Quedate hasta que me duerma

1.-Mudanza

A veces la vida nos sorprende con cambios asombrosos, algo nuevo que mueven los pilares que previamente habíamos establecidos con extremada precisión para construir nuevos cimientos y no nos queda otra opción que enfrentarlos con la cara en alto y sin miedo hacia el futuro, con el mayor optimismo del mundo. Eso es lo que me decía mi madre ante mi ataque de ansiedad al ver que las condiciones de nuestro país nos estaban obligando a emigrar a Estados Unidos. 

-Mama enserio esto es necesario?- Pregunte desesperado con un hilo de voz, el solo hecho de tener que dejar toda mi vida atrás me aterraba, haciendo que se apodera de mí la incertidumbre y la inseguridad por lo nuevo. Era una persona que amaba la estabilidad, la constancia y la seguridad. En mi cabeza no había cabida para algo como una mudanza forzada a miles de kilómetros de mi país de origen. Ni siquiera sabía el idioma, como se suponía que me iba a comunicar.

-Ya Leo!, ya tomamos una decisión y es lo mejor para todos- En su tono note la desesperación para que yo lograra entender -En Florita tu y tu hermano podrán tener un futuro...- A pesar de que lo sabía no pudo evitar que los sentimientos acunaron en sus ojos haciendo que yo bajara la cabeza para no verla en ese estado, al parecer no era el único que la estaba pasando mal en ese momento, aunque mi madre intentaba ser fuerte, también estaba dejando su vida atrás -Solo prepara tu maleta que tu papá ya nos viene a buscar. 

Lo sabia, sabia que era lo mejor para nosotros, entendía que no teníamos futuro si nos quedamos allí, pero eso no calmaba el escozor de dejar todo atrás por un futuro incierto, familia, amigos y mis estudios, era todo lo que tenía, todo lo que conocía, lo que me conformaba y me hacía ser yo.

Resignado a que nada cambiaría y que no habían palabras que pudieran alterar el destino o la realidad, termine de armar mi maleta. Me quedé mirando cómo podría empacar 18 años de vida en mi equipaje, era algo ilógico, pero lo intente.

Separe las prendas que más usaba y las que solo servían como bulto en mi armario las aparte, al igual que mis tenis fui selectivo con que llevar, no contaba con mucho espacio, me tentaba empacar mi ordenador, a ese que le había dedicado tanto tiempo en armarlo y había gastado tantas horas de juego y estudio. Mis dibujos que decoraban toda mi reino y que hacían tan mío ese lugar, aunque sabía que con el viaje solo terminarían destrozados, a pesar de no estar seguro de que me llevará lo necesario para emprender mi nueva vida le di fin a la recolección de recuerdos y cerré la maleta. Podía sentir el cristal que recubre mis ojos, pero no podía hacer nada más, sin ánimos de avanzar bajé las escaleras y con ayuda de mi padre guardamos todo el equipaje en un taxi que tenía dirección al aeropuerto.

El camino por alguna razón al mirar por la ventana detalle cada casa y cada esquina tratandolas de grabar en mis retinas, no era mucho de salir de mi casa, pero el hecho de ya no contar con la posibilidad de recorrer aquellos sendero me descolocó, más en el fondo sentía que no le estaba dando un adiós si no un hasta pronto o eso era lo que anhelaba.

Al llegar al aeropuerto luego de un largo viaje en silencio que lo único que se percibía era la tensión que se hacía presente en el auto, bajamos las maletas y al entrar de mis ojos empezaron a brotar sentimiento al captar que me esperaba mi mejor amiga.

-Sofia- solté con una voz carrasposa casi inaudible, pero que ella captó a la perfecto acercándose a mí con un fuerte abrazo y allí en ese momento quería que el mundo se detuviera entre sus brazos, como podía llevarme a una persona en una maleta, como podía pedirle que viniera conmigo y que dejara todo atrás por mi sin ser injusto. No podía, pero lo deseaba.

-Ay pequeño no llores nos volveremos a ver pronto- Pequeño era una forma rara de llamarme debido a que a pesar de tener la misma edad le sacaba dos cabezas de alto por lo minimo, pero yo era su pequeño y ella mi gigante, mi pilar. Su cara libre de cualquier emoción a excepción de una sonrisa llena felicidad, sabía que estaba fingiendo por mi y que de igual forma le dolía que me estuviera yendo, pero iba a ser incapaz de demostrarlo y de corazón se lo agradecia, no podría irme al verla llorar.

-Gracias por venir Sofi- sonreí mientras limpiaba mis ojos lluviosos -Recuerda que no te puedes olvidar de mi,

-No seas tonto nadie te podria remplazar, donde encontraria a alguien como tu- Declaro mientras nos dirigiamos a la zona de cheking para dejar las maletas.

Al terminar el proceso nos encontramos con algunos familiares, mis tíos y algunos primos fueron a despedirse de mi familia y de mi deseandonos la mejor suerte del mundo, algunos entre risas y otros entre lágrimas, pero todos compartían el mismo sentimiento. Escuchamos como llamaban a nuestro vuelo dando fin así a la pequeña tertulia que se había formado entre tantas risas y llanto para caer en la realidad del adiós y de la posibilidad de no volverlos a ver.

Abrace a cada uno de ellos con la esperanza de impregnarme del olor de todos los presentes en especial de sofia, tenia la idea de que de esa manera podría llevarlos adentro de mi, como si pudiera darles vida donde estuviera, pero sabía que eso era imposible, yo me estaba marchando y ellos solo se quedaron allí viéndonos partir sin más. Nunca voltee, pero podía sentir sus miradas haciendo que cada paso se convirtiera en un reto de armas tomar mientras abordaremos el avión hasta que ya no pude sentir más sus presencias y un miedo me abrazo, un temor que sentía como iba a vivir conmigo por mucho tiempo.



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En el texto hay: emociones, amor, lgtb

Editado: 03.07.2022

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