Cuatro años después...
—Te llamaré si ocurre algo, aunque estará en buenas manos, no te preocupes —aseguró Sofía dedicándole una sonrisa que tranquilizó a Nora.
—Vale, me marcho —dijo ella dirigiéndose a la salida del pequeño local—. Gracias por cuidar de Zoe.
—No tienes qué agradecer, es una niña encantadora —ladeó la cabeza mirando a la pequeña jugando en el suelo.
Nora se despidió de su amiga y se encaminó hacia la estación de buses. Mientras aguardaba allí, sacó su móvil para revisar la hora asegurándose que no llegaría tarde a la entrevista de trabajo. Sin embargo, los minutos pasaron y parecía no haber ningún transporte que llegara a pesar de la espera.
Resignada, Nora decidió ir a pie hasta el lugar donde se dirigía; el hotel Beaumont.
Nora caminaba por las calles de la ciudad con nerviosismo. Hacía unas semanas que había dejado su trabajo con Sofía, su antigua jefa, quién tenía un pequeño negocio de comida pero que desafortunadamente no le había ido del todo bien en el local ya que las ventas habían bajado. Además, Sofía viajaría al extranjero debido a asuntos familiares y había decidido cerrar su pequeño local.
No obstante, con todo eso en mente, Sofía quiso ayudar a Nora a conseguir otro empleo. Y así fue como Nora se encontró camino al hotel de la familia de Jeremiah, dirigido por uno de los empresarios más conocidos de la ciudad.
Malcom Beaumont.
El hotel había sido una de las obras que estaba llevando a cabo Oliver, pero que lamentablemente no pudo continuar después del trágico incidente que ocurrió aquella noche. Cuatro años habían pasado ya desde aquel día dónde su hermana y cuñado habían muerto, sin duda había sido un gran golpe para Nora quién tuvo que afrontar las pruebas que vinieron más adelante.
Iba tan ensimismada en sus pensamientos que no se percató del auto negro que se desplazaba en la carretera a toda velocidad. Pero de repente, uno de sus tacones se atascó en una de las rendijas de la alcantarilla de la calle.
—Rayos —murmuró para sí misma.
Nora intentó sacar su zapato de allí, mirando a su alrededor para asegurarse de que nadie la estaba observando. Pero mientras se esforzaba por liberarse, una sensación de pánico empezó a apoderarse de ella al notar el auto que se aproximaba a toda velocidad. Jeremiah, quien venía conduciendo, no se había dado cuenta de que Nora estaba en peligro hasta que levantó la vista y la vio. De pronto, el tiempo pareció detenerse para él. Como en cámara lenta, se dio cuenta de que estaba demasiado cerca, y frenó de golpe para evitar lastimarla.
Afortunadamente, Nora logró liberar su zapato justo antes de que Jeremiah se bajara del auto. A Nora el corazón le latía con fuerza, pero su alivio fue inmenso cuando se dio cuenta de que no había sido atropellada.
Se puso de cuclillas para colocarse el zapato y se levantó enseguida notando el sujeto que se acercaba a ella.
—Descuide, estoy bien... —comenzó diciendo Nora —. No tiene de qué preocuparse.
—¿Qué crees que estás haciendo? Estás estorbando en la calle —espetó molesto.
Jeremiah la miraba ceñudo sin entender por qué estaba atravesada en la carretera. Aún no la había reconocido, pero Nora recordó haberlo visto antes en alguna parte hasta que cayó en cuenta de quién se trataba.
Entrecerró los ojos mirándolo.
—Disculpe, pero ¿nos conocemos? —se atrevió a preguntar y él la observó fijamente.
Inmediatamente recordó la última vez que la había visto, era imposible olvidar el accidente que ocurrió hace cuatro años atrás. Sin embargo, fingió no reconocerla.
—No, no recuerdo haberte visto antes —respondió dándose media vuelta y caminando de vuelta a su auto, pero antes de subirse le dedicó una última mirada a Nora —. Y debería tener cuidado la próxima vez, pudo haber acabado atropellada.
Encendió el motor y arrancó su coche a toda velocidad dejando a Nora confundida.
La verdad es que Jeremiah sí la recordaba, pero tenía motivos para mentirle a Nora y fingir no haberla visto antes. Se sentía culpable por la muerte de la hermana y el cuñado de Nora, ya que fue él quien había contratado a Oliver para llevar a cabo la construcción del hotel y también fue él quien le pidió que se presentara en el lugar de la obra la noche del accidente. Por esa razón Jeremiah había intentando evitar cualquier tipo de contacto con Nora para ocultar su responsabilidad en aquel trágico suceso.
Durante los dos años que estuvo fuera de la ciudad, Jeremiah intentó convencerse a sí mismo de que no había tenido nada que ver con aquella tragedia. Sin embargo, era inevitable no sentir culpa.
Miró a la mujer por el retrovisor de su auto y suspiró profundamente.
Por otro lado, Nora retomó la marcha pensando en lo que había sucedido minutos atrás. No entendía por qué aquel sujeto que conocía decía no haberla visto nunca. Estuvo el resto del camino dándole vueltas al asunto y al darse cuenta había llegado al sitio que le había indicado Sofía.
—Beaumont —leyó en voz alta el nombre del hotel que se podía ver en letras doradas.
El edificio era impresionante, una estructura alta y majestuosa que se elevaba hacia el cielo. Cuando cruzó la puerta principal, se encontró en un vestíbulo enorme y elegantemente decorado. Había una gran cantidad de personas circulando por allí, conserjes atendiendo a los huéspedes, personas que llegaban y salían de la recepción, personal de limpieza que iba y venía por los pasillos.
Nora no podía dejar de admirar la belleza del lugar. El hotel estaba decorado con buen gusto y tenía el ambiente cálido y acogedor que se esperaría de un lugar tan sofisticado. A pesar de la magnitud del edificio, todo parecía cuidadosamente diseñado para que fuera fácil orientarse.