Querida Hermana te Daré un Hijo

36

Habían pasado semanas desde que Nora comenzó a trabajar con pasión y dedicación en el hotel. Cada día se esmeraba al máximo para ofrecer lo mejor de sí misma en todas las tareas que realizaba en la cocina. A pesar de haber asistido solo a unas cuantas clases, había sido capaz de adquirir un vasto conocimiento culinario. Su empeño no había pasado desapercibido para sus compañeros y superiores, quienes habían reconocido el compromiso y la entrega que Nora mostraba a diario junto al Chef.

 

Finalmente, había llegado el día tan esperado, el evento anual que se celebraba en el hotel. Todos se encontraban inmersos en los preparativos finales en el lujoso salón donde tendría lugar la magnífica celebración. El ambiente estaba impregnado de una energía frenética y emocionante.

 

En medio de la vorágine, Elliot se acercó a Nora, quien apenas había tenido tiempo de dar un fugaz bocado a su almuerzo. La expresión de urgencia en su rostro dejó en claro que necesitaba ayuda.

 

—¿Están listos los exquisitos macarrones, Nora? —preguntó Elliot, colocándose a su lado—. Necesito que me eches una mano para preparar los bocadillos. ¿Podrías hacerme el inmenso favor?

 

A pesar de que su estómago rugía de hambre y el cansancio empezaba a hacer mella en ella, Nora no podía negarse. Sabía que sus compañeros estaban tan agobiados como ella y que el tiempo apremiaba para que todo estuviera perfecto y a punto para deleitar a los distinguidos invitados que pronto llegarían.

 

—Por supuesto, dime qué debo hacer—respondió, esbozando una sonrisa amable mientras dejaba de lado sus propias necesidades y se adentró en la tarea urgente que tenía entre manos.

 

—Gracias —le guiñó un ojo y le explicó los bocadillos que tenía que preparar —. No es muy complicado.

 

—Bien, haré mi mejor esfuerzo.

 

Nora había comenzado a mezclar los ingredientes que el Chef le había proporcionado, siguiendo atentamente las detalladas instrucciones que aparecían en el libro de recetas. Nunca antes se había aventurado a preparar unos bocadillos tan elaborados, pero esperaba que fueran todo un deleite para aquellos que los probaran.

 

Mientras tanto, Jeremiah se encontraba en el salón principal, supervisando que todo se desarrollara según lo planeado por su primo. Debía reconocer que Dylan había superado todas sus expectativas en cuanto a la organización del evento de ese año. Cada detalle estaba cuidadosamente elaborado y los invitados parecían disfrutar de la velada.

 

—¿Te sorprendo, eh? —la voz de Dylan hizo que Jeremiah volviera su cabeza para mirarlo —. Te dije que mi idea tendría éxito.

 

Su primo lucía tan elegante como él, vistiendo un impecable traje negro. La diferencia era que uno llevaba corbata negra y el otro de un tono azul oscuro.

 

—No puedo negarlo, te subestimé —admitió sinceramente—. ¿Ya han llegado los inversionistas?

 

Dylan soltó un chasquido.

 

—La señora Charlotte no podrá asistir, pero por suerte contamos con un invitado especial —mencionó, despertando la curiosidad de Jeremiah—. Ya lo verás...

 

Estaba a punto de decir algo cuando su móvil sonó, así que se alejó un poco de su primo para atender la llamada de su mejor amigo. Se dirigió al pasillo contiguo a la cocina para poder hablar con tranquilidad.

 

—¿Hola?

 

—¿Adivina quién estará en el evento? —oyó decir a Jong al otro lado de la línea.

 

—No tengo ni idea, así que dime ya —exigió impaciente el director.

 

—Deberías descubrirlo tú mismo, pero...

 

—Por favor, solo dime de una vez quién vendrá —rogó Jeremiah, cansado de las indirectas.

 

—Se trata de aquella mujer —no hacía falta pronunciar su nombre, Jeremiah sabía perfectamente a quién se refería.

 

Sin decir nada más, colgó la llamada y regresó al salón, buscando con la mirada a su primo, pero no lo localizó. Se adentró entre los invitados, tratando de pasar desapercibido para algunos que eran viejos conocidos de su abuelo, Malcolm. No obstante, uno de ellos intentó detenerlo para saludarlo.

 

—Disculpe, necesito encontrar a alguien para tratar un asunto importante. Quizás podamos conversar en otro momento —se excusó lo más educadamente posible.

 

Aceleró el paso, atravesando el amplio salón que poco a poco se iba llenando. La mayoría de los invitados eran personas adineradas que habían acudido con el objetivo de mostrar cuánto dinero estaban dispuestos a donar para obras de caridad. Aunque Jeremiah odiaba ese tipo de actitudes, seguía participando en esos eventos únicamente por su abuelo.

 

Sin embargo, él tenía motivos de peso para llevar a cabo este evento que tenía como objetivo principal ayudar a los niños sin hogar. Los demás invitados simplemente aprovechaban la ocasión para presumir de sí mismos y de su dinero, aspirando a aparecer en los titulares de noticias que se propagaban rápidamente. 

 

Jeremiah estaba absorto en sus pensamientosmientras buscaba a Dylan entre los invitados que ya se encontraban en el salón. No se percató de la mujer que se acercaba en dirección contraria, tropezando con ella y casi derramándole la copa que sostenía.

 

—Lo siento, no te vi... —su frase se quedó suspendida en el aire al contemplar a la mujer frente a él. 

 

Era Jane. 

 

Su corazón dio un vuelco en su pecho al verla.

 

—Hola, Jeremiah —le respondió Jane con una sonrisa tensa.

 

—¿Qué haces aquí? —inquirió con molestia.

 

—Fui invitada, pensé que lo sabías. Pero parece que Dylan no te informó —respondió ella, desilusionada.

 

Jeremiah tensó su mandíbula al escucharla. Tenía la sensación de que su primo la había invitado con otro propósito, quizá para arruinar su noche. Y vaya que lo había logrado.




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