Quédate conmigo

Capítulo 13: Aleksander

El aire dentro del auto era tenso, cargado con el peso de mis pensamientos y el sonido del motor. Darek conducía, y aunque su semblante parecía relajado, sabía que su mente estaba activa, probablemente analizando lo mismo que yo. Después de la cena con Adeline, no había podido dejar de darle vueltas al caso del Dr. Jones. Había algo que no encajaba, un ruido persistente que me impedía dejarlo de lado.

—¿Por qué tanto interés en las víctimas del Dr. Jones? —preguntó Darek, rompiendo el silencio mientras tomábamos la última curva hacia la estación de policía—. Ese caso aún está abierto, Aleksander. Hay muchas piezas que siguen sueltas, demasiados cabos por atar.

—Precisamente por eso. Necesito entender qué pasó. Algo no cuadra, Darek. Después de revisar las pocas páginas que encontré sobre el caso, todo parece... fabricado, como si hubieran contado lo mínimo necesario para calmar al público.

Darek me miró de reojo, sus labios curvándose en una sonrisa incrédula. —¿Y Adeline? ¿Sabe que estás haciendo esto? Porque, si no lo sabe, te va a odiar cuando se entere.

Sus palabras me golpearon con fuerza, pero no iba a admitirlo. —No necesita saberlo. No todavía. Cuando tenga algo concreto, hablaré con ella. Por ahora, lo único que haría sería preocuparla sin motivo.

Darek rio entre dientes, esa risa que siempre usaba cuando quería provocarme. —Tú y Adeline tienen un concepto raro de las relaciones. ¿Qué pasó con la confianza y el apoyo mutuo?

—Cuando tengas el valor de declararte a Emily, hablamos de relaciones, Darek.

Su sonrisa desapareció en un instante, y el silencio que siguió fue tan satisfactorio como el golpe certero de un bisturí. No podía evitar sonreír. Darek y Emily eran un tema delicado desde aquella noche en que, bajo los efectos del alcohol, me confesó lo enamorado que estaba de “esa maldita”, como él la llamó. Era un secreto que guardaba, aunque no dudaba en usarlo para callarlo cuando era necesario.

—Cállate y concéntrate. Nos están esperando —gruñó, empujándome ligeramente para disimular su incomodidad.

—¿Qué pasó con las bromas? ¿Ya no estamos de humor? —respondí, riendo mientras él estacionaba el auto frente a la estación de policía.

La recepción estaba iluminada con luces frías, y el ambiente tenía esa mezcla particular de desinfectante y papeles viejos. Nos presentamos a la recepcionista, preguntando por el detective Fischer. Nos pidió que llenáramos un breve formulario antes de llamar a un oficial que nos guió a la oficina del detective.

—Detective Fischer, tiene visita —anunció el oficial, abriendo la puerta.

El hombre que se levantó de su asiento era corpulento, con la mirada calculadora de alguien que ha visto más de lo que debería. Su presencia llenaba la habitación. Alemán, si no me equivocaba, y por lo que había escuchado, uno de los mejores en su campo.

—Aleksander y Darek, ¿correcto? —dijo, estrechándonos las manos con firmeza.

—Correcto —respondí con una leve inclinación de cabeza.

—Entiendo que han venido a hablar sobre el caso del Dr. Jones. Pero déjenme dejar algo claro: la información sobre esta investigación es confidencial.

Fischer se recargó en su escritorio, cruzando los brazos. Darek me miró de reojo, como si esperara que tomara la palabra.

—Entendemos eso, detective —dije con cautela, escogiendo mis palabras con precisión—. Pero también creemos que podríamos aportar algo de valor.

Fischer arqueó una ceja, claramente interesado.

—¿Qué tipo de información?

Hice una pausa, considerando lo que estaba a punto de revelar. Adeline no sabía que estaba aquí, y mucho menos lo que estaba investigando. Pero no podía ignorar lo que sabía.

—Se podría decir que tengo un paciente que podría haber sido una de sus víctimas.

Los ojos de Fischer se estrecharon ligeramente, evaluándome. Su mirada era penetrante, casi como si pudiera leer entre líneas.

—Interesante. Tomen asiento, por favor. Quiero escuchar más sobre eso.

Nos sentamos frente a él, y el peso de sus ojos hizo que la habitación pareciera más pequeña.

—El caso del Dr. Jones ha sido... complicado desde el principio —dijo, entrelazando los dedos sobre el escritorio—. Las pruebas en su contra son fuertes, pero al mismo tiempo, hay demasiados vacíos, demasiadas cosas que no cuadran. Cada vez que tiramos de un hilo, parece que estamos destapando algo más grande.

—¿Algo más grande? —preguntó Darek, inclinándose ligeramente hacia adelante.

—Corrupción, encubrimientos, tráfico de influencias... órganos—enumeró Fischer, antes de hacer una pausa—. ¿Qué tienen ustedes que ver con esto?

Tomé aire antes de responder. —La persona en cuestión podría ser clave. Pero necesito confirmar primero si lo que sospecho tiene base.

Fischer me estudió en silencio durante unos segundos que parecieron eternos. Finalmente, asintió.

—Muy bien, Aleksander. Pero si quieren mi ayuda, tendrán que ser completamente transparentes. No estamos hablando de un caso cualquiera. Esto tiene implicaciones serias, y cualquier error podría costarnos más de lo que imaginan.

El detective Fischer se levantó de su silla y comenzó a revolver entre una pila de carpetas que descansaban sobre un archivador metálico. Cada movimiento suyo era metódico, como si estuviera seleccionando cuidadosamente qué mostrarnos y qué guardar. Finalmente, extrajo un expediente desgastado, sus bordes gastados delatando su antigüedad y el uso constante.

—Esto es lo que puedo compartir con ustedes, por ahora —dijo, colocando el archivo sobre el escritorio con un golpe sordo.

Me incliné hacia adelante mientras Fischer lo abría, mostrando una serie de fotografías, informes médicos y declaraciones. Algunas imágenes eran inquietantes: cicatrices en lugares estratégicos del cuerpo, patrones que parecían seguir un propósito metódico, aunque imposible de descifrar a primera vista.

—Las víctimas de Jones tenían algo en común —continuó Fischer, señalando las imágenes—. Todas ellas eran pacientes aparentemente sanos, que acudían por procedimientos menores: cirugías menores, incluso simples consultas. Y todas terminaban con complicaciones que requerían tratamientos extensivos o, en los casos más extremos, no salían del hospital.



#3737 en Novela romántica
#201 en Joven Adulto

En el texto hay: decisiones, reencuentros, amor

Editado: 16.02.2025

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.