¡qué familia de mierda!

Capítulo 10: Nunca es suficiente (2)

...

Al final entre ambas decidieron que lo mejor sería almorzar algo más natural y más liviano por lo que ‘puchero’ fue la elección, aunque el presupuesto restante del regalo para Kevin hizo que dicha comida se redujera a un calabacín, un kilo de papas, medio kilo de batata, ¾ de puchero y de yapa una ramita de apio para darle más sabor.

Dolores se sentó a la mesa y con mucha paciencia peló y cortó las verduras mientras Cande con mucho cuidado ante las constantes advertencias de la abuela por el agua caliente, le daba mates. Todo era normal y cotidiano si así podía decirse.

Sin embargo, aunque rápidamente regresó, la abuela no pudo evitar irse a divagar por un momento al lugar cercano y reciente en que habitaba aquel recuerdo. Las verduras estaban listas dentro de un recipiente al centro de la mesa, pero no tenían más que la suciedad con la que habían quedado después de quitarles su cascara. Del techo no había caído ni una pizca de tierra y entonces Dolores lo comprendió.

Aquel trágico sábado el techo parecía desplomarse por un solo motivo. Quizás él era responsable, tal vez el momento en que Julián se dejó caer fue lo que produjo el temblor en el techo que ensució la mesa. Era muy probable ya que el recubrimiento superior de la casa actuaba como una capa homogénea.

Dolores tragó saliva al tiempo que se lo preguntó para sus adentros: «¿Y si ese sábado yo lo hubiera despertado antes Juliancito seguiría vivo?»

Al fin, después de reprimir el sentimiento una vez más, Dolores siguió con sus tareas. Esa era una bola de nieve que seguiría rodando cuesta abajo.

Y el mediodía llegó trayendo consigo una sorpresa inesperada. Los hermanos llegaron del colegio, saludaron a su abuela con la rigurosidad de un ritual y se acomodaron para almorzar, pero algo interrumpió la calma conseguida. Dolores había mirado a Candela y le había guiñado un ojo a modo de complicidad justo antes de que todos escucharon el automóvil frenar frente a la casa y poco después los llamados en la puerta principal.

Mucho más temprano esa mañana, Zara se había despertado con una idea en mente. Kevin era a quien le había tomado más aprecio debido al carácter tranquilo y la forma de ser tan espontánea del muchacho. Además, ella siempre tenía presente que desde que llegó a esa casa, desde que los Tobares empezaron a formar parte de su realidad, Kevin jamás le había faltado al respeto ni tratado mal. Por el contrario, él fue quien tuvo más fácil aceptar a su nueva tía. Misma actitud que era compartida por la conciliadora Brenda y las inocentes pequeñas, pero que fue una historia diferente tratándose de la desconfiada Mariana. Aunque para ser más precisos, dicha actitud de la joven podía no ser más que eso que ella creyó que su abuela esperaba de ella. Al interior Mariana no tenía ningún problema con Zara e incluso hasta ocultaba cierta admiración por la tenacidad que mostraba su tía. Dolores podía ser la peor migraña cuando se lo proponía, pero aún así Zara seguía ahí, intentando conseguir la armonía que les permitiera convivir.

Fue por eso que esa mañana al despertar, después de darle un beso apasionado a su marido y de dejar la cama con una sonrisa, sintiéndose plena, Zara se preparó la ducha y luego regresó al cuarto para elegir sus prendas. Federico, que seguía en la cama, solo la observó en silencio hasta que la duda lo superó.

—¿Te vas a duchar a esta hora?

Frente a la cama, ordenando sus prendas encima del pie de cama, Zara detuvo su tarea y lo miró con incredulidad.

—¿Ahora hay horarios para eso y yo no me enteré?

Federico rio. En cualquier otra situación el podría haber creído que su respuesta había sido poco amable, pero en aquel barrio privado en el que vivían y en el que cada dos por tres se desayunaban con una nueva regla absurda, la de Zara se entendía como una duda real.

—No, amor, pero nos despertamos tarde. Si te pones a bañarte y le agregas lo que te toma arreglarte vas a llegar a tu negocio para los aplausos.

—Ah... —Zara se sentó en el pie de cama y le dio la espalda a su esposo—. Es que hoy no tengo pensado ir. Quiero hacer algo más.

—¿A quién vas a matar? Digo... Tanto misterio.

—A la vieja insufrible de tu mamá —Zara rio, pero en un segundo volvió a quedarse seria. La frente fruncida de Federico decía que él no veía la gracia—. ¿Viste que ayer le llevé esas cosas a Dolores?

Zara giró para mirarlo con dulzura. Federico asintió y permaneció callado esperando más detalles.

»Bueno, era toda ropa de mujer. Si hasta las nenas andaban felices usando de todo, pero Kevin miraba con una tristeza. Me hizo sentir tan mal. —Zara volvió su mirada al frente y se enfocó en el piso—. Te juro que lo pienso, pero no entiendo de dónde salí tan despistada. ¿Cómo siendo, supuestamente, una adulta funcional e inteligente no me voy a dar cuenta de que a él le iba a doler eso? Y te digo más...

—Pará, Zara... —Interrumpió Federico.

Ella, alzando su mano le pidió que la dejara continuar.

—Por cosas así les doy la razón de que me traten mal a veces. Si lo pensas un poquito parece que yo lo hiciera adrede, pero te juro que no me doy cuenta. Nunca es mi intención lastimar a nadie, pero soy tan estúpida que siempre consigo hacer eso. Como lo de Brenda con el delantal. Mariana y ella deben creer que yo no me dí cuenta que me mandaron a llevarle comida a la perra porque las había ofendido, pero sí me dí cuenta y no dije nada porque les doy la razón. Fue muy cruel regalarle algo así aunque nunca fue mi intención insultar a Brenda. ¿Por qué le haría algo así? No, ella es un amor de persona y ya tiene bastante con todos en esa casa. Es muy diferente pobrecita y la veo tan sometida para que nadie se enoje con ella, pero allá va la tía política a ponerle más carga, un delantal le llevé, como si fuera una sirvienta, ¿podes creer? No, si yo ni debo tener corazón.

Federico se levantó en la cama y se acercó a ella por la espalda, entonces volviendo a sentarse pasó las piernas a cada lado de Zara y al abrazarla por el vientre también le dio un beso en el hombro izquierdo.



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En el texto hay: pobreza nobleza familia

Editado: 31.05.2023

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