Derek
La sangre me hierve de furia y deseo. Ilusamente esperaba que mi ángel se debilitara al verme, pero no, fue firme, pese a que se le notó que todavía siente atracción por mí.
No puedo sacarme de la cabeza lo perfecta que se ha vuelto. Si antes me encantaba, ahora lo hace al doble, más aún con ese aire de mujer inalcanzable que tiene. Ella piensa que con esa arrogancia me va a dejar fuera de su vida, pero no es así, me encanta, es todo un reto. Sé que podré volver a conquistarla, que me ganaré su perdón y que viviremos felices para siempre con nuestros hijos.
Nuestros hijos. Me sentí muy tentado a perseguirla para que me dejara conocerlos; sin embargo, preferí abstenerme. No quiero que la primera impresión que se lleven de mí sea mala, por el contrario, quiero agradarles desde el primer momento, que me vean como alguien civilizado. Podré haberme equivocado con su madre, pero no lo haré con ellos.
Protegeré los sentimientos de mis tesoros. Sí, eso son ya para mí, lo más hermoso que me ha ocurrido, luego de haber conocido a Keira. Saber que tengo dos preciosos hijos con ella me hace el hombre más feliz del mundo.
Después de dejar mi hermoso auto en ese famoso taller, me subo a la camioneta en el que me ha recogido mi chófer. Dispongo de uno para viajes largos o para situaciones como esta, pero por lo general conduzco yo, me gusta la velocidad, la libertad que me da el conducir.
Aunque hace más de cuatro años que no lo disfruto como antes. Keira era mi fiel compañera en los trayectos, pese a que le compré su propio auto. Adoraba que pusiera esas ridículas canciones románticas y que me cantara con su dulce voz. Esos instantes tienen que regresar a mí, junto a dos angelicales voces infantiles.
No puedo perder a mi familia, haré lo que sea para lograrlo.
—Vamos a la oficina, Darren —indico y vuelvo a voltear hacia el taller. Mi mejor amigo me lo recomendó, así que espero que hagan un buen trabajo, ya que no solo van a rodar las cabezas de los mecánicos, sino también la suya.
La camioneta se enciende con un suave movimiento y arranca. Yo, mientras tanto, enciendo mi Tablet y miro la información que mi secretaria me ha enviado para la junta. De nuevo tengo a otra persona mayor, no quiero involucrarme con nadie de la oficina, menos ahora que encontré a Keira.
Me aprendo de memoria los costos de los nuevos juguetes que se van a lanzar al mercado. Esta vez se trata de una cámara en forma de celular y de uso rudo para que los niños puedan fotografiar y grabar todo a su alrededor. La información se guarda en el celular de los padres, por tanto, la cámara tiene buena resolución.
¿Me parece un juguete atractivo? No, de niño no habría jugado con eso, pero los estudios de mercado que se hicieron revelaron que los niños de hoy les gusta jugar con ese tipo de cosas, dado que ven a los adultos haciendo esto.
¿Mis hijos también lo hacen? Tengo que descubrirlo. Tal vez si me presento con los primeros modelos de prueba me aceptarán mejor que si solo llego con mis brazos abiertos para estrecharlos. Aunque, conociendo a Keira, dudo mucho que los haya criado para ser niños materialistas. Muchas veces me molesté con mi ángel, puesto que no quería que la llenara de lujos, solo aceptó el auto porque le compré un modelo no tan llamativo y lo necesitaba para sentirse independiente al transportarse a la universidad, universidad que yo le pagaba a regañadientes de ella y que terminó abandonando.
Admito que ese fue el día en que más lloré, me dolió demasiado afectarla a tal grado.
—-Señor Bristol, llegamos —me avisa el chófer. No respondo nada y me limito a bajarme para entrar al enorme edificio que es mi compañía. Irónico que tenga una compañía de juguetes y que no pueda llenar a mis hijos de estos.
Todos los empleados se ponen rígidos ante mi presencia y saludan hasta con reverencias. Cuando recién heredé esta compañía, no me gustaba mucho, prefería ser tratado como uno más; sin embargo, la vida me enseñó a que debo darme a respetar, mantener las distancias. El no haberlo hecho con esa mujer, ocasionó que perdiera al amor de mi vida.
Negocios y vida personal son dos cosas separadas. Desde que hago esto, incluso he tenido mejores resultados en todos los aspectos. La gente me respeta, trabaja con más eficiencia, no se confían y buscan la excelencia.
No puedo decir que soy un jefe ogro, no, yo no trato mal a mis empleados, solo mantengo mis distancias. Muchos quieren trabajar para mí, el salario es bueno, las prestaciones también. Nadie tiene por qué quejarse, he sabido llevar bastante bien esta empresa y posicionarla como una de las mejores marcas de juguetes a nivel internacional.
Apenas y tengo tiempo de pasar a mi oficina, la junta se programó temprano, ya que el resto del día tengo un compromiso especial: iré a buscar a Keira.
Por suerte tengo muchas influencias y me van a permitir ingresar al set de grabación, el cual será en el interior; le dirán a Keira que alguien quiere conocerla y esta vendrá a mí. No tendrá escapatoria, tendremos que programar una visita a mis hijos.
La junta va como lo espero, solo se realizan un par de ajustes a los costos, dado que se encontró una manera de reducirlos un poco y sin afectar la calidad del producto. Todos estamos de acuerdo en la propuesta y se acaba todo.