Querida Gaby

6. Mi muy querida Gaby. Parte XL.

“Querida Delia”, abrió diciendo Gaby, y a Delia se le puso la piel de gallina. ¡Qué rico se siente leer esa palabra! Delia había luchado mucho por verla en su diario. Se despojó de demasiadas vergüenzas que, a juro, tuvo que sustituir por bochornosas desfachateces, que le mataron la p.e.n.a a fuerza de desangrarla despiadadamente.

Por eso tiene ahora la costumbre ver esta recompensa.

Delia esperó a que se le pasara el escalofrío, sabroso y vibrante, para continuar leyendo, esperando ver más jugosos retazos de alegría, predicciones que le hagan la vida más llevadera, como le ha acostumbrado Gaby en los últimos meses.

Lo primero que descubrió, fue lo más obvio:

“Felicitaciones por tu graduación, Delia. Al fin eres bachiller.”

Pero lo que siguió después, fue la mar de adorable. Todo un bálsamo para su ego:

“Además, le callaste la boca a todos esos zafios de tus tíos. Conseguiste cupo en la universidad, empezarás en septiembre y solo tendrás el mes de agosto para descansar. A diferencia de Berenice, que esperó un semestre entero para poder empezar.

El tío Saúl alega lo de la mudanza a U.S.A. para justificar ese hiato en la ‘lustrosa’ carrera de su hija. Pero tú y yo sabemos que esa farsante, en realidad, lo que hizo fue comprar un cupo allá, porque aquí, en su propio país, no tuvo el promedio para conseguir tan siquiera un mísero cupo. Le ganaste esta etapa a Berenice, Delia. La superaste.”

Con ese baño de adulaciones, a Delia se le olvidaba con facilidad que fue Gaby quien trastornó su alma a espuelazos. Por causa de Gaby, ya Delia no era la misma dulce criaturita asustadiza de la primera página del diario, y a fuerza de sus abrasivos pinchazos fue como Delia logró hacerle morder el polvo a todos: a su mamá, a su inexistente papá, a Niurka, a sus tías, pero con especial agrado a sus tíos, esos bocones miserables que exigen lo que ellos mismos no están en capacidad de dar, pues solo el tío Saúl ha visto la riqueza, y eso a fuerza de tener un codo de titanio.

Todos cayeron a sus pies, pero nadie estaba erigiendo un altar de veneración para Delia. ¿Por qué?

“Te equivocas si crees que esto ha terminado, Delia. Pues te tengo malas noticias, avispita: ahora es que empieza lo fuerte.”

“No puedes estar hablando en serio, Gaby”

“¿Crees que Berenice es difícil? ¿Qué tal te parece conseguirte con 10 Berenices, solo en el paraninfo de malariología? ¿Sabes de lo que te estoy hablando?”

“No”

“Claro que no. Ninguno de esos inútiles tíos tuyos ha pisado una universidad. Esos campesinos iletrados ni siquiera saben cómo se escribe. Mucho menos pueden prevenirte de lo que te viene. Avispita, atiéndeme. Si no te avispas y te preparas de antemano, te comerán viva. No lo dudes.

De nada te servirá leerte los libros en vacaciones, ni aprenderte términos como lo hiciste antes de entrar a 3er año. Ya viste que eso no te sirvió de nada. Solo estoy yo para advertirte, avispita. Así que no dejes nunca de prestarme atención.

Por hoy solo te advertiré de una sola cosa: debes obtener el poder de vender. Pero no te equivoques, no te estoy diciendo que te hagas buhonera. Lo que lograrás así es que te maten. ¿Te acuerdas de cuando te dije que pelaras las piernas?”

“Si”

“Bien, ahora deberás aprender a venderte toda tú. Ejercer el poder de la seducción. Si logras atraer a tu órbita a este mundo atolondrado, cautivar su atención y hacerlo girar en torno a ti, vencerás a cuanta Berenice se te ponga en el medio. Todas ellas son las nuevas Niurkas a destruir. Bien sabes que Niurka no fue nada. Bien sabes que todas esas Berenices no son nada. La Berenice que tiene tu apellido es el objetivo a vencer. Ve por ella y hazla trizas, aunque lo lamento por Marlon.

Es un buen chico. Pobrecito.”

“¿Cómo es eso, Gaby? ¿A qué te refieres?”

Pero Gaby no volvió a hablar. No era la primera vez que eso sucedía, y por eso es que ya Delia sabe lo que viene: algo tamaño XL. Extra grande.

No hay que ser un Sherlock Holmes para saberlo.




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