La conversación continuó por un buen rato, ambas se pusieron al día y Nora le contó a su amiga todo lo que había pasado mientras ella estaba ausente. Omitiendo ciertos detalles que le pareció innecesario, no quería hablarle de Elliot ni mucho menos del director, quienes últimamente actuaban extraños o así lo había notado Nora. Sin embargo, le mencionó que en el hotel donde estaba trabajando se había encontrado con Dylan después de tanto tiempo.
—Intentó explicarme lo que sucedió, sé que su intención es recuperar la amistad que teníamos antes...
—¿Cómo se atreve a hablarte después de lo que hizo? Es muy tarde para justificar lo imbécil que fue contigo —bramó Sofía enojada.
—Lo sé, es el rey de los imbéciles —dijo Nora.
—No merece tu perdón, así te suplique por ello no lo hagas, Nora. Sufriste todos estos años por su culpa y no le importó —le recordó Sofía resentida con el ex novio de su mejor amiga.
—Tranquila, no tengo pensado hacerlo.
Después de unos minutos, la llamada finalizó y las dos amigas se despidieron prometiendo comunicarse de nuevo dentro de unos días.
Nora se dirigió a la cocina lista para empezar a trabajar, pero se detuvo al escuchar voces alteradas en el comedor del hotel. Se acercó sigilosamente para averiguar qué estaba sucediendo y se sorprendió al ver a Ágata, la joven influencer, discutiendo con los camareros.
—¡Esto no es lo que pedí! —exclamó Ágata visiblemente molesta —.
¿Acaso quieren hacerme daño?
—N-no, señorita...
Uno de los camareros intentó disculparse, pero Ágata continuó enfadada.
—Soy alérgica a los camarones y me trajeron un plato con ellos — señaló enojada —. ¿Quién hizo esto?
El Chef dio unos pasos al frente y la chica clavó sus ojos en él. Su mirada parecía echar fuego, haciendo que los dos meseros se sintieran intimidados por ella.
—Me disculpo en nombre de todos, no me informaron de su alergia a los camarones. Pero puedo asegurarle que ninguno de los empleados tenía malas intenciones ni quería hacerle daño, señorita.
Intervino Elliot tratando de calmar la situación, asegurando que no había habido mala intención por parte del personal.
Ágata soltó un resoplido frustrado.
—¿Eso es todo lo que tienes por decir? —replicó cruzándose de brazos—. ¡No me interesa si fue intencional o no, me asusté bastante por culpa de ustedes y no pasaré por alto este error!
Ágata amenazó con despedir a todos y salió del lugar, decidida a hablar con el director del hotel. Nora observó la escena y notó el temor en los rostros de los camareros y el chef.
Decidida a tomar medidas, Nora se dirigió hacia Ágata con el objetivo de evitar que despidiera a sus compañeros de trabajo. Aunque no sabía si su plan tendría éxito, temía que todos salieran perjudicados por la influencer.
—¡Señorita...! —exclamó Nora, corriendo para alcanzarla.
Ágata se detuvo y la miró con desdén.
—¿Qué quieres? —preguntó con apatía.
—Disculpe, señorita, por interrumpir. Pero permítame hablar con usted un momento, por favor —pidió Nora, tratando de ser respetuosa.
Ágata pareció considerarlo y, tras unos segundos, accedió.
—Tienes cinco minutos para decirme lo que sea —asintió la mujer.
—En primer lugar, le ruego que no despida a ningún miembro del personal de cocina. Han trabajado arduamente para ofrecerle lo mejor. Aunque lo ocurrido fue un error, puedo enmendarlo —explicó Nora.
—¿Y cómo lo harás? —quiso saber Ágata, mirándola fijamente.
—Voy a preparar su platillo favorito. Si le agrada la comida, nadie será despedido. Pero si no...
—¿Si no...? —repitió Ágata, interesada en lo que Nora tenía por decir.
Aunque era consciente de que estaba poniendo en riesgo su empleo, Nora se atrevió a proponer.
—Si la comida no cumple con sus expectativas, estoy dispuesta a renunciar al hotel. Seré la responsable de no satisfacer su exigente paladar —la influencer la examinó detenidamente, considerando lo interesante que sonaba esa oferta.
—Está bien, acepto el desafío —respondió la joven, aceptando —. Pero déjame advertirle que tengo un gusto muy refinado y hasta ahora ningún chef ha logrado complacerme por completo. Así que espero que comprenda lo positivo que sería para el resto de sus compañeros, aunque usted también saldría perjudicada.
—Lo entiendo perfectamente. Estoy consciente de ello.
—¿Y aún así quieres hacer esto? —preguntó Ágata.
—Puede que no entienda por qué lo hago, pero en el corto tiempo que he estado trabajando aquí, he sido testigo del arduo esfuerzo y dedicación que mis compañeros ponen en su trabajo. Me sentiría mal si fueran despedidos por un pequeño error. Es injusto que su labor no sea valorada... —expresó Nora con sinceridad.
La influencer reflexionó sobre sus palabras, aunque no lograba entender completamente los motivos de Nora.
—Es cierto, no comprendo del todo por qué te sacrificas por los demás. Cada uno debería velar por sí mismo —encogió los hombros con indiferencia mientras colocaba sus gafas sobre su cabeza—. Pero admiro tu sinceridad y determinación. Te deseo mucha suerte.
Comenzó a caminar hacia el elevador dejando a Nora en medio del pasillo. Las puertas del ascensor se abrieron y Jeremiah y Ágata al fin se vieron.
—Hola, Jeremiah —saludó la joven.
—Me han informado del incidente hace minutos atrás, le ofrezco mis disculpas por este error cometido por parte del personal —habló el director y la joven solo se limitó a mirar sus uñas desinteresadamente —. Pero también me parece que debió avisarnos de su alergia, y esto tal vez no hubiera pasado.