaderno, dibujando, escribiendo o haciendo algo que tal parece es lo que ocupa la mayoría de su tiempo.
Saco mi libro nuevamente y lo abro por donde quedé, pero mientras leo no puedo evitar que mi vista se desvíe hacia la chica. Hoy trae un pantalón negro y un sweater vinotinto que le queda un poco grande, con unos zapatos del mismo color, lleva el cabello de igual forma suelto y puedo distinguir su ceño levemente fruncido mientras traza algo en su libreta. Lleva una capa de maquillaje, y si mis ojos no me engañan, hay un moretón tapado con base en su pómulo derecho, que es el que puedo ver. Algo dentro de mí se remueve incómodo e intrigado y vuelvo la mirada a mi libro.
Página tras página las 2 horas pasan más rápido de lo que fueron el día anterior y me veo a mi mismo guardando el libro en la mochila antes de colgarla sobre mi hombro y de forma pausada, esperando que la chica salga delante de mí.
Camino casi junto a ella cuando salimos del salón, pero a diferencia del día anterior no camina hacia el estacionamiento ¿no trajo su auto?, trato de no pensar en ello cuando tomo el camino opuesto a ella y llegando al estacionamiento subo en mi camioneta.
Salgo del estacionamiento y no puedo evitar fijarme en la pequeña chica que camina perezosamente por la acera desolada, frunzo el ceño y por puro impulso me detengo a su lado bajando el vidrio de asiento del acompañante.
- ¿Qué haces? – pregunto y suena muy estúpido. La chica se detiene y me mira a través de la ventana y puedo confirmar que es un moretón lo que tiene en el pómulo, aunque el maquillaje lo disimula muy bien.
- ¿Qué no es obvio, estoy caminando? – responde cortante mirándome a los directo a los ojos y puedo notar que los suyos son café oscuro, casi negros.
- ¿No quieres que te de un aventón? – pregunto a continuación y ella frunce el ceño y aparta su vista de la mía.