Querida Hermana te Daré un Hijo

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Sofía había regresado a la ciudad después de un mes sin ver a su querida amiga Nora y su pequeña Zoe. El sol brillaba en el cálido día de primavera mientras ella caminaba con emoción en las calles de la ciudad, dispuesta a ir a la casa de su amiga. Aunque Nora no tenía la menor idea de su llegada, Sofía estaba determinada a darle una sorpresa inolvidable.

 

Mientras tanto, Jong había decidido encargarse de recoger a su hermano menor quién había venido de visita y se quedaría unos días en su casa. Conociendo a su hermano, sabía que detestaba esperar, por lo que había llegado al aeropuerto unos minutos antes. Pero decidió esperarlo en el auto.

 

Sofía, ajena al peligro inminente que se cernía sobre ella, se encontraba despreocupadamente revisando su móvil, cuando de manera sorpresiva y furtiva un sujeto intentó arrebatarle su cartera. Sin embargo, Jong, quien desde el principio había percibido las malévolas intenciones del hombre, decidió actuar como su salvador. Con determinación, abandonó el automóvil y se dirigió decididamente hacia ellos, deteniendo al ladrón en su intento.

 

—Si no deseas enfrentarte a las consecuencias de una llamada a la policía, te sugiero que devuelvas lo que has tomado —amenazó Jong con voz firme desde atrás.

 

El ladrón, al escuchar las palabras amenazadoras de Jong, sintió un escalofrío recorrer su espalda y en un arranque de miedo intentó huir. Sin embargo, la agilidad del abogado superó con creces la torpeza del ladrón. Con una rápida y precisa maniobra, Jong agarró uno de los brazos del infractor y lo flexionó bruscamente hacia atrás, aplicándole una llave que provocó una expresión de dolor en el rostro del ladrón.

 

—¡Suéltame, por favor! ¡Me lastimas! —gritó el ladrón en un intento desesperado por obtener clemencia mientras Jong mantenía su agarre firme e inquebrantable.

 

La multitud que se había congregado atraída por la escena observaba con asombro y admiración cómo el abogado demostraba su valentía y habilidad para hacer justicia. El coraje y la determinación de Jong eran palpables en cada movimiento que realizaba para mantener bajo control al ladrón.

 

Sofía, se sentía agradecida y al mismo tiempo molesta por la valentía que intentaba demostrar Jong, mientras los demás parecían admirados por la escena de lucha libre que presentaban en medio de la calle. A medida que otros transeúntes se daban cuenta de lo que ocurría, se acercaban para ver cómo el ladrón era sometido por el abogado.

 

—¡Está bien, está bien! —se rindió el ladrón soltando la cartera.

 

Finalmente, Jong decidió liberar al ladrón, pero no sin antes darle un consejo contundente.

 

—Escucha bien, esto debería ser una lección para ti. Elige un camino diferente en la vida y deja atrás tus acciones criminales. Si vuelvo a verte en problemas, no seré tan compasivo la próxima vez.

 

El hombre, aún asustado y adolorido, asintió con la cabeza en señal de entendimiento. Sin decir una palabra más, se alejó rápidamente del lugar.

 

Sofía recogió su cartera del suelo, sintiéndose incomoda de haber atraído la atención de los demás. El abogado se acercó a ella para asegurarse como se encontraba.

 

—¿Está bien? —su voz la hizo voltear.

 

Jong se quedó perplejo en el momento en que sus miradas se cruzaron. La belleza de Sofía lo dejó sin aliento y nunca en su vida había conocido a una mujer tan deslumbrante. Su cabello oscuro caía en suaves ondas a lo largo de sus hombros y sus ojos verdes parecían tener la capacidad de atrapar almas perdidas

 

—Oh sí, descuide, gracias por salvarme —dijo Sofía fríamente, sin mostrar emoción alguna.

 

Jong frunció el ceño, confundido por su actitud distante.

 

—No tienes que agradecer. Solo hice lo que consideré correcto —respondió, intentando ocultar su decepción.

 

Sofía soltó una risa despectiva.

 

—¿Correcto? No creo que haya sido necesario todo ese alboroto. Podría haberme ocupado yo misma.

 

Jong la miró con incredulidad.

 

—Lo siento si no cumplí con tus expectativas de valentía. Pensé que te habías visto en peligro y decidí intervenir.

 

Sofía rodó los ojos, cruzando los brazos sobre su pecho.

 

—No necesitaba su intervención. Soy perfectamente capaz de cuidar de mí misma.

 

Jong suspiró, frustrado y maravillado ante su actitud indiferente.

 

—Lo siento si te ofendí. No volveré a interponerme en tus asuntos.

 

Sofía asintió con desdén.

 

—Así me gusta. Ahora, si me disculpa, tengo cosas más importantes que hacer —dijo, girándose para alejarse.

 

Estaba a punto de cruzar la calle cuando un niño que corría sin prestar atención la empujó accidentalmente. La fuerza del golpe casi la hace perder el equilibrio y caer al suelo, pero Jong, que estaba a su lado, reaccionó rápidamente y la sujetó con fuerza para evitar que cayera hacia la calle. 

 

Sofía, asustada, se aferró a él sintiendo su corazón latir rápidamente. Todo había pasado tan deprisa que apenas y había podido reaccionar a tiempo. Sin embargo, al darse cuenta de la persona que la había salvado de nuevo se zafó bruscamente de su agarre y lo miró con frialdad.

 

—Al parecer necesitas a alguien que cuide de ti —murmuró Jong con una sonrisa socarrona.

 

—No necesito su ayuda —soltó con orgullo.

 

Jong asintió, divertido por la situación.

 

—Como quieras —se encogió de hombros.

 

Sin decir una palabra más, Sofía se alejó, dejando a Jong con una sensación de intriga. El abogado se quedó mirando cómo se alejaba, maravillado por su presencia, preguntándose qué la hacía tan especial y qué ocultaba detrás de esa fachada indiferente. Estaba decidido a descubrirlo, a conocer a la enigmática mujer aunque siquiera sabía su nombre. 




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