Querida Hermana te Daré un Hijo

20

 

Con determinación, Jeremiah salió de su oficina y se dirigió hacia el vestíbulo del hotel, listo para enfrentar el desafío de complacer a Ágata y garantizar que su estadía en el hotel fuera lo más placentera posible. Sabía que no sería fácil, pero estaba decidido a hacer todo lo posible para superar las expectativas de la joven influencer y demostrar por qué su hotel era el lugar perfecto para hospedarse durante los días que estaría en la ciudad. 

 

Aunque esto no significaba que iba a complacer cada uno de sus caprichos. No si estos estaban fuera de su alcance.

 

En el pasillo, Jeremiah se cruzó con su tío Geoffrey, quien al verlo se tensó. Sabía que Jeremiah estaba al tanto de lo que había estado haciendo todo ese tiempo. Es por ello que decidió entregar su carta de renuncia antes de que todo saliera a la luz y los demás se enteraran.

 

—¿No te pedí no volver de nuevo a mi hotel? —espetó Jeremiah con desprecio.

 

—Vengo a entregarte mi renuncia — extendió el sobre negro y Jeremiah lo miró desdeñoso —. No tengo justificación para lo que hice y sé que no merezco una segunda oportunidad. Pero quisiera disculparme por...

 

—Ahórrate tu discurso, nada de lo que digas cambiará los malos actos que cometiste. ¿Tienes idea de lo mucho que eso afectará no solo a ti sino también a los demás? Eres un egoísta... —masculló Jeremiah haciendo que varios empleados que estaban cerca observaran en su dirección.

 

—Baja la voz, por favor. No es necesario que el resto sepa de esto —musitó su tío —. Asumiré las consecuencias y pagaré cada centavo que tomé.

 

—Debiste pensar eso antes de que me enterara por cuenta propia. Pero creíste que era el mismo tonto que solía ser antes y te saldrías con la tuya, ¿no? —su tío Geoffrey bajó la mirada, sintiéndose humillado —. Te veré en el juicio. 

 

Jeremiah retomó la marcha dirigiéndose al elevador, dejando a Geoffrey solo en medio del pasillo. Dylan, quien había presenciado todo, no dudó en acercarse a su padre y preguntar qué había ocurrido.

 

—No te preocupes hijo, yo me encargo —dijo Geoffrey pensando en cómo solucionar su situación actual —. Te contaré en casa, ¿vale?

 

Dylan asintió y vio a su padre irse cabizbajo, intuyendo que algo grave había pasado entre él y su primo.

 

Por otra parte, Geoffrey aparentó estar arrepentido y apenado por lo que había hecho. Sin embargo, esto no era más que una simple actuación delante del engreído de su sobrino, quien se creía mejor que el resto. Pero no permitiría que Jeremiah manchara su reputación de aquella manera y evitaría ser acusado de un fraude que no admitiría en el juicio.

 

Apretó los puños con tanta fuerza que sus nudillos se volvieran blancos. Estaba decidido a destruir a su sobrino.

 

En ese momento, Geoffrey se sentía furioso y resentido por la forma en que Jeremiah lo había tratado. No podía soportar la idea de que él lo viera como un tonto sin capacidad, cuando realmente el único incapaz de dirigir un negocio como ese era Jeremiah. Había trabajado arduamente durante años para mantener su reputación y ahora su sobrino había arruinado todo eso.

 

Geoffrey sabía que no podía permitir que Jeremiah ganara el juicio y saliera indemne de todo esto. Tenía que hacer algo al respecto para asegurarse de que pagara por lo que le había hecho. Así que comenzó a planear su venganza.

 

Ya había intentado darle información a los reporteros para dañar la imágen de Jeremiah. Sin embargo, a pesar de todo esto, Geoffrey no se sintió completamente satisfecho. Sentía que todavía había algo más que podía hacer para asegurarse de que Jeremiah lo perdiera todo. Así que comenzó a trabajar en un plan aún más elaborado para destruir a su sobrino de una vez por todas.

 

Al cabo de un rato, Ágata llegó al hotel en una limusina llamando la atención de los demás huéspedes. La joven bajó del vehículo con ayuda de su chófer y entró al edificio como si fuera un miembro de la realeza. Con ella venían tres guardaespaldas que la custodiaban desde que había llegado a la ciudad.

La recepcionista al verla, acomodó su cabello para lucir impecable delante de la reconocida influencer. No siempre tenía la oportunidad de conocer a celebridades y quería dar un buena impresión.

 

—Bienvenida al hotel Beaumont, señorita —habló la mujer dedicándole una sonrisa, gesto que la joven no correspondió —. Hemos recibido su reserva para la suite VIP. Esperamos que disfrute de su estancia en el hotel y tenga una experiencia inolvidable. Si necesita cualquier cosa durante su estadía, no dude en contactarnos y....

 

—Sí, como sea. Solo dame la tarjeta —interrumpió Ágata extendiendo su mano para recibir la llave.

 

—Sí, señorita —emitió la recepcionista un tanto avergonzada —. Aquí tiene.

 

Ágata le arrebató la tarjeta de mala gana y se encaminó al elevador junto al botones que cargaba con todo su equipaje. 

 

—Cuidado con mis pertenencias, ni se te ocurra dañar nada, ¿eh?

 

—Sí, señorita —el botones la siguió arrastrando el carro maletero con cuidado.

 

Temía estropear las valijas de la influencer.

Los demás empleados la observaban asombrados, les pareció increíble ver a alguien a quien admiraban hospedarse en el hotel. Por otra parte, Nora no entendía por qué sus compañeros hacían tanto alboroto ante la llegada de la joven.

 

—¿Quién es ella? —inquirió Nora acercándose al grupito de chicas que estaban reunidas mientras hablaban entre ellas.

 

—¿No la conoces? —cuestionó Sam mirándola con incredulidad.

 

—No suelo usar redes sociales —respondió en defensa.

 

—Se llama Ágata, es la hija menor de los Davies. Su familia es dueña de una de las empresas automotriz más importante de la ciudad —comentó una de las chicas —. Y su novio es miembro del club de fútbol. Ella lo tiene todo, sin duda.




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