Querida Hermana te Daré un Hijo

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Jeremiah llegó al hotel y entregó las llaves al valet antes de entrar al lugar. El salón donde se llevaba a cabo el evento estaba lleno de mesas elegantes adornadas con flores y luces brillantes. Todos parecían estar disfrutando de la velada, aunque su interés no necesariamente era apoyar la causa benéfica. Se acercó a algunos invitados para saludarlos y, sin querer ser descortés, entabló conversación con uno de los socios comerciales de su abuelo.

 

Después de unos minutos, Jeremiah se dio cuenta de que era hora de comenzar el evento, así que decidió terminar la conversación.

 

—Fue un placer verlo de nuevo, señor Sebastián. Ahora, si me disculpan, iré a ver cómo va todo —se despidió cortésmente y se alejó de la mesa.

 

Buscó a su primo, quien estaba a cargo de la planificación. Necesitaba saber si había sido él quien había invitado a Jane. Pero no pudo encontrarlo. En cambio, se encontró con la última persona que esperaba ver allí.

 

¿Por qué había venido su tío Geoffrey? ¿Cuándo había sido liberado de la cárcel? Se preguntó mientras se acercaba a su tío.

 

—Supongo que te he sorprendido —sonrió su tío con satisfacción.

 

Jeremiah lo miró sin ocultar el desagrado que sentía hacia él.

 

—¿Qué haces aquí? —murmuró entre dientes.

 

—Creía que te ibas a alegrar de verme de vuelta —emitió Geoffrey haciendo que su sobrino soltara un bufido, claramente molesto.

 

—Eres la última persona que querría volver a ver —escupió —. ¿Cómo puedes ser tan cínico y desvergonzado luego de lo que hiciste? 

 

De repente, se escuchó la voz de su primo mientras subía al escenario, exigiendo la atención de los asistentes. Jeremiah lanzó una última mirada a Geoffrey antes de unirse a Dylan en el escenario, quien tomó el micrófono.

 

—Buenas noches. Espero que todos estén cómodos y disfrutando de la velada. Antes que nada, me gustaría agradecer a cada uno de ustedes por tomar el tiempo de venir a este evento, que, como saben, era muy importante para el abuelo Malcom... —hizo una pausa mientras los invitados aplaudían —. Ante todo, estoy agradecido con el CEO por permitirme llevar a cabo uno de los eventos más importantes en el Hotel Beaumont.

 

Jeremiah simplemente asintió en respuesta a los aplausos. Su primo continuó con su discurso de bienvenida, narrando anécdotas sobre su difunto abuelo, el fundador del hotel. La mayoría de las personas escuchaban atentamente, pero Jeremiah había perdido el hilo de la conversación mientras enfocaba su mirada en su tío Geoffrey, quien ya no estaba entre los asistentes.

 

En medio de la multitud, se encontraba uno de los invitados, vestido de negro que se desplazaba sigilosamente hacia las imponentes escaleras que conducían a los pisos superiores. Como un auténtico fantasma, parecía pasar desapercibido para los empleados del lugar, quienes parecían totalmente ajenos a la presencia de este intruso. Sin embargo, para sorpresa de muchos, el CEO no había pasado por alto su existencia, aunque optó por simular que lo ignoraba. 

 

Jeremiah nunca había puesto plena confianza en su primo, siempre había sentido un aura de misterio y duda alrededor de su parentesco. Sin embargo, se había percatado de que, para desenmascarar al verdadero enemigo que se ocultaba entre ellos, debía acercarse a Dylan. Consciente de este propósito y persiguiendo sus anhelos de descubrir la verdad, había decidido otorgarle a su primo el control absoluto de aquel relevante evento. De esta forma, le estaba enviando un mensaje subliminal. 

 

Pretendía hacerle creer que le brindaba su confianza plenamente y sin fisuras.

 

Dylan notó que su primo Jeremiah estaba algo aburrido, quizá cansado de escucharlo, así que le entregó el micrófono para que dijera unas palabras de agradecimiento antes de continuar con la velada. Jeremiah lo sostuvo en sus manos, sintiendo la atención de todos centrada en él.

 

—Cuando decidí seguir celebrando este evento, lo hice por una razón; mi abuelo. Aquellos que tuvieron el honor de conocerlo saben lo importante que era para él realizar este evento benéfico anual. Su motivo siempre fue claro: ayudar a los niños sin hogar... —Jeremiah subió un poco el tono de voz y continuó su discurso, capturando la atención de la multitud —. Pero hoy también quiero mencionar a alguien más, alguien que estuvo trabajando incansablemente para hacer de este evento un éxito. 

 

Jeremiah lo miró, mientras señalaba a su primo en el escenario. Dylan sonrió y asintió en agradecimiento. 

 

—Gracias, Jeremiah. Realmente significa mucho para mí contar con tu apoyo en esto —dijo con una sonrisa fingida.

 

Jeremiah miró a la multitud y continuó, con un dejo de emoción en su voz. 

 

—Este evento no solo es una oportunidad para recaudar fondos, sino también para recordar a nuestro abuelo y su legado. Él siempre creyó en la importancia de darle una oportunidad a los niños desfavorecidos y nosotros estamos aquí hoy para honrar su memoria y continuar su misión —los aplausos estallaron una vez más en la sala. Jeremiah aprovechó la oportunidad para tomar un respiro antes de continuar —. Pero no podemos hacer esto solos. Necesitamos su ayuda. Cada donativo, por pequeño que sea, marcará una diferencia significativa en la vida de un niño necesitado. Les insto a todos a abrir sus corazones y billeteras que deben estar rebosantes de dinero, y ayudarnos a alcanzar nuestra meta de brindar un hogar y educación a estos niños.

 

La multitud respondió con un murmullo de aprobación y apoyo. Jeremiah entregó el micrófono a Dylan, quien le dio un apretón de mano antes de continuar con el evento.

 

Jeremiah se retiró discretamente del escenario y se encaminó hacia la barra, donde se sirvió una copa de champagne y la bebió de un solo sorbo. Sentía la garganta seca y el líquido le refrescó un poco.




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