Purple Eye [cada Jueves Nuevo Capítulo]

Montaña Rusa

—¿Qué haces aquí, Bill? —Respondí con notable confusión tras el peculiar pero misteriosamente agradable saludo de parte de él.

—Tenemos que hablar. —Bill aclaró de forma seria y directa.

—De acuerdo. —Seguí estando realmente confundida. Hace pocas horas tenía grandes ganas de asesinarme, ¿por qué ahora elegir la opción de la tranquilidad?

Bill se acercó y me tomó del brazo para llevarme a un lugar al que sentarnos, en este caso las escaleras que llevan a la entrada trasera de la Purplace. Aún era capaz de oír los gritos de la multitud al otro lado del establecimiento, sólo espero que mi familia y Peter tengan la habilidad suficiente como para retenerlos el tiempo necesario.

Una vez puestos en nuestras respectivas posiciones de sentado, decidí quedarme callada para que Bill comience con la conversación. No sé exactamente lo que sucederá, pero lo único que puedo esperar de él es la mínima cantidad de positividad, o de lo contrario me partirá en dos aquí y ahora.

—Ane... No sé cómo iniciar con este asunto del cual quiero hablar. Sé que estás asustada de lo que estoy a punto de decirte, pero no hay razón de estarlo, no es algo con aires negativos. —Finalmente comenzó con la plática.

—Me alegra, por un momento supuse lo contrario. —Estoy aliviada, el asunto no tiene nada que ver con el odio que me tiene.

—Perfecto. De acuerdo, mejor voy al grano de una vez. He estado pensando mucho este tiempo en el que estábamos en nuestras respectivas pruebas y me di cuenta de algo importante. El odio que tenía hacia ti no fue más que simple egoísmo y prevención de vergüenza. ¿Recuerdas que te dije que la razón de mi odio era que siempre vivía en tu sombra? Lo cierto es que tú no me obligabas a estar en ella, yo era el que quería vivir allí. Además, una vez los ataques comenzaron, un pensamiento de arrepentimiento empezó a rondar en mi cabeza; sin embargo, seguí ayudando a Yaltinga por la vergüenza que me provocaría decir que cambio de opinión. Una vez dicho todo lo anterior, sólo me queda pedirte perdón. Perdón por hablar mal de ti, perdón por odiarte sin razón alguna, perdón por ayudar a Yaltinga, perdón por ser causa de todo este caos y perdón por todo aquello que hice mal en la historia de nuestra amistad. Lo único que necesito es que apruebes estas disculpas, eres lo único que tengo en esta situación y me dolería mucho perderte a ti también. Ante todo esto, ¿qué dices?

[...]

—Yo... No tengo nada que responder. —Las palabras que de la boca de Bill salían me paralizaron. Cuando él reveló su extremo odio hacia mí, estaba por completo segura de que no se retractaría, pero obviamente estaba equivocada.

—No te preocupes. Era lo único que quería decir. No hay problema si no quieres perdonarme, sólo necesitaba abrirme ante ti y al menos, que sepas que estoy arrepentido por mis acciones pasadas.

—Bill... Yo... Te perdono. Creía que nunca volvería a hablar contigo como amigo de nuevo. Yo misma era con la que estaba enojada, no tú; y por un momento me culpé por haberte puesto en aquella sombra sin ni siquiera cuestionar lo que querías. Yo también tengo gran parte de la culpa, no sólo tú.

Él y yo nos quedamos viendo por un segundo, para acto seguido acercarnos para darnos un fuerte abrazo en señal de la reparación de nuestra amistad. El abrazo fue bastante duradero, nos fue difícil soltarnos al final. Soy capaz de sentir una fuerte sensación de alivio y alegría. Temía que la última persona que me quedaba me tuviera un rencor incontrolable por siempre, pero todo cambió para bien después de todo.

Una vez finalizado el abrazo, sonreímos a la vez, en señal de mejoría emocional. Unos segundos pasaron mientras la sonrisa no se nos borraba del rostro, cuando todo se derrumbó.

Tras nosotros, dentro de la Purplace, un estruendoso, rápido y con un alto volumen sonido se nos fue capaz de percibir fácilmente. Era como el disparo de un arma pequeña pero poderosa.

Inmediatamente, Bill y yo nos levantamos del susto que aquella onda auditiva produjo milisegundos atrás. Acto seguido, el cielo se decoloró a un color púrpura obscuro, parecía ser de noche, pero sin el característico azul seminegro. Al ver ese color, instantáneamente las letras "Yaltinga" recorrieron mi cerebro e incluso mi boca en forma de voz baja, susurrando. Al decirlo, Bill volteó a verme, asustado por lo que ocurriría en el futuro.

Tras el cambió de reflección de ondas de luz repentino del cielo, pudimos escuchar como la puerta trasera de la Purplace se abría de forma ruidosa, siendo azotada sin piedad. De la salida de la parte trasera, salió mi familia y Peter Walker; sin embargo, ya no actuaban como ellos, ahora estaban con los ojos al mismo estilo de Yaltinga; él los usaba como herramienta para aniquilarnos. Tenían en sus manos machetes, hachas, cuchillos y un sin fin de herramientas para finalizar con nuestra vida de una vez por todas.

Comenzaron a acercarse lentamente hacia nosotros, tomando sus armas cada vez con más fuerza, haciéndonos ver que no tendrían piedad alguna.

Bill y yo retrocedimos lentamente, asustados y aterrorizados. Lo único que pensaba era en prepararme para mis últimos minutos de vida, asesinada por mi propia familia creada por Yaltinga.

Este es el final. El final de nuestra historia. Una historia que venimos perdiendo desde el momento en el que empezó. ¿Cómo fue que creímos que venceríamos a un ente tan poderoso como lo es Yaltinga? Él tenía razón. Somos humanos, inútiles y torpes humanos. A pesar de reconocer nuestro destino, sigo retrocediendo lentamente, a causa de mi pequeña pizca de esperanza, que en el fondo sé que es en vano, un fondo que repite una y otra vez: "La esperanza alimenta la eterna miseria."



#9109 en Thriller
#5254 en Misterio
#1881 en Terror

En el texto hay: dioses, muerte y sangre, suicidio y depresion

Editado: 06.08.2020

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.