Quédate conmigo

Capítulo: 4

Aaron

Entro al club con Tomy detrás de mí, en este lugar cerraba antes negocios muy importantes, muchas cosas ya han cambiado, miro hacia la tarima en donde varias mujeres bailan y sonrío, aquí la conocí a ella, en esta ciudad, en este club, niego con la cabeza y camino hacia el despacho del maldito que me vio la cara, han pasado muchos años de eso, pero no puedo dejarlo así, no solo yo fui engañado, camino con paso firme y llevo una mano al pomo de la puerta, pero rápidamente uno de sus guardias viene hacia mí, intenta detenerme, pero con Tomy a mi lado eso es tarea imposible.

—Mariano —digo el nombre sonriendo y niego con la cabeza cuando intenta hacer algo tonto, él retrocede hasta quedar pegado a la pared

—Aaron —sus ojos muestran mucho miedo mientras mira a su guardia y luego a mí

—hace seis años pagué por una mujer —tomo una silla y la arrastro hasta quedar sentado frente al guardia.

—No lo recuerdo

—Te pagué mucho dinero, te dije que dos millones serían para ella, pero hace poco descubrí que le pagaste una mínima parte de eso

—No sé nada sobre eso Aaron, yo —me acerco a él cuando intenta mentirme, solo sonrío cuando veo que él tiene miedo.

—Podemos estar todo el día en esto si deseas Mariano —miro sus ojos —solo dame mi dinero y saldré de aquí sin hacer mucho alboroto —él traga en seco

—¿Solo estás aquí por el dinero? —asiento con lentitud

—Tengo planes para ese dinero —murmuro mirando mi arma

—Te lo daré Aaron, lo juro

—Manda a tu guardia a buscarlo —se tensa y rápido da la orden, con esfuerzo el guardia se pone de pie, sonrío con la adrenalina corriendo por mis venas, hacía mucho que no hacía algo como esto.

Con un maletín lleno de billetes y una sonrisa en mi rostro camino por el club, mi mirada va hacia Mariano que me mira algo enojado y sonrío, salgo de ese antro agradeciendo que ya no escucho la ruidosa música y voy hacia mi auto ya relajado.

—¡Aaron! —me giro cuando escucho mi nombre y luego solo siento el ruido, un fuerte dolor en mi abdomen me hace retroceder, el maletín cae de mis manos y el chico sale corriendo, mi ceño se frunce, caigo al suelo arrodillado cuando mis piernas no aguantan mi peso.

—Aaron, Aaron —escucho a Tomy que intenta ayudarme a poner de pie mientras mi mirada está fija en las luces del antro —Aaron —siento mi nombre cada vez más lejano, su voz más débil hasta que ya no escucho más nada.

Me muevo inquieto hasta que abro mis ojos dándome cuenta de que estoy en la habitación de hotel que alquilamos, intento sentarme, pero un fuerte dolor me detiene, luego miro mi abdomen y suspiro, este está vendado, vuelvo a poner la cabeza en la almohada pensando en lo sucedido.

—No hemos encontrado al chico —escucho la voz de Tomy —¿tienes ideas de quien era?

—Claramente, alguien le mandó —musito mirando el techo de la habitación

—¿Pero quién? —miro a Tomy que está sentado cerca de la puerta

—Alguien lo bastante cobarde como para no dar la cara y enviar a otro

—Has dejado muchos enemigos en el camino Aaron, ya no estás en estos negocios, pero hay gente que sigue odiándote —respiro hondo —Aaron

—No tengo ni idea de quien quiere hacerlo Tomy —llevo una mano a mi herida y apretando los dientes logro sentarme sobre la cama —quiero ya volver a casa y que mi hijo no sepa sobre esto —me pongo de pie.

—¿Crees que no se dará cuenta de que estás herido? —bufo y tomo mi teléfono, mi ceño se frunce al ver las llamadas de Ángel

—¿Cuánto tiempo llevaba inconsciente? —lo miro confundido

—Todo un día Aaron —maldigo en voz alta cerrando con fuerza mis ojos

—Volvamos

—Pero Aaron —lo ignoro y voy directo al baño, necesito lavar mi rostro, dejar de parecer un enfermo e ir a casa en donde nadie debe darse cuenta de lo que ha pasado aquí, menos Ángel o va a creer que sigo metido en los mismos negocios de antes, negocios por los que su madre falleció.

Bajo del auto y camino hacia la casa, pero un balón de fútbol detiene mis pasos cuando golpea mi estómago, me doblo en dos producto al intenso dolor, ya que ha dado en la herida y maldigo en voz alta.

—¡Dios! —lanzo el balón lejos de mí, pero entonces veo al pequeño a unos metros, con los hombros abajo y un poco de miedo en sus ojos

—Perdón señor —él baja la cabeza —no le vi, yo

—No pasa nada —intento sonreír mirándole, doy un paso hacia él, pero este retrocede y me detengo —lo siento —murmuro sabiendo que le he provocado miedo y entonces camino hacia la casa llevando una mano a mi herida, al mirar mi mano no me gusta lo que veo y eso no es bueno, vuelvo a presionar mi herida y camino lo más rápido que puedo, necesito llegar a mi habitación, necesito no ver a nadie más, necesito... mis pensamientos quedan en el olvido cuando la veo a ella salir de la biblioteca y me detengo por completo, lleva un libro en sus manos y va leyendo mientras camina, su cabello está suelto, sus pasos son pequeños y el vestido que trae la hace parecer una niña.

—Sofía —digo su nombre de la nada, el libro cae de sus manos cuando se asusta y entonces su mirada se clava en la mía

—Señor... Aaron —rectifica y sonrío olvidando todo —por Dios que le pasó —miro hacia el suelo siguiendo su mirada, pequeñas gotas rojas han manchado este y bufo

—No es nada

—¿Nada? Está herido —ella viene hacia mí con miedo, pero rápido me alejo de ella y camino hacia mi habitación casi corriendo, cuando al fin llego a esta que empujo la puerta un leve mareo hace que me sujete de la puerta —Le ayudo, espere —maldigo en mi interior cuando ella me sostiene y me ayuda a llegar hasta la cama, su olor llenando todo mi espacio, cuando me siento, su mirada queda en la mía, sus ojos llenos de temor y sin darme tiempo a nada abre mi camisa en donde ve la herida y lleva una mano a su boca.

—Me corté con algo y

—No es un corte—ella retrocede y me tenso —usted —mira mis ojos

—Sofía




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