Aaron
Observo a la mujer que baila mientras la música ensordece mis oídos, la ropa que trae no deja mucho a la imaginación, es espectacular, jamás había visto mujer igual, bebo un trago sin dejar de mirarla y ahora todas las miradas que hay sobre ella me molestan, son de hombres excitados que como yo quieren más con ella, pero ella parece intocable como una maldita estrella, termino mi trago y dejo el vaso donde mismo sintiendo ahora demasiado calor aquí dentro, camino unos pasos hacia el dueño del lugar que como todos la ve bailar embelesado y me detengo cerca de él, he venido por negocios, pero mi cita ha quedado mal y justo cuando iba a irme, ella comenzó a bailar.
—Dime una cifra por ella —él me mira rápido cuando hablo y niega, ni yo mismo creo ahora mis palabras.
—La mujer solo viene y baila dos veces a la semana señor
—Sabes que si quisiera mataría a todos aquí y me la llevaría —él se tensa cuando me escucha —dime una cifra, vamos —ríe bajo y vuelve la mirada a ella
—Tendría que hablar con ella
—Quiero una respuesta en media hora —digo, la música acaba y la veo a ella desaparecer —daré lo que me pidan por estar a solas con esa mujer
—Sí, señor.
El dinero abre demasiadas puertas, no entiendo a las personas que dicen que no es importante, sencillamente hablan porque no saben el poder que puede darte, espero paciente y entonces veo como el dueño del club camina hacia mí, se sienta en frente y aparece una estúpida sonrisa en su cara.
—Dos millones —suelta como si nada —dos millones y solo podrás verla bailar una hora, nada más, sin tocarla y no podrán verse los rostros, aceptas o no —me quedo mirando sus ojos y me inclino un poco hacia él, ella aceptó, es obvio que tiene problemas de dinero aunque
—¿Cuánto se llevará ella? ¿La mitad? —se pone nervioso
—Un cuarto —río con eso, desgraciado —es lo que necesita —suspiro, me encantaría saber la razón por la que lo hace
—Dos millones a ella y uno para ti, si me entero de que no le das ese dinero vas a morir —me pongo de pie y él asiente rápido —¿a dónde debo ir?
La música continúa, ella baila haciendo que todo mi cuerpo quiera explotar de deseo, la máscara en mi rostro me molesta, la ropa también así como verla vestida a ella, su baile es excitante, pero quiero más y ella lo sabe, me da la espalda sin dejar de bailar y me pongo de pie, cuando vuelve a voltear casi choca con mi pecho, su respiración descontrolada choca contra la mía y ella detiene todos sus movimientos, mis manos van a su rostro deseando ver más de ella y se tensa por completo.
—No puede tocarme —susurra sin dejar de mirar mis ojos y su voz es preciosa, incluso más que su baile, como una maldita sirena que te hipnotiza.
—¿Y si quiero más que un baile? —me pego a su cuerpo para que sienta lo que le hace a mi cuerpo, ella se estremece llevando sus manos a mi pecho
—Solo bailo
—Quiero más que un baile —susurro acercándome a su boca despacio —quiero más de ti, eres hermosa, ¿en serio crees que alguien pagaría dos millones solo por ver un baile? —rozo sus labios con los míos, ella no se aleja y entonces la beso, la temperatura sube más aún, ahora mismo podría decir que conozco el mismo cielo, pero eso acaba cuando ella termina el beso bajando la mirada.
—No puedo —murmura sin mirarme y ahora mismo parece mucho más joven de lo que creí, no soy distinto para ella a los viejos que la miran fuera con deseo.
—No te haré daño —expreso sin poder dejar de mirarla, nunca me había sentido tan atraído por alguien tan joven.
—Yo nunca he —mira mis ojos —lo siento, no soy la mujer que quieres —sonrío entrecerrando los ojos y hago que levante el rostro, despacio y con ternura comienzo a quitar su máscara sintiendo como su corazón late con furia.
—Tampoco he hecho esto nunca —musito cuando retiro la máscara por completo sin dejar de mirar sus ojos verdes, es hermosa, más de lo que pensé —menos con alguien tan joven —agrego sin dejar de mirarla, joder, tiene edad para ser mi hija, estoy seguro de eso.
—Usted
—Solo una palabra y me detendré —digo volviendo a acercarme a su boca bajando las manos por su cuerpo hasta su cintura —lo juro —vuelvo a besarla embriagado por ella, adicto a ese sabor que me vuelve loco, sus manos tocan mi pecho con timidez, mis besos van a su cuello, no dejo que quite mi máscara y beso su cuerpo como he querido hacer desde que entré, nadie se conforma con un simple baile, yo quería más, todos quieren más y saber que soy el primero que toca su cuerpo de esta forma me llena de una especie de orgullo y hace que el momento sea mágico, al menos para mí lo es aunque luego todo acabará tan rápido como empezó.
Seis años después:
Paso las manos por mi cabello mientras sigo en mi despacho, suspiro bebiendo un trago aunque necesito estar sobrio, así lo pidió mi hijo quien misteriosamente volverá a la casa, no me molesta, eso me alegra, aunque pensé que me odiaba, me pongo de pie y salgo del despacho cuando escucho voces, camino con pesar por la enorme casa que es demasiado grande para mí solo, al ver a Ángel me detengo y sonrío, es fantástico volver a tenerlo en casa.
—Hijo —él voltea rápido a verme —ya llegaste —años en el extranjero, se acerca a mí como si nada cuando muero por abrazarle.
—Hola papá —sonrío, escuchar una vez más la palabra papá me hace feliz, quizás solo me estoy volviendo más viejo.
—Ángel me alegra que hayas regresado al país —él asiente —me alegra tenerte aquí, tu habitación sigue igual que como la dejaste
—Gracias papá —baja la mirada
—Hijo
—No quiero hablar del pasado papá —mira mis ojos —me fui hace años, pero aquí estoy de vuelta y ya olvidé todo, no hay rencor ni odio —mi sonrisa aumenta —solo quiero que volvamos a ser una familia —su cambio es raro, pero ahora mismo mi intuición me importa poco, vuelvo a tener a mi hijo conmigo.
—Ángel no sabes lo feliz que —escucho risas de niños y dejo de hablar —¿quién está fuera?