Quédate conmigo

Capítulo: 10

Aaron

El silencio reina en la biblioteca mientras ambos no dejamos de mirarnos, Sofía espera paciente que hable, pero llevo horas aquí imaginando esta escena y las palabras ni siquiera llegan a mi mente, quiero que confíe en mí, quiero que no me vea como un monstruo, quiero que ella deje que sus hijos jueguen conmigo sin miedo a nada, pero cómo logro todo eso si sé que soy un monstruo y que he hecho cosas horribles durante toda mi vida y no de todas me arrepiento, respiro hondo y miro sus ojos, solo espero que ella no salga corriendo lejos de mí porque no pienso mentirle nunca.

—Entré muy joven a ese mundo —digo y ella solo se queda mirándome —y no, no lo hice por dinero ni poder, lo hice por amor —río porque hasta a mí me parece irreal.

—¿Por amor?

—Me enamoré de la madre de Ángel, ella estaba en esa vida y solo quería estar con ella —sus ojos están llenos de confusión

—Pero Ángel

—Ángel no sabe nada sobre eso, para él el único que hacía negocios sucios era yo, cuando Ángel nació su madre dejó todo de lado, al menos eso me dijo, habíamos quedado en que cuidaría de nuestro hijo —me pongo de pie —yo viajaba mucho por negocios, arriesgaba mi vida y estaba lejos casi siempre mientras ella solo tenía que cuidar de Ángel.

—Pero —niego con la cabeza para que no hable

—Solo que luego supe que no lo hacía —suspiro —ella dejaba a nuestro hijo con niñeras, hacía sus propios negocios y como yo, no era fiel, no soy un santo Sofía —la miro —pero ella tampoco lo era, quizás estábamos hechos el uno para el otro, ambos éramos infieles, ambos escondíamos cosas, pero para Ángel su madre lo era todo así que nunca quise que la viera con otros ojos, nuestra relación se acabó de romper cuando supe que ella seguía en esa vida, de nada servía que yo estuviera lejos para cuidarlos si ella ponía la vida de Ángel en riesgo —me callo caminando por el lugar.

—¿Qué sucedió? —tomo un libro en mis manos dando un suspiro

—Ella tenía un amante que no le prohibía cosas como yo —sonrío —quería seguir haciendo sus negocios así que yo era un estorbo, quería dejarlo todo, a mí, a Ángel —dejo el libro donde mismo

—¿Qué hiciste? —sonrío

—La dejé ir —digo simplemente —solo que al hacerlo todos mis socios se convirtieron en sus enemigos, ella sabía demasiado y la querían fuera —camino hacia la silla

—Los dejaste —susurra mirando mis ojos y tomo asiento

—Digamos que me retiré de todo lentamente y dejé que todos hicieran lo que quisieran, claro que Ángel lo único que supo fue eso, que yo no ayudé y hasta el día de hoy piensa que su muerte es mi culpa, pero su madre eligió lo que quiso —Sofía asiente y ahora es ella quien se levanta

—¿Cómo sé que no me mientes?

—Te he dicho hasta lo malo que he hecho Sofía, y jamás te mentiría —ella me da la espalda

—Dejaste que ella muriera Aaron —sus palabras de reproche hacen que baje la mirada, quizás ser muy sincero no fue nada bueno —pero te entiendo —la miro rápido al escucharla, ella me está mirando —el problema acá es —ríe —que podrías estarte inventando todo esto —me señala y es claro que desconfía —¿sabes que creo? —me quedo mirando sus ojos —que el único aquí inocente es Ángel, él es la víctima en todo esto —aprieto mis dientes, ella solo respira hondo y camina hacia la puerta, podría ahora decirle que Ángel está aquí para hacerme daño, pero ¿cambiaría algo? Solo la pondría en peligro al decirle todo eso y no quiero que eso pase, necesito antes conocer las verdaderas intenciones de Ángel.

—¿Por qué viniste hasta acá? —mis palabras la detienen al abrir la puerta —¿por qué dejaste tu país y viniste para acá Sofía? —veo como se tensa —¿de quién huyes? —cuestiono, pero ella sale dejándome solo, es claro que no solo dejó toda su vida atrás por amor a Ángel y eso quiero descubrirlo.

Me acerco a la habitación de los gemelos en silencio, detengo mis pasos en la puerta de esta y miro mi teléfono, el mensaje recibido ayer me dejó sin palabras aunque claro, debí suponerlo, Sofía es muy inteligente, claro que se iba a dar cuenta de algo. Con lentitud empujo la puerta y entro, rápido los pequeños me miran y sonrío, al parecer estudiaban, me acerco a ellos en silencio.

—¿Les gusta su nuevo colegio? —me siento en el suelo frente a ambos, Crystal solo se encoge de hombros, Caleb bufa

—A mí no, no tengo amigos ahí

—Pero queda cerca de casa —el niño asiente

—No juegan fútbol —dice bajando la mirada y sonrío

—¿Y si te dijera que tengo buenos amigos dueños del mejor equipo de fútbol de esta ciudad? —el pequeño rápido me mira —ellos podrían verte jugar Caleb y si demuestras bien tu talento podrías entrar al equipo —sus ojos brillan al escucharme

—¿Harías eso? —asiento viendo lo feliz que esta

—Y tu Crystal —miro a la pequeña —¿te gustaría recibir clases de piano? —una pequeña sonrisa aparece en su boca

—Mamá no nos deja —dice bajando la mirada y tenso mi mandíbula

—Pero conozco a alguien muy buena que da clases, puedo traerla hasta aquí —la niña vuelve a mirarme —y ella te gustará, es una buena amiga mía y

—Pensé que había sido clara —los niños bajan la cabeza cuando escuchan a Sofía y sonrío, dando un largo suspiro me pongo de pie —Aaron te dije que

—Sé lo que dijiste Sofía y me importa poco la verdad —la miro, sus ojos se abren como platos

—No puede hablarme así, no puede decirle eso a mis hijos, no quiero nada de lo que ofreces Aaron y si no respetas eso me iré de esta casa porque fui clara —camino hacia ella —que ayer fuera a escucharte no significa que seamos amigos o que confíe en ti o que te quiera cerca de mis hijos

—No son solo tus hijos —digo al llegar a ella viendo como tensa su mandíbula

—Son mis hijos Aaron y tú

—Dime Sofía —sonrío —¿es hoy o mañana que llegan los resultados de la prueba de paternidad? —su cara ahora es un poema mientras mira mis ojos, está desconcertada mirándome y da hasta gracia.




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