Quédate conmigo

Capítulo 3

Anika

Pablo nos dejó solos en la oficina para que habláramos en privado, dijo que iba a atender unos asuntos pendientes mientras nosotros tomábamos una decisión.

¿Qué decisión?

Lo único que tengo claro es que no pienso dejar que Emily se vaya con extraños corriendo el riesgo que el donador de esperma aparezca con la idea de llevársela.

Miro al engreído que está sentado en la silla con la mirada perdida en alguna parte de la pared.

Es un hombre muy guapo, detona seguridad y misterio, esos puntos lo hace lucir más atractivo. Y lo sé porque tres años atrás me pasé de copas y cometí el estúpido error de intentar de seducirlo, él me rechazó, dijo algo que no era su tipo de mujer y que prefería las mujeres sobrias y con clase. No entendí bien lo de la parte de clase y no intenté entenderlo, sentía mucha vergüenza y solo quería olvidar.

Jamás le dije a Safira que intenté besar a su hermano, quise confesarlo al otro día, mas ella estaba furiosa con Zaid y me contó lo que le había dicho. En ese momento decidí olvidar el bochorno de esa noche y dejarlo atrás.

Zaid se fue esa misma mañana sin despedirse de nadie y no volvió a aparecer o a llamar. No lo había visto hasta el día de hoy y no podría ser una peor situación.

—¿Qué vas a hacer? —pregunto, bajando la guardia.

«Guarda la compostura, Anika, se trata de Emily»

Él se levanta y gira en mi dirección sin ninguna expresión clara en el rostro.

—¿Estarías dispuesta a compartir la tutela de Emily conmigo más allá del mal concepto que tienes de mí?

Cruzo los brazos y repito que esto es por Emily.

—Emily es la única que me importa y estoy dispuesta a lo que sea para que se quede en el lugar que conoce y conmigo. Sí, estoy dispuesta, después de todo no es que vayamos a tener una relación o sexo.

Zaid mete una de sus manos en el bolsillo de su pantalón.

—Estoy de acuerdo en eso.

—Podemos ser como una pareja divorciada que comparten custodia, de esas parejas que se tratan bien y son decentes—aclaro—. ¿Qué hay de tu trabajo?

—Tú eres la hostil conmigo.

Alzo una ceja.

—¿Yo? —lo miro con inocencia hasta que me resigno—. Está bien, lo admito, pero no puedo evitarlo. Los cretinos engreídos que se creen que pueden comprar todo con el dinero me superan. No voy a disculparme, pero intentaré controlarme por el bien de Emily.

Él se arrima todavía más y la cercanía no me gusta, mi estúpido cuerpo reacciona a su presencia de una forma que no me gusta.

Él sonríe y mi único deseo es decirle que no lo haga, tengo debilidad por las lindas sonrisas masculinas, también por los traseros masculinos, pero las sonrisas en primer lugar.

—Bien—aparto la mirada y me arrimo a la ventana en busca de escapar de su magnetismo, cuando recobro el sentido común vuelvo a mirarlo—. Estamos de acuerdo en ocuparnos de Emily.

Asiente.

—Sí, cuando no encuentren al padre o este renuncie a su hija, podremos adoptarla oficialmente.

Enarco una ceja.

—¿Podremos?

—Yo puedo adoptarla por ser pariente directo y después cederte la tutela. Te quedas con ella y yo vuelvo a mi vida superficial en Londres. Podemos pactar un acuerdo en caso de que necesites dinero…

—Claro, porque todo pasa por el dinero. 

Zaid se acerca una vez más. ¿Por qué debe acercarse? Podemos hablar a cierta distancia.

—El dinero es importante, aunque digas lo contrario.

—¿Prometes que seguirás el plan y no te llevaras a Emily a Londres cuando todo sea legal?

Se detiene y me mira con desconcierto.

—¿Crees que sería capaz de hacerle algo así a Emily? —me encojo de hombros—. No quiero ser padre, no lo deseo, no me gustan los niños y eso me costó mi última relación, tampoco quiero hacerme cargo de mi sobrina, mas no quiere decir que sea indiferente y vaya a dejarla a su suerte. Quiero que sea criada por alguien que la quiera y vaya a estar para ella de la forma que mis padres no estuvieron para Safira y para mí. Pretendo que se quede contigo y para eso debemos apoyarnos en esto.

»No importa que sigas enojada conmigo porque te rechacé y tampoco lo que Safira te haya dicho de mí. Debemos dejar eso de lado por Emily.

—Estoy de acuerdo… Espera, ¿seguir enojada porque me rechazaste? —me río con fuerza, al punto que debo agarrarme la panza mientras intento meter aire en mis pulmones—. ¡No exageres! Tienes el ego más grande de lo que creí si piensas eso. Ni que fueras la última botella de agua en el desierto, ni el único hombre que me ha rechazado.

»Si no me agradas es por la forma en que has sido con Safira y lo poco que te importó su embarazo. Entiendo que no te gusten los niños, pero es tu sobrina, podrías haber hecho algo más que pedirle a tu asistente que enviara objetos de niñas y una tarjeta.

»Espero que tu pene sea igual a tu ego, caso contrario sentiré pena por las mujeres que se acuestan contigo.




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