Sofía
Ambos vamos sumidos en un incómodo silencio mientras el auto se mueve por la calle, vivir con él será agobiante, tener que verle todos los días, fingir que no le conozco y lo peor, tener que mentirle a Ángel mientras miro sus ojos, ¿cómo vivir con el padre de mis hijos sin decir nada?, aunque ojalá ese fuera el único problema, Aaron me hace sentir demasiadas cosas, cosas que solo he sentido con él y eso no es bueno, intenté años atrás olvidarle y buscar a alguien que me hiciera sentir lo mismo, pero fue imposible de lograr.
—Sofía
—No me hables, ahora solo vamos por los gemelos y luego a la casa Aaron, no me hables —miro mis manos
—No soy el monstruo que crees, solo quiero que vuelvas a la casa, podríamos llevarnos bien —lo miro riendo
—no nos vamos a llevar bien Aaron —él da un volantazo al auto y sale de la carretera —¿qué demonios haces? —me sujeto de la puerta del auto mientras este se mueve por un camino —Aaron detén el auto —parece no escucharme y se aleja de la carretera —debemos ir a por los niños —miro entonces al frente, mis ojos se abren como platos al ver la vista frente a mí y el auto frena justo al borde del barranco, intento abrir la puerta, pero tiene el seguro puesto.
—Sofía hablemos
—Déjame bajar del auto —lo miro enojada con el corazón a mil y odio verle tranquilo.
—Quiero que nos llevemos bien —bufo al escucharlo —tenemos dos hijos Sofía, quiero pasar tiempo con ellos —miro sus ojos
—Nunca mis hijos sabrán que eres su padre —él asiente —no pueden saber nada Aaron
—¿Por qué insistes tanto en alejarte de mí? —tenso mi mandíbula —puedo verlo cuando me miras Sofía, sientes lo mismo que yo siento al verte —dejo de mirar sus ojos cuando sostener su mirada se me hace imposible.
—¿De verdad vas a hacer esa pregunta? Ángel es tu hijo
—Ángel no es quien piensas
—Nada de lo que digas me pondrá en su contra Aaron —dejo claro mirando por la ventanilla —ahora déjame salir o conduce, debemos volver a la casa.
—No voy a hablarte mal sobre mi hijo, nunca lo haré —lo miro —tu sola te darás cuenta con el tiempo como es él Sofía y espero que no sea demasiado tarde —agrega y entonces arranca el auto.
—¿Cómo supiste sobre Malcom? —hago la pregunta con miedo cuando él comienza a conducir
—Preguntas acá y preguntas allá, cuando quieras puedes contarme toda la historia Sofía y quizás te ayude —él aprieta el volante —Malcom aún te busca —asiento dejando de verle, eso estaba segura de que pasaba, respiro hondo, no puedo confiar en Aaron.
—No quiero tu ayuda —él no dice nada y sigue conduciendo. —sobre los niños
—No diremos que soy su padre, pero estaré pendiente de ellos y tomaré decisiones sobre ellos Sofía —comenta enojado —y no vas a interferir.
—¿Si sabes que podría decirle todo esto a Ángel no? Y acabar con todo —Aaron ríe
—Hazlo y ve que pasa —su pregunta me deja sin habla y suspiro mirando hacia fuera, sonrío al ver que nos acercamos al colegio de los gemelos y en cuanto el auto frena bajo rápido de este no queriendo pasar ni un segundo más al lado de este hombre.
Ángel toma mi mano sonriendo por debajo de la mesa y le sonrío, todos estamos cenando en silencio, dejo de mirarlo y mi mirada va a Aaron el cual no ha dejado ni un segundo de observarme y ya me siento molesta, respiro hondo revolviendo la comida en mi plato con el cubierto sin tener nada de apetito.
—Señor Aaron —una de las empleadas se acerca —su visita ha llegado —su rostro cambia por completo y sus ojos brillan
—Hazla pasar, ¿a qué esperas? —ladeo el rostro mirando como arregla su ropa, le sonríe a mis hijos y se pone de pie.
—Me sorprendió tu llamada cariño —la femenina voz me hace mirar hacia la entrada del comedor y la boca se me seca al ver a la chica vestida de rojo que aparece, es realmente hermosa y Aaron va hacia ella sonriendo.
—Amanda, cada día más hermosa —aprieto mis dientes al ver que él deja dos besos en sus mejillas y toma sus manos, la hace dar una vuelta y no puedo dejar de mirarlos —tan elegante y hermosa, ¡por Dios!
—Y tú no cambias, los años no te afectan nada —la mujer sonríe con su perfecta sonrisa y no resoplo para no ser evidente, me cae mal.
—Quiero presentarles a Amanda —Aaron toma su mano y se acerca a la mesa —ella será la maestra de piano de Crystal —mi pequeña hija sonríe bajando la mirada, yo tenso mi mandíbula mirando a Aaron que ni me mira.
—Un gusto conocerla —Ángel se levanta y le extiende la mano —papá me ha hablado maravillas de ti —sonríe, ¿le ha hablado de ella?
—También un gusto Ángel —la mirada de la tal Amanda va hacia mis hijos y eso me molesta —Así que Crystal —ella se acerca a mi hija —me encanta tu nombre preciosa —sonrío, la pequeña ni la mira —Aaron me ha dicho que tienes mucho talento, me encantaría escucharte tocar —mi hija sigue sin mirarla —Aaron y yo somos amigos desde niños —mi sonrisa se borra, mi hija la mira —sé que él es tu amigo, me encantaría ser tu amiga Crystal —ella le sonríe, mi hija le sonríe y esa es la gota que rebasa el vaso, me pongo de pie de forma brusca haciendo que todos me miren.
—Aaron tenemos que hablar —suelto olvidando que hay más personas, este me mira, ahora me mira, claro, desde que llegó la perfección en persona ha estado mirándola.
—Sofía ahora estoy con mi visita
—No puedes hacer las cosas sin consultarme —me acerco a él.
—Por Dios papá me dijiste que lo habían arreglado —escucho a Ángel, pero sigo mirando a su padre.
—Sofía —Aaron sonríe —a veces pareces una niña y eso es tierno, pero tus berrinches cansan —aprieto con rabia mis puños —¿por qué no saludas a Amanda y te sientas a la mesa? —Amanda me mira, sé que estoy haciendo el ridículo y respiro hondo.
—No tienes ningún derecho sobre mis hijos —él solo sonríe
—Amanda cariño —una de sus manos pasa por su cintura y la atrae a él haciéndome hervir de la rabia —ella es Sofía, la novia de mi hijo —su presentación me deja sin habla mirando sus ojos —y la madre de los gemelos —añade terminando con una enorme sonrisa.