Purple Eye [cada Jueves Nuevo Capítulo]

The Children Residence

Suspiro y respiro lentamente para poder calmar mi tristeza, una tristeza causada por la muerte de mis padres, una tristeza grande e incontrolable. Inhalo... Exhalo... Y no parece estar funcionando; sigo estando triste, sigo estando rota.

Bill me da un abrazo para calmarme; sin embargo, tampoco es de ayuda; sólo pienso que él mató a mi madre, pero sé también que no es su culpa, pues no sabíamos que era ella.

Él se disculpa conmigo por lo que hizo, pero no debería; pues él lo hizo porque me iba a matar, él me defendió.

Él me pregunta si quisiera darle un digno adiós a mi madre; yo, por supuesto, acepté.

Tomó el cuerpo de mi mamá con delicadeza y lo llevó al jardín. Yo voy tras él, pero al pasar por la habitación de herramientas, tomé la pala para poder enterrarla dignamente en el jardín, justo al lado de su árbol favorito, aquél al que todos días iba para descansar, leer un libro o simplemente admirar la naturaleza... esa que tanto veneraba.

Salimos de la casa y fuimos hasta el oyamel que había plantado en nuestro jardín. Tomé la pala y cavé un hoyo junto a él lo suficientemente grande para que pueda poner dentro de él a mi fallecida madre.

Bill la puso lentamente dentro del agujero cavado y nos callamos por un minuto para mostrar un poco de respeto. Tomé la pala una vez más y comencé a regresar la tierra al hoyo; y así —de esta forma— cubrir a mi madre.

Comencé a llorar sobre la tumba casera de mi mamá, pero —justo cuando la primera lágrima cayó sobre mi madre— un hombre alto, con pelo corto color miel y vestido con un elegante traje nos dijo las siguientes palabras: "Por favor, suban a mi vehilar. Es una orden", acto seguido, mostró una placa que mostraba su autoridad. Nosotros obedecimos de forma automática, pues debíamos hacerlo.

Nos subimos al vehículo y, como estaba en busca de respuestas a mis dudas, comencé a preguntarle al hombre algunas incógnitas:

—Emmm... D-Disculpe. —Dije con algo de nervio.

—¿Qué necesita?

—¿Adónde vamos?

—Nos dirigimos a un lugar que se construyó hoy mismo llamado: "The Children Residence".

—¿Por qué se llama así?

—Es para llevar a todos los menores de edad a que vivan en ese lugar.

—¿Por qué, qué sucedió?

—Verán... Emmm... ¿Cómo les explico?... Emmm. ¿Algún familiar murió hoy recientemente?

—Sí... ¿Por qué?

—¿Acaso se volvió loco y trató de asesinarlos?

—Sí... ¿Cómo lo sabe?

—Lo que pasa es que, al finalizar lo sucedido con El Puprop, algo más arrasó la ciudad. Apareció una entidad que hace que una persona adulta pierda la cordura y trate de asesinar a los que están cercanos a él. Cuando estas personas ya asesinaron a varias, ellos mismos acaban suicidándose. Todos tenían en común que tenían los iris totalmente morados, tal como El Puprop.

—¡Eso es horrible!

—Así es. Ahora, sólo quedan vivos los que tengan menos de 18 años; a excepción del alto mando de la autoridad, como yo.

—¿Y es por eso por lo que nos llevan a un mismo lugar?

—Ciertamente.

Tras haberme enterado de todo esto, pensé: "Ya no hay duda, todo esto fue causado por Purple Eye, ese maldito es responsable de todo esto".

Después de treinta minutos de viaje, llegamos a aquel extraño lugar. Estaba hecho de una lisa capa de cemento sin algún elemento de decoración. Frente a él, se encontraba una puerta gigante hecha de madera y algunos adornos de metal.

El vehilar entró por la puerta y se estacionó justo después de la entrada. Bajamos del auto y el conductor volvió a la ciudad, posiblemente a buscar más niños que aún sigan vivos.

Bill y yo nos miramos y, tras observar la reacción del otro, volteamos para ver lo que había tras nosotros. Allí se encontraba una monumental habitación con una gran cantidad de menores reunidos, todos escuchando a un hombre que se encontraba sobre una alta mesa, dando un discurso.

"Puede que sus padres hayan muerto, ¡Pero aún hay esperanza dentro de este lugar!", dijo el hombre con ánimos que llegaban hasta el cielo. "Aquí podrán vivir una vida normal, tal vez humilde, pero lejos de las preocupaciones", aclaró el hombre mientras daba esperanza a los niños que se encontraban escuchando.

El hombre comenzó a organizar a los menores, repartiéndolos por las diferentes camas y las actividades que empeñarían. Él mostró también la ubicación de la nueva Purplace, para que puedan pasar un buen rato los miércoles.

El hombre nos llevó a nuestra habitación. Ésta tenía aspecto sucio y descuidado. Contenía ocho diferentes literas con camas que tenían colchones de baja calidad que, para las condiciones actuales, es digno de agradecer.

Tras mostrarnos nuestras camas, el hombre nos explicó que ya no tendríamos que cursar lo que quedaba de la preparatoria, pues se nos necesitaba para realizar otras labores más importantes, ya que éramos los que tenían más edad entre los menores. Ahora nos dedicaríamos a la cosecha de alimentos.

Bill y yo aceptamos, pues ahora sería nuestra obligación por ser los 'adultos' de los que ahora quedan vivos.



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En el texto hay: dioses, muerte y sangre, suicidio y depresion

Editado: 06.08.2020

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