Seis años después…
Estaba nerviosa, había llegado el momento de rendir la última materia para finalmente ser una ingeniera civil. Matías, mis papás, mi hermano y Luis me esperaban afuera.
Los profesores que conformaban la mesa, me felicitaron por mi buen desempeño, era la alumna con el mejor promedio de la carrera. Salí en busca de mi familia con una sonrisa dibujada en el rostro. Mati fue el primero en verme, no necesitaba palabras para saber cuánto me amaba, sus ojos me lo decían todo. Luis rompió el silencio.
—¡Ahí viene! Seguro desaprobó, cómo es tan mala alumna.
Mi mamá pretendía abrazarme, pero no alcanzó a hacerlo. Tomás me vació un paquete de harina en la cabeza, llegaron los huevos y el papel picado. Me subieron en el baúl del auto de mi novio y me pasearon por toda la ciudad. Llegué a la casa que Mati había comprado para los dos, sus pinturas estaban vendiéndose muy bien, y me duché para la cena de gala que me habían preparado.
Ni bien cerramos la puerta, me acorraló contra ella. Ubicado detrás de mí, los dos vestidos, me regaló un orgasmo como el primero que habíamos compartido en la casa de mi compañera de curso.
—Tengo más regalos para vos.
—¿Más? —pregunté sabiendo que nada sería mejor que lo que acababa de darme.
Me tomó de la mano y me llevó hasta la habitación que utilizaba como taller. Quitó el lienzo que cubría la última pintura en la que había estado trabajando. Nos había dibujado a los dos, enredados en nuestra pasión, completamente desnudos.
—Amor, es increíble. El nivel de detalle que sos capaz de plasmar me asombra cada día —me di vuelta porque no obtuve respuesta— ¡Oh! —exclamé al verlo mientras sostenía una cajita forrada con terciopelo negro.
—¿Se casaría conmigo, ingerniera Taleb?
Me lancé sobre él con un grito de triunfo y terminamos haciendo el amor en el piso de su taller.
—Te voy a volver a pintar, pero esta vez a vos sola, así como estás ahora llena de pintura por todos lados.
—¿Qué dirían los medios sobre el famoso pintor, Matías Dottavio, si supieran que tiene un fetiche con la pintura sobre el cuerpo de su futura esposa?
—Se morirían de envidia porque es un espectáculo solo para mis ojos —sentenció.
Me liberé de sus manos, y me puse en pie sabiendo que esta “batalla” la ganaba yo.
—Igualmente, lamento decirte que no vas a poder pintarme a mí sola, —aclaré mirándolo a los ojos.
—¿Por qué? —preguntó sin saber que su vida estaba a punto de cambiar.
—Porque no estoy sola —expliqué acariciándome el vientre.
Mi futuro marido, tan picante en sus respuestas, quedó petrificado una vez más con la mandíbula rozando el suelo.
—Bueno, cuando decidas reaccionar sabés dónde encontrarme —terminé mientras caminaba hacia el baño.
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Este NO es el final.
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Gracias por leerme.
María Florencia.
IG: mariaflorencia.39