Querida Hermana te Daré un Hijo

19

De pronto, Jeremiah apareció provocando que Sam abriera los ojos desmesuradamente, como si se fueran a salir de sus cuencas. 

 

Nora notó la presencia de alguien tras ella, y al darse la vuelta se encontró con nada más y nada menos que el susodicho.

 

Ambos se miraron en silencio, las palabras no dichas flotando en el aire. Nora sabía que no iba a ser fácil salir librada de esa, y maldijo en su interior por haberle seguido el juego a Sam.

 

—Eh, tengo que volver al trabajo —dijo Sam finalmente, rompiendo el silencio y alejándose. 

 

Nora la fulminó con la mirada, pero la voz de Jeremiah hizo que desviara la vista de la pelirroja que se había fugado y dejado sola.

 

—¿Por qué razón no querrías involucrarte conmigo? ¿Acaso piensas que soy un mafioso? —quiso saber el director mirándola fijamente. 

 

Ella no fue capaz de sostenerle la mirada por mucho tiempo, y la desvió al suelo.

 

—Ah no, señor... —se aclaró la garganta, estaba avergonzada —. Todo es un malentendido, yo estaba hablando de otros hombres en general, no de usted en particular. No pienso que sea un mafioso, simplemente no busco complicaciones en mi vida.

 

Jeremiah la observó con atención, notando su incomodidad. Era evidente que su presencia le infundía temor, por lo que decidió no presionarla más y cambiar de tema. Sin embargo, avistó a lo lejos a Dylan quien venía entrando al edificio y una brillante idea pasó por su mente.

 

—Ya. Entiendo. A veces es mejor mantener las cosas simple —dijo guardando las manos en el bolsillo de su pantalón, mientras se acercaba peligrosamente a Nora —. No soy un hombre fácil, pero tampoco complicado. 

 

Levantó su mentón, y sus miradas se conectaron. Nora contuvo la respiración por una fracción de segundos, sorprendida del atrevimiento por parte de su jefe. 

 

—¿Q-qué... Está haciendo señor...? —logró preguntar ella sintiéndose nerviosa por la cercanía.

 

El director ladeó la cabeza viendo a Dylan que los observaba a unos metros de distancia. Este le dedicó una mirada de celos y algo más consumiendo en su interior.

 

Jeremiah reprimió su sonrisa, satisfecho por haber logrado su objetivo; jugar el mismo juego que había utilizado su primo.

 

—Nada, solo quería asegurarme que no estuvieras incómoda cada vez que nos crucemos —emitió Jeremiah alejándose de ella —. No te preocupes por lo que dijiste anteriormente, al menos no estás fingiendo que te agrado y sé lo que realmente piensas de mí. 

 

Nora se sintió un poco más relajada al tenerlo lejos. Aunque seguía sintiéndose incómoda por la situación, el director parecía restarle importancia.

 

—Solo dije lo que pensaba, más no tengo idea cómo es usted realmente, señor —respondió ella con respeto. 

 

—Estás en lo correcto. Nadie me conoce mejor que yo mismo —concordó Jeremiah —. Eres muy honesta, muy pocos expresan su sinceridad igual que tú.

 

—Me alegra escuchar eso, señor —contestó ella con una pequeña sonrisa, halagada por sus palabras.

 

Durante unos segundos, reinó el silencio entre ellos. Nora se preguntaba si debía seguir hablando o simplemente retirarse a su trabajo, pero antes de que pudiera decidir que hacer, Jeremiah habló de nuevo.

 

—Oye, ¿te gustaría ir a tomar un café conmigo mañana? —preguntó con naturalidad haciendo que Nora lo mirara con sorpresa ante la propuesta —. Se trata sobre un trabajo que tengo para ti. 

 

—Sí, claro. Me encantaría, señor—respondió ella con una sonrisa amplia.

 

Jeremiah pareció satisfecho con su respuesta y se retiró a su oficina. Nora se quedó allí unos segundos más, procesando lo que acababa de pasar. Aunque seguía sintiéndose un poco nerviosa por la situación de hace minutos, y lo torpe e imprudente que había sido de su parte, también se sentía emocionada por haber quedado en ver más tarde al director.

 

No esperaba que este le invitara a un café para hablarle de trabajo. Sin embargo, su curiosidad y su interés por saber qué empleo le ofrecería pudo más que su incomodidad. 

 

Nora sonrió y se dio la vuelta, encontrándose con Dylan. Este hizo el amago de acercarse, pero ella pasó de largo por su lado alejándose rápidamente hacia la cocina.

 

 

Jeremiah se encontraba sumergido en la pantalla de su laptop, concentrado en su trabajo, cuando de pronto su teléfono sonó, interrumpiendo su concentración. Era una llamada del gerente del hotel, Joseph. Jeremiah sabía que si Joseph lo llamaba, debía ser algo importante.

 

—¿Qué sucede? —preguntó Jeremiah con curiosidad.

 

—Señor, tengo una noticia emocionante para compartir con usted —dijo Joseph con entusiasmo—. Una de las influencers más importantes ha decidido hospedarse en nuestro hotel durante unos días. Ha solicitado la suite VIP.

 

Jeremiah asintió mientras escuchaba atentamente. Aunque el vuelo de la influencer aún no había aterrizado, Jeremiah sabía que era crucial mantenerse informado sobre su llegada a la ciudad.

 

—Manténme al tanto cuando ella esté en la ciudad —ordenó Jeremiah—. Quiero asegurarme de que todo esté perfecto para nuestra invitada. Prepárenlo todo y hagan todo lo posible para impresionarla.

 

—¡Por supuesto, señor! Nos aseguraremos de que todo esté impecable para su estadía —respondió Joseph con determinación.

 

Jeremiah colgó la llamada y buscó de quién se trataba aquella influencer descubriendo que era nada más y nada menos que Ágata Davies.

 

—No puede ser... —murmuró en voz alta mientras miraba la fotografía de la joven pelirroja.

 

Su semblante, sin duda, lucía diferente. Ya no quedaba rastro de niñez en ella y se apreciaba una madurez que no recordaba. Debía admitir que se había convertido en una mujer hermosa, pero dudaba que hubiera modificado su personalidad.




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