Quédate conmigo

Capítulo: 6

Aaron

Salgo de la cocina con una tasa de café en mis manos y camino por mi casa, sé que los niños están en el salón así que evito pasar por ahí tomando otro pasillo, la casa es tan grande que cualquiera podría perderse en esta, por esa razón sé que Sofía no va a estar caminando por ella sin alguien que la guíe y sé de sobra que mi hijo ahora mismo no está aquí. Abro una puerta y entro a esta, me quedo inmóvil al escuchar la música suave y hermosa que proviene de mi piano, doy varios pasos hacia ella, detrás del piano está la pequeña y estoy sin habla, ¿cómo es que sabe tocarlo tan bien? Dejo la tasa de café sobre una mesita y me acerco un poco más a ella, ahora odio que por culpa de estas paredes la música no se escuche por toda la casa porque es realmente hermosa. Al verme, la pequeña deja de tocar y baja la cabeza avergonzada, sonrío acercándome un poco más.

—Puedes seguir Crystal, lo hacías muy bien —ella no dice nada y me acerco más, pero la niña entonces se aleja, respiro hondo sentándome detrás del piano —¿te gusta tocar? —no responde —¿cómo encontraste este lugar? —sigue sin hablarme por lo que sin dejar de mirarla comienzo a tocar el piano con una de mis manos, ella entonces me mira, sus bonitos ojos impactan en los míos y sigo tocando ahora con ambas manos, la pequeña se acerca hasta a mí, se sienta a mi lado y amo que esté mirándome.

—Me perdí —dice de pronto y es la primera vez que escucho su voz, una voz bonita y suave, dejo de tocar echándome a reír y ella también comienza a reír conmigo, ahora siento como si hubiese tumbado el muro enorme que había entre nosotros.

—Crystal —la voz de Sofía detiene las risas y ambos miramos hacia la puerta en donde ella parece desconcertada —te estaba llamando —camina hacia nosotros —debiste responder

—No podía escucharte Sofía —me pongo de pie y su mirada va hacia mí tensando su mandíbula, claro, acabo de interrumpir su regaño —no se puede escuchar en esta habitación lo que pasa fuera así como tú no podías escucharla a ella tocar el piano —mira a su hija, luego a mí.

—Espérame fuera Crystal —la niña obedece rápido y doy un largo suspiro —te pedí que te alejaras de mis hijos —agrega acercándose más a mí —si no puedes cumplir con eso porque es tu casa entonces dígame y nos iremos de aquí —ella se da la vuelta, pero sujeto su brazo evitando que se aleje, tocarla revoluciona todo mi cuerpo, pero no dejo que ella se dé cuenta de ello.

—Tu hija toca el piano

—Suéltame

—Tiene cinco años y toca bien el piano —digo aún estupefacto —¿ha dado clases? —ella mira mis ojos

—Le gusta ver videos sobre eso —señala el piano —¿ahora me suelta por favor? —aprieto mis dientes mirándola y la suelto lentamente

—Con un maestro su hija podría

—No —me señala alejándose —no lo haga —tenso mi mandíbula —a Crystal no le gustan los extraños, no la pondré en esa situación así que olvídelo —camina hacia la puerta

—Tiene un don —ella niega con la cabeza y sale de la habitación, yo aprieto mis puños con rabia, es claro que a la pequeña le gusta el piano tanto como a su hermano le gusta el fútbol, salgo de la habitación a paso rápido hasta que vuelvo a encontrarla.

—¿Y qué hay de Caleb? —mi voz la detiene, me mira y el pequeño también lo hace

—¿Ahora qué pasa con mi hijo?

—Es bueno en el fútbol —digo simple, el niño sonríe —lo he visto jugar, podría tener un entrenador, estar en un equipo

—Eso no pasará

—¿Por qué no mamá? —ella ni siquiera mira a Caleb cuando habla

—Déjanos en paz —dice mirándome a los ojos —en cuanto pueda me iré de esta casa, no se preocupe

—Sofía no quiero que te vayas —carraspeo —no quiero que se vayan, solo veo futuro en tus hijos y

—Mis hijos ya lo dijo —aprieto mis puños y ella solo se aleja de mí como si nada mientras el pequeño va diciéndole que si quiere jugar fútbol en un equipo, descubriré si son mis hijos Sofía y ya veremos si luego tomas sola todas las decisiones, ¿por qué se niega tanto a que los demás vean el talento que tienen los pequeños?

—Papá —levanto la mirada cuando Ángel entra al despacho —tenemos que hablar —respiro hondo y señalo la silla frente a mí

—¿En dónde estabas Ángel?

—Tenía que visitar a unos amigos —asiento lentamente sin dejar de mirarlo —Sofía me habló de tu herida —río sin poder evitarlo, claro que lo hizo

—Ángel

—Debiste decirme, soy tu hijo —él se pone de pie y parece incómodo

—No es lo que crees, pero sabes que tengo aún enemigos, gente que me odia —bufa

—No debiste entonces ir a Italia papá —me mira enojado

—Ya sé donde está —digo acomodándome en la silla sin dejar de mirarlo, Ángel se queda mirando mis ojos

—¿En serio?

—Esta misma tarde mandaré hombres a buscarlo y créeme, me dirá quien lo hizo —sonrío —no te preocupes hijo, estoy bien —él asiente con lentitud

—¿Papá has pensado lo que te hablé sobre las joyerías? —cambia de tema rápido —me gustaría estar presente en el negocio, sabes que sé sobre

—Hablaré hoy mismo con Madison sobre eso Ángel —él sonríe —veremos qué puesto podemos darte

—¿Verás a Madison? —asiento

—Saldré a cenar con ella —veo felicidad en sus ojos

—Me alegra papá —le sonrío sin poder dejar de mirarlo queriendo que mis pensamientos estén muy equivocados.

Observo a los pequeños mientras estudian sentados en el césped y voy hacia ellos, no quería hacer las cosas a mi modo, pero Sofía no me deja otra solución, incluso se desquitó hablando con Ángel sobre mi herida así que ahora haré lo que llevo tiempo queriendo hacer.

—Les traje leche —nuestro los vasos, ellos los miran y Caleb niega

—Crystal es alérgica y a mí no me gusta —ladeo el rostro confundido, la pequeña me mira regalándome una pequeña sonrisa, maldición, necesito una prueba de paternidad, miro los vasos.

—¿Y qué les parece entonces unos refrescos? Puedo buscarlos —Caleb niega y bufo

—Yo quiero —dice la niña mirando mis ojos y sonrío




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