Quédate conmigo

Capítulo 34: Aleksander

A estas alturas, podría decir que todo ha vuelto a su sitio, pero no sería del todo cierto.
La vida no regresa a su estado original después de atravesar un infierno; simplemente encuentra una nueva forma de andar. Y nosotros estamos aprendiendo a caminar sobre eso.

Los días son más tranquilos, eso sí. Ya no hay persecuciones. Ya no despierto sobresaltado por una llamada o un mensaje cifrado. Aún hay hombres del Estado alrededor, protocolos que siguen vigentes tras una operación de este tamaño, pero nada que realmente interfiera. Solo las medidas necesarias para no olvidar que, aunque esto acabó, las consecuencias todavía se sienten.

La organización fue desmantelada.
Todos los involucrados enfrentan juicio, y el sistema está haciendo su parte… o eso queremos creer. Por lo menos, la presión mediática ha servido para mantener las cosas en el foco público. El caso se convirtió en el epicentro de los noticieros, en artículos de análisis, en entrevistas, en documentales a medio construir. Nombres que antes estaban ocultos ahora aparecen en titulares. Fotos de víctimas. Familias afuera de tribunales pidiendo justicia. Un país entero observando.

Y en el centro de todo eso, está Adeline.

Ella no pidió ser símbolo de nada.
Y sin embargo, lo es.

No solo porque sobrevivió.
Sino porque habló.
Porque enfrentó a quienes intentaron desaparecerla y sostuvo la mirada cuando muchos no pudieron hacerlo.
Su testimonio es clave en la investigación. Es la pieza que enlaza el dolor con las pruebas. No solo fue víctima: fue el hilo que permitió destapar a los responsables, uno por uno.

La citaron a declarar. El juicio será pronto.
Ella está preparada.
O al menos, tan preparada como se puede estar después de todo lo que vivió.
Por recomendación médica, comenzó a ver a una especialista. No le costó aceptarlo. Es una mujer inteligente, práctica. Entiende que el cuerpo sana más fácil que la mente. Tiene episodios… como era de esperarse. A veces no duerme bien. A veces se sobresalta con un sonido fuerte. O se queda callada cuando entramos a un lugar con mucha gente. Luego me dice, con calma, que sabe que no pasa nada, pero igual lo siente.

Yo solo la escucho. Y la abrazo. Y espero.

Nos mudamos hace un par de semanas.
Una casa nueva.
Espaciosa, de techos altos, con grandes ventanales y árboles en el patio trasero.
Fue una decisión que tomamos sin muchas palabras. No podíamos seguir viviendo en casas separadas después de lo que pasó. No por miedo, sino porque simplemente… ya no tiene sentido.
La distancia, después de casi perderla, es un lujo que no quiero permitirme.

Aún no he sabido nada de mi padre.

No del todo.

Y eso, viniendo de él, es casi lo mismo que un mensaje directo. Desaparece como el humo de su cigarro, pero deja señales. Huellas pequeñas que solo alguien como yo —criado entre sus ausencias— sabría reconocer.

Tres días atrás, un paquete llegó a casa de mi madre. Una caja discreta, de terciopelo gris oscuro. Dentro, una joya demasiado elegante como para haber sido comprada en esta ciudad, con una nota que decía simplemente: "Que tu cuello luzca como siempre debió hacerlo."
La caligrafía era suya. La ironía también. No hace falta más. Sé que está bien.

Y aun si no hubiese llegado ese mensaje, su presencia se sintió en algo más crudo: su obra.

El político... ese bastardo arrogante que hasta el último momento creyó tener el control, fue encontrado arrastrándose por los túneles de escape.
No se emitió comunicado oficial. No hay parte médico público. Pero entre los pasillos del juzgado se rumora lo que los cirujanos no pudieron callar: está vivo, pero paralítico. Con la columna comprometida, cortes en la cara, una vértebra removida por una bala que le rozó la médula espinal y le convirtió la cirugía en una pesadilla quirúrgica.

Nadie dijo quién le hizo eso. No hay registros. No hay testigos.

Pero yo sé quién fue.

Mi padre no deja cabos sueltos.
No necesita un juicio. No necesita una celda para asegurarse de que alguien pague. Él castiga a su manera: con precisión, sin piedad, y sin que nadie pueda defenderse de ello. El tipo no solo lo derrotó físicamente, lo quebró desde adentro. Lo convirtió en un trofeo roto.
Y luego, desapareció como el humo que siempre deja tras de sí.

Por eso no me sorprende que ninguno de los interrogados lo haya vinculado a nada. Ni una descripción. Ni una pista. Solo sombras.

Y por ahora… así debe ser.

—Amigo, viviste una película, literalmente —dice Darek, dejando la cerveza en la mesa con un golpe seco—. ¿Cómo no me dijiste? ¡Hubiera ido con ustedes!
Hace casi dos meses que no lo veía. Nos habíamos comunicado solo por mensajes. Llamadas breves. Estaba tan enfocado en Adeline, en que estuviera bien, que no había espacio para nada más. Lo sabíamos los dos, y él nunca se quejó.

—No quería implicarte más —le digo, girando la botella en mi mano—. Ya bastante te metí la vez anterior por tu cuenta. Pasé a Daniel porque es el hermano de Adeline, y él tenía la ubicación. Tú estabas mejor en el hospital que con nosotros. Habrías sido una carga más.

Darek abre los ojos, indignado fingido.

—Wao. No me dolió, gracias amigo por tu sincera opinión —dice, haciendo una mueca melodramática.

—Lo preguntaste. Yo solo respondí. No llores por eso —le lanzo con una sonrisa ladeada.

—Y dime algo... —se inclina hacia mí con tono conspirativo—. ¿Adeline? ¿La amas tanto como para que no me la desaparezca?

Giro la cabeza hacia donde está mi vida.
Ella sonríe. Tiene ese brillo en los ojos que solo aparece cuando me mira sin decirlo todo. Las mejillas le tintan de un rojo suave que me da ganas de enredarme en su cuello y quedarme allí por siempre.
Es hermosa. Real. Mía.

—Lo amo lo suficiente —responde ella sin dejar de mirarme—. Así que por favor, no me lo desaparezcas.



#3598 en Novela romántica
#204 en Joven Adulto

En el texto hay: decisiones, reencuentros, amor

Editado: 30.07.2025

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.