3-La cuerda Floja

     La noche estaba destinada para conciliar el sueño, descansar luego de un largo y productivo día, marcando el final y el comienzo de algo, pero yo no lo tenía muy claro, mas bien mi cabeza no estaba acorde al uso horario de la tierra.

A mi cerebro le encantaba juntar todas las neuronas que habían estado dispersas por el día para que con la caída del sol se juntaran de golpe produciendo millones de ideas, pensamientos intrusivos y mundos fantásticos que no me dejaban conciliar el sueño, realmente pareciera que tuviera vida propia.

La noche después de enterarme que había conseguido el trabajo no fue una excepción, al contrario, había acumulado una mayor cantidad de pensamientos intrusivos que me hacían bailar en la cama, siempre había sentido que algo no estaba bien conmigo, ya que hubo un tiempo donde compartía cuarto con mi hermano y podía notar que con el simple rose de la almohada con su rostro hacía que este cayera en un profundo sueño mientras yo me quedaba mirando el techo imaginando cómo cobraba vida mientras me contaba historias a través de las manchas que se formaban en él con el juego de la luz y la sombra.

-Ya leo duérmete- Me ordene como si realmente una parte de mi creyera que mi cabeza trabajaba de forma independiente.

Asombrosamente la orden funcionó a medias ya que era muy tarde y no tardó en sonar la alarma de mi teléfonos dándome la señal que mi día tenía que empezar.

Tomé el teléfono y me cerciore de la hora; seis de la mañana, con un gran bostezo que fácilmente pudiera engullir la mitad mundo, me levanté de la cama y tome una ducha rápida, al salir me monte el uniforme que previamente había dejado listo, ate mis cordones y procedi a marcharme.

Al salir del cuarto el silencio y la oscuridad me arropo, eran las seis y cuarenta de la mañana y en mi casa todavía no se notaba rastro de vida de ninguno de mis familiares, por lo cual con sumo cuidado camine hasta la puerta sin producir ningún tipo de ruido.

Logre salir y emprendí marcha hasta la parada de bús, mientras veía como algunos auto despegaban de sus hogares al trabajo o por lo menos eso pensaba yo, al llegar espere unos doce minutos hasta que este apareció frente a mi, al entrar pude notar como estaba significativamente vacío a comparación del día anterior que había ido con mi madre, la atmósfera me producía un poco de ansiedad por que a pesar de que sabía a dónde me dirigía me sentía perdido, fuera de lugar, simplemente quería bajarme y regresar a mi casa o a lo que era ahora mi casa.

El transporte se detuvo enfrente del centro comercial y un grupo de personas se bajaran incluyéndome, localicé el restaurante e impartí curso hacia él, al intentar entrar por lo puerta principal recordé que el señor Alex me había informado que el personal ingresaba por la parte trasera por lo cual di la vuelta y con un poco de timidez toque.

Luego de que mis nudillos golpearon repetidas veces creando así un sonido arrítmico con el metal pude escuchar como unos pasos se acercaban, me quedé mirando el girar del picaporte hasta que una sombra se asomó por  la puerta.

-Leonart?- Preguntó el desconocido con total confusión reflejada en su rostro, aunque el sueño también se podía ver presente en él.

Me escudriño de arriba abajo como un escáner y como si hubiera perdido el conocimiento no reaccione a mi nombre dejando en el aire la pregunta de si yo realmente era Leonart.

No sabría decir si mi cara me delató o aquel sujeto tenía poderes telepáticos, pero me invitó a entrar sin siquiera confirmar quién era. Se sumergió de nuevo al interior del local y yo lo seguí, al entrar la luz que rebotaba en el lugar me golpeo en los ojos, parpadee varias veces para adaptar mis ojos y contemple una cocina impoluta, como si aquellos muebles y mesas fueran nuevos, no pude evitar esbozar una sonrisa al contemplar la totalidad, aunque también el nerviosismo se hacía presente en mi.

-Toma - entre sus manos me ofrecio un delantal negro que con timidez tome y intente atamer a mi cintura que luego de un poco de forcejeo logre consegir a medias, no habia sido un niño scouts, el amarre no iba a aguantar un terremoto, pero confiaba que no me abandonaria a media carrera. 

-Cómo te llamas?- pregunté temeroso como si fuera indiscreto de mi parte hacer tal pregunta.

-Orlando.

Se limitó a responder rascándose la nuca como cayendo en cuenta que no se había presentado siquiera.

Con aquella corta presentación el chico procedió a darme un recorrido por toda la cocina que a primera vista se contemplaba pequeña comenzó a tomar tamaño al ver la cantidad de instrumentos y maquinaria de la que estaba equipada, artilugios que nunca habían pasado siquiera por mi cabeza, pero que de seguro iba tener que aprender a usar si mi plan era quedarme en aquel lugar.

Orlando me explico de forma rápida y superficial el movimiento de la cocina, no había más nadie en el establecimiento solo el y yo, le pregunte el porque y me explicó que nuestra tarea era preparar la cocina para la hora de la apertura, más tarde llegarian más ayudantes y los meseros para comenzar con el dia.

Como me había informado mi compañero a las ocho y cincuenta empezaron a entrar uno detrás del otro el resto de los empleados, por mi lado seguí cortando la lechuga que orlando me había pedido preparar, pero mi ojos bailaron entre cada uno de los desconocidos presente, quería memorizar sus rostros y negándolo por dentro estaba buscando aquella chica de sonrisa amplia que había visto con anterioridad, pero mi mirada bajó de nuevo a mi labor al percatarme que no se encontraba en aquel banco de personas.

El dia continuo con normalidad, me sentía un poco inutil ya que al ser mi primer dia no sabía hacer absolutamente nada y no me atrevía a dar apoyo por miedo a perjudicar el proceso, pero me quede admirando como los cocineros trabajaban como una línea mecanizada, cada uno tenía una función establecida y trabajaban en conjunto para sacar cada plato que fuera solicitado por el sistema.