Mientras Mery y yo atravesábamos la reja del hospital no podía sacar de mi mente aquella oleada humana que habíamos presenciado momentos antes y de los cuales no quedaba nadie en el camino era como si cada uno de ellos supiera a ciencia cierta que debía hacer con el resto de su eternidad y tan solo esperara el momento para cumplir con aquel destino que tanto habían soñado.
No hablamos mucho después de salir, durante varios días solo permanecimos caminando sin decir mayor cosa, tan solo disfrutábamos de nuestra compañía, del silencio y de la posibilidad de contemplar un paisaje de rocas abismos y el sonido del mar en el fondo del acantilado. Fue bajo estas circunstancias que nos detuvimos a descansar en un conjunto de rocas que nos proporcionaban una sombra casi perfecta. En aquel instante aproveche para cambiar los vendajes, comencé retirando las vendas de sus pies, no recordaba el bello cuerpo que tenia y que poco a poco quedaba al descubierto, las heridas se encontraban en franca mejoría pero aún debía permanecer con los vendajes por algún tiempo, después de mucho tiempo pude sentir el contacto de otro ser humano, fue muy gratificante. Mery se recostó y pude ver como claramente nuestra caminata la tenía exhausta. Así que me recosté junto a ella respire profundo y le comencé a hablar de todo lo que había pensado en los días previos de cómo al final todo había salido bien, que me alegraba mucho el contar con su compañía nuevamente y de todos aquellos pensamientos que había tenido en aquel hospital. Ella me comento de cómo había sido su rapto desde la playa y de cómo me había visto seguir el cortejo hasta perderme de vista en la neblina, que no había sido tratada mal pero que no había sido feliz, - en realidad Julián, pensé que comenzaría mi tormento eterno. – Nuevamente el aire fresco del mar lo rodeó todo y así tranquilos serenos y si puedo decirlo felices nos quedamos dormidos uno junto al otro, con tan solo el roce de nuestras cabezas para recordarnos que no nos encontrábamos solos.
Luego me encontré nuevamente en el jardín del hospital, junto a Anuar y Mery, nuevamente el arbusto había caído y todo lentamente desaprecia ante nuestros ojos, pero esta vez algo era diferente, al mirar aquel edificio lo vi morir, extinguirse en un mar de olvido, y al dar su ultimo aliento pude ver como de su boca salían una cantidad descomunal de palomas, rojas, blancas, azules, de todos los colores, unas se sumergían en el mar y se transformaban en delfines, otras se estrellaban contra las rocas y del polvo salían miles de caballos salvajes, briosos llevando al exceso sus extremidades para correr cada vez mas y mas rápido, mientras esto pasaba las que aún continuaban en el firmamento se habían transformado en halcones volando cada vez mas alto y veloz. Uno a uno tomo el rumbo que su corazón les ordeno y al final cuando todos habían desaparecido en el horizonte pude ver claramente como el atardecer se transformaba en ocaso y este en la noche mas estrellada que jamás hubiera visto nunca, luego las estrellas comenzaron a moverse muy rápidamente en dirección al ocaso, cada vez y mas y mas rápido hasta que el movimiento constante de estrellas hizo que regresara nuevamente el atardecer. Cuando regrese la mirada al hospital este había renacido las flores en el jardín se encontraban en botón, Anuar me sonreía y me decía gracias ofreciéndome la mano en señal de gratitud cuando me estire para responder el saludo fui jalado por una fuerza sobre natural que me arrojo nuevamente a la realidad y a mi posición actual.
Cuando me desperté Mery se encontraba de pie sobre una roca, me sonrió y me preguntó si había tenido bonitos sueños, a lo cual le respondí que mas que bonitos los sueños en este lugar eran extraños, como todo a nuestro alrededor. Y ella nuevamente me sonrió y me dijo que eso era imposible, - Nadie a soñado ni soñara nada en el infiero, recuerda donde nos encontramos. Pero por ahora ponte de pie quiero enseñarte algo.-
Cuando me puse de pie y me ubique junto a ella pude observar a la distancia un sendero entre las rocas y el mar, este se perdía en el horizonte. Le sonreí a Mery y le dije que tal parece que nuevamente el destino nos conducía hacia una nueva aventura. Ella solo se limito a suplicar que no fuera tan traumática. Así que me lance de la roca y le ofrecí mi mano para que descendiera y ponernos en camino, - sabes una de las cosa que jamás espero que cambien en ti es tu caballerosidad. – yo le sonreí, fue extraña la manera en que la dijo me trajo a mi mente un recuerdo tan bajo que aún no logro ubicar el tiempo y el lugar en donde lo escuche por primera vez.
Al poco tiempo nos encontramos con un sendero formado por el constante camino de personas, el paso de miles de almas formaron el contorno de este lugar hasta hacer un camino de roca en donde nuestros pasos se encontraban constantemente con los trazos de otros perdidos en el tiempo. En realidad estábamos redescubriendo una historia y haciéndonos parte de ella al mismo tiempo. Cuando le mencione estos pensamientos a Mery ella tan solo se limito a decir – piensas demasiado esto tan solo un sendero que decidimos tomar-
Pronto el sendero comenzó a cambiar y a tornarse mas y mas escabroso, nuestros pasos nos condujeron rumbo a los acantilados y aun sendero que parecía desaparecer en ocasiones, perdiéndose en los riscos, al final nos encontramos caminando uno detrás del otro tan solo para no caer al océano. Transcurrieron varias horas sin que siquiera tuviéramos el lugar apropiado para poder descansar, nuestra única alternativa era seguir adelante sostenidos por nuestros pies y brazos a la deriva del viento, comunicándonos a gritos para poder opacar el rugido del mar. Con el pasar de las horas nuestras manos se iban cansando hasta que al final Mery me grito que no podía mas y que se iba a dejar caer, le grite que no se atreviera que se concentrara en mi voz, que debía seguir, le gritaba tantas cosas que ahora no se ni que le dije solo se que en el fondo no quería perderla nuevamente. Le grite todo y nada, le ordenaba seguir y cuando desfallecía le suplicaba que no me dejara nuevamente solo. Le pedía permanecer a mi lado y cando mis suplicas no obraron efecto la tome de la mano y le dije que si ella caía los dos caeríamos pero que no la abandonaría, que no iba a permitirle dejarme nuevamente solo. Fue así como pudimos salir de aquellos peñascos. Cuando por fin encontramos un resguardo para poder descansar nos sentamos uno detrás del otro para poder servir de espaldar y así descansar mejor.
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Editado: 20.03.2020