Querida Hermana te Daré un Hijo

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—Ven, cariño. Es hora de irnos a casa —dijo Nora, extendiendo los brazos para que la niña pudiera levantarse—. ¿Quieres que te cargue?

 

—No, quiero que Elliot me cargue, estoy demasiado cansada para caminar. 

 

La madre, preocupada por enseñar a su hija a valerse por sí misma, trató de intervenir.

 

—Princesa, podrías caminar tú sola, ¿no crees?

 

Sin embargo, Zoe hizo un puchero y extendió sus brazos hacia Elliot, dejando clara su preferencia.

 

—No importa en absoluto. Estoy encantado de cargarla —dijo el chef, poniendo una mano en el hombro de Nora, lo que provocó que Jeremiah soltara un bufido de molestia.

 

Era evidente que el chef estaba aprovechando cualquier oportunidad para tocar a Nora, y esto causaba celos en Jeremiah. Aunque no quería admitirlo.

 

—De acuerdo, si no te importa, sería apropiado llevarlas a casa. A estas horas, será difícil encontrar un Uber disponible —dijo el director y Elliot asintió de acuerdo, pero Jeremiah se adelantó ofreciendo llevarlas mientras luchaba contra los celos que invadían su corazón —. Vamos, las llevaré a casa.

 

—Oh, le agradezco, señor —Nora aceptó con gratitud la oferta del director, agradecida por su amabilidad.

 

Se despidieron de Elliot y se marcharon del lugar. El Chef se sintió un poco desilusionado mientras veía el auto alejarse, suspiró profundamente y se dirigió a su coche. Lo encendió yéndose por la dirección contraria.

 

Por otro lado, Nora se encontraba absorta en sus pensamientos mientras observaba el paisaje pasar velozmente por la ventanilla del auto. Sus ojos, pesados por el cansancio acumulado, se aferraban a mantenerse abiertos hasta llegar a casa.

 

Ladeó la cabeza, observando al director mientras conducía en silencio. 

 

En el asiento del conductor, Jeremiah dirigió su mirada hacia Nora, percatándose de su atención fija en él. Esto no pasó desapercibido para él, y decidió romper el silencio.

 

—¿Hay algo que quieras decirme? No has dejado de mirarme —le inquirió, sorprendiéndola con su pregunta directa.

 

Nora apartó rápidamente sus ojos, sintiendo cómo sus mejillas se encendían por la vergüenza. Carraspeó incómoda antes de responder.

 

—Eh, no. Bueno, sí... —tartamudeó, tratando de aparentar tranquilidad—. Quiero agradecerle por todo. Por el trabajo que me ha dado.

 

El director lanzó una rápida mirada a Nora antes de volver la vista al frente.

 

—No es nada. Como te dije antes, creo que tienes talento y no quería dejar que lo desperdiciaras lavando platos —comentó con sinceridad, antes de atreverse a preguntar—. Pero me intriga saber por qué aceptaste el trabajo si eres buena en la cocina.

 

Nora suspiró y bajó la mirada a sus manos, entrelazando los dedos mientras buscaba las palabras adecuadas para responder.

 

Se permitió ser sincera con él.

 

—Durante estos cuatro años ha sido realmente difícil encontrar empleo. El simple hecho de ser madre soltera no generaba una buena impresión, y eso me limitaba en las oportunidades laborales. Así que terminaba aceptando trabajos que no satisfacían realmente mis habilidades, pero al menos nos permitían subsistir —explicó, recordando con tristeza los momentos de lucha y sacrificio que había tenido que atravesar para cuidar de su hija. Un atisbo de melancolía pasó por sus ojos, pero hizo un esfuerzo por mantener una sonrisa en sus labios —. Sin embargo, estoy contenta con los logros que he obtenido hasta el momento.

 

Jeremiah asintió en silencio, procesando la información que Nora había compartido con él. Comprendió un poco mejor la situación en la que ella se encontraba y admiró su fortaleza para salir adelante.

 

—Entiendo —fue lo único que logró pronunciar.

 

Se preguntaba qué había pasado con el padre de la niña, sin embargo decidió no inmiscuirse en los asuntos privados de su empleada.

 

A medida que avanzaban por las calles de la ciudad, Nora volvió a fijar sus ojos en Jeremiah. Su mente divagó por un instante, mientras analizaba detenidamente la apariencia del director. Desde su nariz respingada hasta su mentón marcado, adornado por una incipiente barba que añadía seriedad a su rostro, Nora no podía negar que consideraba a Jeremiah atractivo. De hecho, lo encontraba mucho más atractivo que a Dylan.

 

Sin embargo, se recordó a sí misma que, a pesar de su apariencia física, eran dos personas completamente diferentes. Jeremiah, con su carácter serio y recto, contrastaba con la personalidad más relajada y divertida de Dylan.

 

Pero un completo imbécil. Le recordó su subconsciente.

 

Aunque Nora no podía negar que había una parte de ella intrigada por descubrir más sobre el director, también sabía que su enfoque principal debía ser su hija y su bienestar. No tenía tiempo ni energía para distracciones románticas en su vida en ese momento.

 

Con ese pensamiento, Nora desvió su mirada hacia el paisaje que se desplegaba ante ella, permitiendo que la somnolencia se apoderara finalmente de su cuerpo. Mientras el auto continuaba su camino hacia su hogar, Nora se sumergió en un sueño reparador, sabiendo que al día siguiente enfrentaría nuevos desafíos y oportunidades.

 

No supo exactamente en qué momento había arribado a su hogar, pero al abrir los ojos se encontró con unos orbes azules que la miraban con curiosidad. Nora parpadeó varias veces y giró su cabeza para observar a Zoe, quien aún dormía plácidamente en el asiento trasero.

 

—¿Cuándo hemos llegado? —inquirió Nora, echando una mirada hacia los lados mientras se erguía en el asiento.

 

—No ha pasado mucho tiempo. He intentado despertarte, pero te veías tan cómoda durmiendo que no he querido interrumpirte —respondió el director, echando un rápido vistazo a la niña, que comenzaba a moverse en el asiento—. Sin duda, están agotadas.




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