Quédate conmigo

Capítulo: 3

Sofía

¿Lo conozco? La sensación de que lo conozco es demasiado grande, cuando me dio la mano al presentarnos toda mi piel se erizó y ahora siento exactamente lo mismo, me pierdo en sus ojos grises con el corazón latiendo a mil, esa mirada la he visto antes, pero no, es imposible. Sus manos me sujetan fuerte de la cintura como si no quisiera dejarme ir, pero me muevo un poco, él afloja su agarre y entonces acaba soltándome, doy dos pasos atrás mirando sus ojos, su mirada baja por mi cuerpo mientras noto que lo he manchado con el café que traía y trago en seco mirando su camisa entreabierta que deja ver casi todo su pecho, noto que él sigue mirando mi cuerpo y entonces bajo la mirada, mis ojos se abren en demasía al notar que mi blusa se ha vuelto transparente y siento mis mejillas arder más que antes, es entonces y solo entonces que él mira mis ojos de nuevo y veo vergüenza en los suyos, rápido le doy la espalda sin saber que más hacer.

—Lo lamento —escucho su voz ronca, ¿acaso está? Niego con la cabeza

—Lamento lo del café, juro que voy a limpiar todo, yo

—hay empleadas para eso —cierro con fuerza mis ojos, perfecto, primer día en casa y ya he hecho un desastre

—Lo lamento

—En la primera planta, la puerta al final del pasillo a la izquierda —abro los ojos confundida —la biblioteca

—Gracias —susurro y nunca antes había caminado tan rápido como ahora, salgo de esa habitación casi corriendo, ni siquiera bajo las escaleras, mis ganas de leer han quedado en el pasado y entro rápido a la habitación en donde dormiré y en donde encuentro a Ángel acostado en la cama, este me mira sonriendo, luego frunce el ceño.

—¿Qué te pasó?

—Soy muy torpe —digo simple medio sonriendo y voy hacia el baño, quito mi blusa ahí y comienzo a limpiarme hasta que siento sus manos en mi cintura.

—Sofi

—Ángel hoy no

—Te quiero Sofi —la mirada de su padre está clavada en mi cabeza

—Ángel estoy cansada —me alejo de él escuchando como bufa y cubro mi cuerpo

—Sofía

—¿Por qué debemos quedarnos aquí? ¿Y si vamos a otro lugar? Un hotel o

—Es mi casa Sofía —dice claro —nos quedaremos aquí

—Es la casa de tu padre

—Y, por tanto, mía también

—Creo que iré a otro lado —intento salir del baño, pero él toma mi brazo deteniendo mis pasos y miro sus ojos.

—Sofía quedamos en que viviríamos juntos, aceptaste eso —suspira —quiero que lo nuestro funcione, por esa razón debemos vivir aquí, juntos —sigo mirando sus ojos

—Ángel llevamos bastante tiempo juntos, en todo ese tiempo me has hablado cosas horribles sobre tu padre y ahora —él resopla soltándome y sale del baño, voy detrás —¿Ángel por qué tu cambio? Me decías que odiabas a tu padre pero

—Por culpa suya mi madre no está viva —farfulla ahora mirándome —por su culpa perdí a mi mamá Sofía, ¿quieres la verdad? —él se acerca a mí —lo odio sí —agrega sin ninguna mentira en sus ojos

—No te entiendo

—Mejor así mi amor —sus manos van a mi rostro —estaremos aquí poco tiempo —sonríe —luego nos iremos a un lugar mejor con mucho dinero, seremos felices —Ángel besa mi boca de forma rápida para luego volver a la cama, Aaron no parece mala persona, al menos no me da esa sensación, solo conozco la versión de Ángel y en esa versión su padre es un monstruo, todo es demasiado confuso, pero conozco a Ángel hace mucho, me ha ayudado bastante, le debo mucho, si debo escoger entre él y un desconocido, siempre será él.

★★★

Aaron

Luego de salir de la habitación voy directo al despacho, sé que aun los niños duermen y quizás Sofía siga en la habitación con mi hijo, de solo pensar en eso siento rabia, pero debo controlarme, camino rápido sin querer ver a nadie, decir que dormí toda la noche es mentir, no pude pegar los malditos ojos pensando en ella y lo peor es lo que pensaba, sé que está mal, debo parar esto, pero como hacerlo si la veré cada día en esta casa, quizás debería ahora atender más las joyerías, estar mucho más tiempo lejos de casa, pero no podría, antes debo averiguar si esos niños son míos, pero que cambiará si la respuesta es positiva? No puedo hacer nada, es como tener las malditas manos atadas. Entro al despacho en donde ya Tomy está y dando un suspiro voy a mi silla, él es el encargado de la seguridad de esta casa, además, es mi mejor amigo, el hombre más fiel que he tenido y está conmigo desde que éramos unos críos.

—¿Averiguaste algo? —lo miro y sonríe

—Sabes que siempre lo hago —él respira hondo —Sofía es huérfana, hasta hace poco vivía fuera del país y no tiene familia más que esos dos niños que la acompañan —asiento —estudió economía, es muy buena, terminó con las mejores notas —sonrío —es como un genio —él ríe

—¿Algo más?

—Tiene 500 mil dólares en su cuenta —sus ojos buscan los míos —es lo único que ha tenido ahí y nunca ha usado

—¿Cómo que lo único? —me inclino hacia él —pagué mucho más

—Es lo único que le dieron al parecer Aaron —aprieto con rabia mis puños, el maldito del club me engañó y aunque mi vida ya no sea igual que antes nadie me engaña —la misma cifra cuadra con el costo de un tratamiento que necesitaba su pequeño hermano de 10 años —entrecierro mis ojos mirándolo confundido

—Entonces el dinero era para eso —murmuro y él asiente

—Así parece, pero el hermano no resistió justo antes de comenzar con el tratamiento, precisamente un día después de que ustedes se conocieran —asiento con lentitud —y ella no usó el dinero para nada más.

—¿Por qué no lo usó? Es de ella —me pongo de pie pensativo

—Supongo que hizo lo que hizo por una razón, pero no exactamente el dinero la movía —me acerco a la ventana del despacho —Aaron puedes preguntarle lo que quieras, ella está en tu casa —sonrío con tristeza

—Eso sería soltar una verdad que haría mucho daño, mi hijo me odia, no quiero darle más razones para que siga haciéndolo Tomy, quiero ganarme su amor.

—¿Y si descubres que esos gemelos son tus hijos? ¿No harás nada? —sigo pensativo mirando hacia fuera




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.