Querida Hermana te Daré un Hijo

34

 

Minutos más tarde, Nora se encontraba en la cocina junto a Elliot, quien le explicaba cómo debía cortar los vegetales. Ella escuchaba atentamente, ajena a lo que ocurría a su alrededor.

 

Mientras tanto, Jeremiah no podía evitar sentirse atraído por Nora mientras la observaba de lejos. Había algo en su voz suave y en su presencia que lo hacía sentir cómodo. Sin embargo, sabía que no debía permitirse tener sentimientos por una empleada, así que decidió controlar sus emociones y simplemente disfrutar de la vista.

 

Decidió quedarse un rato en el restaurante de Elliot para no dejar sola a Nora con ese chef que parecía tener intenciones ocultas. Era evidente que el chef quería ser más que amigo de Nora, lo cual no agradaba al director, quien no podía apartar sus ojos de ellos.

 

Sin embargo, la pequeña figura de la niña se interpuso en su línea de visión.

 

Jeremiah no pudo evitar mostrar su desagrado en su rostro.

 

—Estás en medio —intentó apartarla para poder seguir viendo a su madre. Pero Zoe volvió a colocarse frente a él—. Muévete, ¿quieres?

 

—No quiero —respondió la niña y Jeremiah rodó los ojos—. ¿Puedo hacerte una pregunta?

 

—Ya la estás haciendo —respondió bruscamente.

 

—¿Por qué has estado mirando fijamente a mi madre? —él ladeó la cabeza y se inclinó hacia la pequeña.

 

—¿No te han dicho que no te debes meter en los asuntos de los demás? Eres muy entrometida.

 

—Y usted es un acosador —contraatacó Zoe, y Jeremiah abrió la boca, ofendido.

 

—Oye, no soy ningún acosador. No sabes lo que dices, niña.

 

—Sí, sí lo sé. Mirar detenidamente a alguien sin su consideración es un delito —afirmó Zoe, y él soltó una risa burlona.

 

—Se dice consentimiento, y ¿quién dijo que era un delito? —la miró con el ceño fruncido.

 

—Lo leí en internet —comentó la niña como si eso fuera un argumento válido.

 

—El internet dice muchas mentiras, deberías tener cuidado de no leer esa información. —comentó Jeremiah—. Ahora, aparta, niña.

 

—No lo haré —permaneció en su lugar, y él bufó.

 

—Bien, como quieras.

Jeremiah la sujetó con fuerza por los brazos, empujándola suavemente para apartarla de su presencia. La niña refunfuñó, enojada por la forma en que la trataba.

 

—No me agradas —farfulló la pequeña con resentimiento.

 

—Y a mí tampoco me agradas, en absoluto —respondió Jeremiah con hastío, mientras observaba cómo Zoe le sacaba la lengua de forma desafiante.

 

Elliot observaba la escena con una sonrisa divertida, encontrando cierta gracia en el conflicto entre el director y la hija de Nora. No podía evitar pensar que a Jeremiah no le agradaban ni un poco los niños, lo cual hacía que la situación fuese aún más incómoda para él al tener que lidiar con Zoe.

 

—Listo —la voz de Nora lo hizo apartar la mirada.

 

Alzó las cajas sorprendido.

 

—Vaya, te ha quedado mejor de lo que esperaba —expresó el chef viendo el platillo que había preparado Nora —. Creo que tú y yo haremos un buen equipo, además de lo agradable que ha sido pasar este tiempo contigo. Eres buena en la cocina, eh 

 

—Gracias —musitó ella, sonrojada por sus palabras.

 

Finalizada la práctica del día, el chef anunció que era momento de terminar y continuar al día siguiente.

 

—Creo que por hoy ya es suficiente. Mañana podemos seguir trabajando —dijo el chef, mientras se quitaba el delantal que había estado utilizando y se lavaba las manos en el fregadero.

 

Nora se unió a él, sintiéndose aliviada de que la tensión entre Jeremiah y Zoe hubiese llegado a su fin. Sin embargo, cuando Elliot se acercó a ella con una sonrisa amistosa, invitándola a cenar.  Nora no pudo evitar sentir una mezcla de emoción y nerviosismo.

 

—¿Quieres quedarte a cenar? —preguntó Elliot con expectación—. Al menos deberíamos probar cómo quedó nuestra creación, ¿verdad?

 

Nora consideró la propuesta, asintiendo con una sonrisa suave. Quería probar como había quedado su platillo.

 

—Claro, ¿por qué no? Sería una pena desperdiciar toda esta comida —respondió ella, disfrutando de la compañía de Elliot y de su amabilidad.

 

Elliot se ofreció a preguntarle a Jeremiah si se uniría a ellos para la cena, dejando a Nora sola en la cocina. En ese momento, mientras suspiraba ligeramente, Nora no pudo evitar reflexionar sobre la situación incómoda que estaba viviendo con Elliot.

 

A medida que transcurrían los días, Elliot mostraba un creciente interés por ella, lo cual resultaba imposible de pasar por alto. Nora se encontraba en una encrucijada emocional, por un lado, se sentía halagada por su atención y la conexión que empezaba a establecerse entre ambos, pero por otro lado, tenía miedo de que las cosas se complicaran y afectaran su relación laboral. Sabía que no podía ignorar sus sentimientos, una vez que estos surgieran, pero tampoco podía permitirse entrega a ellos sin pensar en las posibles consecuencias.

 

Con su mente llena de dudas y emociones confusas, Nora decidió tomar un respiro y disfrutar de la cena que le esperaba, dejando que el destino decidiese el curso de las cosas.

 

—¿Qué tal ha quedado, señor? —preguntó Nora nerviosa, mientras observaba ansiosa la reacción de Jeremiah.

 

Jeremiah se tomó su tiempo para degustar la salsa dulce, saboreando cada bocado con deleite. El sabor era exquisito y placentero, deleitando su paladar.

 

—Es increíble, de verdad. La salsa tiene un sabor magnífico, las verduras en el cocido están excelentes y la carne se deshace en la boca —dijo, soltando el cubierto para darle un sorbo a la copa de vino que le habían servido.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.