Quédate conmigo

Capítulo 5

 Anika

—¡Anika!

Grita Zaid desde su habitación.

¿Ahora qué? Lo único que hace ese hombre es quejarse y solo llevamos dos días viviendo bajo el mismo techo.

Miro a Emily acostada en la cuna metiéndose el pie en la boca, le digo que ahora regreso y voy en busca de Zaid.

Choco con él en el pasillo y no puedo evitar bajar la mirada su torso marcado y tragar saliva con fuerza. Vaya, no se ve nada mal sin ropa. Es un engreído que se ve bien, muy bien.  

Zaid es alto y de cabello negro, tiene cara redonda, tanto su boca como nariz son pequeñas haciendo que su rostro sea simétrico. La leve barba le da un aire mayor, aunque me gusta sin barba.

No había conocido su cuerpo sin ropa y ahora, que veo parte de este, puedo decir que se ve muy bien, y ¿si se le cae la toalla?

«Mente limpia, domina a la mente sucia»

—¿Ya terminaste de inspeccionarme o quieres corroborar si mi pene es tan grande como mi ego?

Levanto la mirada y sonrío. Podría decirle que sí, al menos así me sacaría la duda.

—Me da curiosidad, mas no tanta—respondo evitando sentirme intimidada—. No deberías pasearte en toalla por la casa.

Sus ojos marrones claros adquieren una tonalidad más oscura, dejando a la vista que mi comentario no le ha gustado para nada.

Creo que él no sabe andar por la vida sin estar enojado y dudo que sepa el significado del verbo «relajar». Apuesto mis pechos que ni en el sexo se relaja, seguro es de lo que quiere controlar toda la situación… ¿Por qué estoy pensando en ello?

«Sexo» y «Zaid» no deben ir en una misma oración en mi mente, es perjudicial para mi salud.

—La noche anterior tocamos el tema de la ropa y llegamos a un acuerdo.

—Sí, no dejar la ropa tirada en espacios comunes y cada quién se ocupaba de lavar, planchar y guardar su ropa. Claro que tú la llevas a la tintorería y es más simple.  

Levanta la mano y me enseña la tanga de encaje negro que me quité esta mañana antes de ducharme.

—¿Y qué es esto?

—Una tanga. ¿Acaso no las conocías en vivo y en directo? ¿Tus novias no usan ropa interior? —respondo con una sonrisa calmada.

Zaid cierra los ojos, exhala aire con lentitud y me mira con furia.

—Siempre con tus respuestas irónicas—dice sin rastro de broma—. Me estaba bañando, busqué la toalla para secarme y esto cayó a mi cabeza.

Ahogo una carcajada y trato de ponerme seria.

—Suelo lavarla luego de bañarme y dejo que se seque en el baño, es más práctico.

Coloca la prenda en mi mano.

—Ya es suficiente con la idea de compartir el baño, lo último que quiero es que tu ropa interior caiga en mi rostro, así que cuélgalo donde debe ir, no en el baño. Quisiera saber que harías si mi bóxer cayera en tu cara luego de bañarte.

Agarro la tanga riendo.

—Eso depende, si es un bóxer limpio no me importa, ahora sí es sucio me enojaría.

Zaid poner los ojos en blanco, resignándose a decirle algo, se contiene de expresar lo que sea que desea decir, voltea dándome la espalda, observo el trasero que se marca a través de la toalla y me recato al escuchar el fuerte golpe de la puerta del baño.  

¡Hombres! Que exagerados pueden ser, es solo una tanga, no una bomba.

Me encojo de hombros, reviso a Emily en su cuna que está haciendo lo mismo que recién solo que esta vez tiene el otro pie en la boca. Buena niña, hace gimnasia y ejercita ambas piernas.

Meto mi tanga en el bolsillo trasero de mi pantalón, saco a Emily de su cuna, la acomodo en mi cadera y la llevo al comedor. Ya desayunamos, ahora toca trabajar un poco.

Acomodo a Emily en su silla hamaca, aseguro su cuerpito con el arnés de seguridad, le doy su sonaja favorita y hago mover los juguetitos que están en el arco de la silla.

Emily agita la sonaja con fuerza, la lleva a la boca y observa los juguetes flotantes sobre su cabeza.

Es muy curiosa, ya ha empezado a mirar y evaluar todo. Por suerte, es muy tranquila y he convivido mucho con ella, lo suficiente para saber que le gusta y que no, y sé que de esta forma estará tranquila un rato.

Apoyo el pie sobre la silla hamaca y lo muevo con lentitud mientras abro los programas de diseño y continúo con el diseño que dejé por la mitad ayer y debo entregar hoy a última hora.

Zaid asoma unos minutos después y puedo notar que nos observa sin necesidad de apartar la vista de la laptop.

—¿Así trabajas?

Aprieto suprimir y lo miro.

—Sí, Emily se quedará un rato así, cuando se aburra llorará un poco, jugaré con ella y dormirá una siesta de dos horas antes del almuerzo. Te dije que es una niña muy tranquila.

Para mi mala suerte ya no está con el torso descubierto y en toalla, la ha reemplazado por una remera azul oscuro y una bermuda beige.




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