Querida Hermana te Daré un Hijo

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Por otra parte, en medio de un dilema angustiante, Nora se encontraba frente a la imponente puerta de la oficina del director, debatiéndose internamente sobre la trascendencia de su decisión. En ese preciso instante, solo podía pensar en lo ventajoso que sería para cubrir sus gastos aceptar el trabajo que Jeremiah le estaba ofreciendo.

 

Inhaló profundamente, llenándose de valentía, decidida a aprovechar la oportunidad de hacer realidad uno de sus más anhelados sueños.

 

Cocinar.

 

Elevó su mano para golpear los nudillos en la puerta, mas no hubo respuesta alguna. Al parecer, el director no se encontraba en su despacho en aquel momento. Con un suspiro resignado, Nora se dio media vuelta para regresar a sus tareas. Sin embargo, desconocía por completo que Jeremiah se hallaba a escasos metros de distancia junto a Jong.

 

—Señor, ¿podemos hablar un minuto? —pidió Nora y él asintió, dirigiéndose hacia su despacho—. Ah, hola Jong.

 

—Hey, qué alegría volverte a ver —le sonrió el asiático y ella imitó su gesto.

 

—Lo mismo digo.

 

Ambos ingresaron a la oficina donde Jeremiah ya se encontraba sentado tras su imponente escritorio. Llevaba puestas unas gafas que realzaban aún más su atractivo físico, detalle que Nora no pudo pasar por alto. Por un instante, se sintió cohibida ante la intensidad de su mirada, pero rápidamente recuperó la compostura.

 

—Supongo que has venido a darme tu respuesta, ¿verdad? —ella asintió—. Adelante, toma asiento.

 

Nora se acercó a una de las sillas y se sentó con elegancia.

 

—He estado reflexionando acerca de su oferta y he llegado a una conclusión... —hizo una breve pausa, buscando las palabras adecuadas—. Aceptar el empleo que me está ofreciendo sería beneficioso para mis finanzas y representaría una gran oportunidad para mí. Sin embargo, tengo ciertos temores e inseguridades sobre si podré estar a la altura de sus expectativas y cumplir con todas las responsabilidades que conlleva el puesto.

 

Jeremiah negó con gesto adusto.

 

—No te preocupes, te elegí porque vislumbré un gran potencial en ti. Poseo a una de las empleadas más talentosas del hotel, y que estés lavando trastes sucios es un desperdicio —su orbes azules se posaron en ella, observando la reacción de su amigo quien reprimió una sonrisa.

 

—Aprecio sus palabras, señor. Siendo así, me esforzaré al máximo para brindar lo mejor de mí —prometió con convicción.

 

Se retiró de la oficina tras despedirse de Jong, quien se apoyaba en el umbral de la puerta escuchando la conversación. A solas, los dos amigos empezaron a debatir los próximos cambios que el hotel implementaría en cuanto a las reglas. Jeremiah estaba decidido a mejorar el hotel, y para ello, debía reajustar muchas cosas.

 

—Convocaré a todos a una reunión, habrá cambios en el hotel —su amigo lo miró interesado.

 

—¿Te refieres al personal? —el director asintió —. ¿Pero no crees que es muy pronto? 

 

—No permitiré que me pisoteen nuevamente. He sido sumamente tolerante con los empleados y ha llegado el momento de demostrar quién ostenta el poder —sentenció con firmeza.

 

—¿Estarán dispuestos a obedecer? —cuestionó Jong, sin obtener respuesta por parte de Jeremiah—. Tu tío lleva más tiempo en el negocio, de seguro muchos estarán de su lado y quizá algunos intenten rebelarse al gran cambio que habrá...

 

—Eso pondrá de manifiesto quiénes están a favor y quiénes están en contra. Sé que no soy del agrado de todos, así que no me sorprendería encontrar oposición —dirigió una mirada a su amigo, quien hizo una mueca —. Pero es lo que menos me importa en este momento, los que deseen quedarse a mi lado serán más que bienvenidos. Y los que no, tendrán que, o aceptar las nuevas reglas o simplemente renunciar.

 

—O podrías ganarte el favor de los empleados; tal vez solo les preocupa que seas un jefe cruel —intentó mostrarse neutral, aunque sabía la traición por parte de algunos empleados del departamento de finanzas quienes habían estado apoyando al señor Geoffrey —. He notado como te miran como si estuvieran frente a un mounstro que va a devorarlos. Debo admitir que tu rostro da un poco de miedo.

 

—No les he dado razones para que me teman, y es la única cara que tengo —respondió el director y se encogió de hombros.

 

—Ya lo sé. Pero podrías mejorar al menos tu expresión de pocos amigos, cualquiera piensa que estás enojado todo el tiempo, como ahora —le apuntó con el dedo y Jeremiah le regaló una mirada seria —. ¿Lo ves? Con ese temperamento solo lograrás que se aparten de tu lado. Tienes que darles motivos para que te apoyen.

 

Si bien Jong conocía bien el carácter difícil de Jeremiah, también sabía que si ponía un poco más esfuerzo por mostrarse más amable ante sus empleados, cambiaría la opinión que ellos tenían de él.

 

—¿Sugieres que les compre regalos y los lleve de vacaciones? —inquirió sarcástico.

 

—¿Qué? No, quiero decir que debes demostrarles que no eres la clase de persona que ellos piensan. Mostrarte más accesible con tus empleados, de modo que se establezca una relación estrecha entre ustedes —explicó Jong, provocando un chasquido de desdén por parte de Jeremiah.

 

—Claro, y eres tan ingenuo como para creer que eso funcionará —dijo apoyándose en el respaldo de la silla.

 

—Probablemente sí, pero no lo sabrás si no lo intentas —el asiático se encogió de hombros.

 

—Me niego a hacer eso, es lo más absurdo que te he escuchado decir —se levantó de la silla y se acercó al ventanal posando la vista en la ciudad —. No quiero que piensen que los estoy sobornando para que me apoyen.

Jeremiah se levantó de su asiento y se aproximó al ventanal, negándose a realizar algo que consideraba absurdo. Aborrecía fingir ser alguien que no era y no iba a cambiar su esencia solo para complacer a sus empleados.




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