Quedate hasta que me duerma

2.-Acloplamiento

Nuevamente enjuago mi cara para quitar los residuos de jabón que se habían salvado de la primera pasada y proseguí a secarme el rostro. me mire en el espejo como si fuera la primera vez que me contemplaba. Llevaba una semana en Florida y el efecto del sol se hacía notar en mi piel, había pasado de ser un color oliva a un almendra más tostado que realmente me sentaba bien, con mis dedos trazaba cada parte de mi rostro como si intentara dibujar un mapa sobre el, me detuve en el lunar que reposaba por debajo de mi ojo derecho como si fuera el final del viaje que me estaba imaginando.

Una semana desde que nos habíamos montados en aquel avión, parecía un poco irreal, al llegar los primeros días salimos a las playas, museos y tiendas más populares simplemente a turistear como si realmente ese fuera nuestro objetivo en aquel viaje, no puedo negar que era un cambio sumamente sorprendente el que encontré al llegar, calles limpias, gente agradable aunque no entendía muy bien el inglés, todo lleno de colores y la playa, me encantaría quedarme a vivir en ellas, pero la fase del turista había terminado.

Pensar en todo aquello me daba un pequeño tirón en el corazón, al recordar todo lo que había dejado atrás, pero que de igual forma seguía formando parte de mi.  

Unos tíos lejanos que ya tenían una vida formada en el país nos habían rentado una casa en Pembroke Pines a un buen precio a comparación de los alquileres en otro lados de la zona y realmente era un lugar acogedor, ahora solo faltaba que todos consiguieron trabajo, incluyendome.

Mi padre había corrido con suerte y un viejo amigo que vivía en las cercanía lo había recomendado en la empresa que trabajaba, era un almacén que se encargaba de la fabricación de altavoces y equipos de audio, mi padre no sabía nada del tema, pero no podíamos ser quisquillosos con las posibilidades que nos estaba regalando, por mi lado me estaba preparando para salir con mi madre a solicitar empleo por los alrededores.

-Leo vamos se nos va a ser tarde- Gritó impacientemente desde la sala haciendo que terminara de contemplarme y salir a su presencia lo más rápido que pude.

-Listo vamos.

Mi madre no llevaba muy bien el tema de la mudanza aunque lo aparentara, en las noches se podían escuchar los sollozos de una vida que había dejado atrás. Todos los días sin falta llamaba a mis tíos y mi abuela, tal vez esa era su forma de seguir presente para ellos, aunque pienso que era más por ella y la soledad de un futuro nuevo.  

Con la compañía de mi madre caminamos hasta la parada de bus más cercana, el vecindario era  sacado de las películas, casas iguales una a la otra con pequeñas diferencias que caracterizaban a los inquilinos que , pero que no rompían con la armonía visual del lugar.

Al llegar esperamos dos minutos hasta que un colorido bus paró a nuestros pies el cual abordamos con la intención de llegar a el centro comercial Pembroke gardens mall, el lugar era inmenso sin escatimar en detalles atractivos a la vista, allí bailamos entre los locales dejando información por si llegara a surgir alguna vacante para cualquier trabajo, pero por lo visto en aquel lugar no abundaban los puesto de trabajo.

De pronto como otra jugarreta de los dioses un aviso de aspecto llamativo se robo mi atención -Now hiring- pronuncie tasco y levemente, era un restaurante mexicano el cual estaba solicitando personal para el área de cocina, mis habilidades en la materia eran nulas, en ese momento mi mayor arte culinaria era lograr que los huevos no se me quemaran por estar usando el celular, pero al darme cuenta mis pies se movieron solos hasta el establecimiento.

-Hola bienvenido a Agave, Mesa para uno?- Preguntó una agraciada chica con una sonrisa que se robó mi mirada por varios segundos hasta que noté que no había respondido a su pregunta.

-Este… Realmente vine por el anuncio que tienen afuera, están buscando cocinero verdad?

Ella me miró de arriba abajo como si me estuviera analizando un poco confundida -Si claro, corres con suerte el manager se encuentra aquí mismo, si me esperas un momento lo llamo y asi hablan ustedes dos- sin poder espectar nada al respecto la chica se dio media vuelta y marchó hasta que la perdí de vista al entrar en un pasillo.  

Me quedé allí parado dándome cuenta que mi madre no me había acompañado, la podía ver desde afuera a través del cristal  que bordeaba el local y agradecí que lo hubiera hecho no quería que pensaran que no podía hacer nada sin ella aunque fuera verdad. Me tomé mi tiempo para detallar el lugar, era realmente vistoso, el suelo de madera con unas paredes de un rojo intenso que hacían juego con las sillas y el techo decorado con calaveras iluminadas con luces led, las decoraciones para ambientar no faltaban y a pesar de no ser mexicano podía sentir como aquel lugar representaba muy bien su cultura, aunado a eso todos los presente que estaban consumiendo se veían alegres y complacidos mientras los meseros corrían y maneobraban de forma perfecta entre las mesas, sin duda alguna si así estaba afuera no me quería imaginar cómo estaría la cocina.

Pero antes de que los pensamientos intrusivos lograran llegar haciendo que me retirara pude captar como la chica que me había atendido recientemente estaba de vuelta con la misma sonrisa sonrisa, pero esta vez no se encontraba sola, detrás de ella la escoltaba un señor de unos cincuenta años, alto, delgado y con un bigote blanco acorde con su cabello.



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En el texto hay: emociones, amor, lgtb

Editado: 03.07.2022

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