Luis volvió a su casa y aunque pensé que volvería a mi aburrida rutina, no fue así. Matías había cambiado radicalmente y compartía conmigo mucho de su tiempo, incluso ya no salía tanto con Tomás y cuando lo hacía volvía temprano a casa, pasaba por mi habitación y me daba un beso en la frente. Yo me hacía la dormida, me abrumaba la atención que me destinaba.
Una tarde en que veíamos un documental sobre los vínculos entre los humanos, comenzamos una discusión sobre el tema que nos llevó por diferentes caminos hasta que él me confesó que la primera vez que había mantenido relaciones sexuales contaba con diecisiete años, entendí que esperaba que yo hiciera mi confesión pero la realidad era que no tenía nada para decir. El silencio fue extraño, cambió de tema y de inmediato volvió a poner el documental. Antes de irnos a dormir, sentí la imperiosa necesidad de contarle la verdad y así lo hice.
—Mati —lo llamé, manso volvió sus ojos hacia mí— recién no dije nada porque yo soy… virgen.
¿Cómo describir su reacción?
Por un momento pensé que la mandíbula se le había desencajado. Asintió abriendo y cerrando la boca sin decir una palabra y se perdió por el pasillo. Algo en mi confesión lo molestó porque otra vez empezó a evitarme.
Mis papás me invitaron a pasar una semana con ellos en Bariloche, decidí aceptar para alejarme un poco de la rutina y de lo que Matías me hacía sentir.
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Gracias por acompañarme en "Puedo verte". Vamos a hacer una pausa, dejando que Aitana disfrute en el sur argentino, para poder conocer un poquito más a Matías.
Los capítulos siguientes los relata él.
¡Qué difruten!