Quédate conmigo

Capítulo 7

Anika

Cierro la puerta de mi habitación, me aseguro que el intercomunicador esté a un volumen decente para escuchar a Emily en caso de llanto y regreso a la sala donde una copa de vino y mucho trabajo esperan por mí.

Cuidar de una niña no es fácil y eso que Emily es un amor y muy tranquila. No quiero imaginar como sería cuidar a un niño llorón y malcriado, creo que ahí viviría drogada.

Al llegar a la sala, diviso a Zaid en el escritorio cerca de la ventana, ha estado sentado ahí por tanto tiempo que creo que le van a salir raíces.

No quiso almorzar conmigo, y aun así le dejé la comida para que se la calentara y comió cuando yo estaba dando un paseo con Emily.

He sido amable y he controlado mi lengua para evitar que se enoje, pues prefiero tenerlo de amigo y no de enemigo. Después de todo aceptó quedarse aquí para ayudarme con la custodia de Emily. Él podría haberse ido sin mirar atrás.

Me intriga mucho su actitud con su sobrina. Es como si quisiera acercarse y algo no lo dejara. ¿Será verdad mi teoría de la culpa? Quisiera preguntarle, lo intenté y no obtuve respuesta.

Aparto la mirada, tomo mi copa y bebo el vino de un trago al mismo tiempo que el sonido del timbre suena de forma insistente. ¿Quién puede ser a esta hora?

Zaid me mira y me encojo de hombros mientras voy a ver quién es el inoportuno. Tal vez sea la señora Rodríguez. Ella se preocupa por Emily y siempre estaba pendiente, tanto de ella como de Safira y de mí.

Es una señora viuda que vive sola y nos adoptó a Safira y a mí como sus hijas después de que sus hijos se mudaran a Madrid. Nosotras nos quejábamos, pues siempre nos daba galletas y postres que después teníamos que eliminar corriendo por la playa. Emily la adora.

Abro la puerta quedándome estática porque es la última persona que esperaba ver.

—Marcos, ¿qué haces aquí?

Él sonríe y pasa la mano por su cabello con nerviosismo.

Y yo pensé que me libraría de él y de sus indirectas invitándome a salir no yendo a la empresa. No imaginé que se aparecería en mi casa.

No me sorprende que sepa donde vivo, él trabaja en el área de recursos humanos y seguro obtuvo la dirección de mi expediente. Si es así, tengo que decir que es algo que un acosador haría y da un poquito de miedo.

No es un hombre feo, es lindo. Su cabello castaño, que siempre luce despeinado, y ojos verdes lo hace un hombre con rasgos relajados. No tiene músculos y se viste horrible, pero no tiene nada que ver que no quiera salir con él, mas bien no me atrae y siempre está hablando de anime y videojuegos que no entiendo nada. Yo soy más de las películas clásicas y los libros.

—Quería verte y saber cómo estás. Lo de Safira fue un golpe duro y en la empresa dijeron que te estás ocupado de Emily. Te escribí y no respondiste…

—Oh que considerado. Sí, no ha sido fácil y estoy bien, Emily también—trato de sonreír—. Lamento no haberte respondido, se me debe haber pasado, es que he andado con mucho en la cabeza.

Respondí un mensaje por amabilidad y no quise responder más para evitar que piense cosas que no son.

—Lo sé, lo imaginé y por eso decidí pasar a verte. Quiero que sepas que no estás sola y si necesitas ayuda, puedo ayudarte. Soy bueno con los niños—ríe—. Tengo cuatro sobrinos.

Río yo también intentando buscar la mejor forma de decirle que estoy bien y que se vaya para volver a mi vino.

—Que amable de tu parte, mas no es necesario. Estamos bien.

—Hablo en serio.

«Te creo» digo para mí misma.

—Lo sé, gracias de nuevo—nos quedamos en silencio durante unos segundos—. Bien, debo trabajar un rato.

—Oh quizás podrías darte un descanso y tomar un café.

Niego con la cabeza al momento que la puerta se abre y aparece Zaid con mirada espanta gente.

Marcos abre la boca, sorprendido, y lo repasa con la mirada sin disimulo.

Nadie en la empresa sabe sobre Zaid. Safira nunca mencionó a su hermano y el jefe no sabe que comparto la tutela con él; un detalle que decidí omitir por creerlo innecesario.

—Soy Zaid—dice y extiende la mano hacia Marcos—. ¿Tú eres?

Marcos estrecha la mano y se presenta.

—No sabía…—me mira—. Pensaba que eras soltera.

Me encojo de hombros y abro la boca para responder al mismo tiempo que Zaid abre la suya.

—No, no es soltera y no queda bien que vengas a ver a una mujer sola a mitad de la noche sin invitación.

—Lo siento, yo…

—Disculpas aceptadas, ahora si nos disculpas, queremos pasar un rato a solas mientras la niña duerme—lo miro sin dar crédito a sus palabras—. Buenas noches.

Zaid me abraza metiéndome al interior y cierra la puerta en la cara de Marcos, apenas logro reaccionar, él me suelta y camina como si nada hubiera pasado.  

Coloco los brazos en jarra y lo enfrento.




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