Sus miradas no se apartaron, en ese preciso momento, los dos ya no podían seguir ignorando lo que ocurría entre ellos. Cuando estaban juntos todo lo demás quedaba en un segundo plano. Era como si el tiempo se detuviera a su alrededor. La conexión entre ellos era tangible, poderosa.
Nora se sentía nerviosa, sus manos temblaban ligeramente por la tensión del momento.
Jeremiah no quería presionarla, ni mucho menos hacerla sentir incómoda. Pero temía estropear el momento al decir o hacer algo fuera de lugar, por ello se mantuvo callado y decidió dar el paso.
Tomó su mentón y se acercó cautelosamente a Nora, sin desviar la mirada de ella. Sus rostros estaban a meros centímetros de distancia. El latir de sus corazones resonaba en el silencio de la habitación, creando una sinfonía única y vibrante.
Nora sintió una cálida brisa de emoción recorriendo su cuerpo mientras Jeremiah acariciaba suavemente su mejilla. Cada roce de sus dedos desataba una corriente eléctrica, haciendo que su piel se erizara y su respiración se volviera más agitada.
Los ojos de Nora brillaban con intensidad, reflejando los sentimientos que sentía hacia Jeremiah. En ese momento, ninguno de los dos podía negar lo que había surgido entre ellos. Era más que una simple atracción física, era una conexión profunda que iba más allá de las palabras.
—¿Puedo...? —preguntó Jeremiah en un susurro, no quería hacer algo sin su permiso.
Nora asintió, nerviosa. Estaba agradecida por la preocupación y atención de Jeremiah, aunque la situación se hubiera vuelto un poco incómoda al estar a punto de besarse. Cerró los ojos, esperando lo que avecinaba. El tiempo parecía detenerse mientras sus labios se acercaban lentamente, el anhelo y la pasión latentes en cada segundo que pasaba. Y cuando finalmente sus labios se encontraron en un dulce, suave y sincero beso, Nora sintió cómo todo su ser se iluminaba con una felicidad absoluta.
En ese mágico instante, se perdieron en un mundo propio, ajeno a todo lo que ocurría a su alrededor. El amor los envolvía como una cálida burbuja, protegiéndolos de cualquier adversidad.
De repente, rompiendo el hermoso hechizo en el que se encontraban sumergidos, el sonido estridente de un celular interrumpió el momento. Jeremiah y Nora se separaron, sus labios aún rozando delicadamente.
Ambos sintieron una mezcla de decepción y frustración al tener que romper ese instante íntimo y especial. Jeremiah suspiró profundamente, apartándose un poco de Nora, mientras ella bajaba la mirada, sintiendo una ligera incomodidad y vergüenza.
Jeremiah tomó su celular y lo apagó sin dudarlo, decidido a dejar fuera cualquier posible distracción que pudiera interponerse en su camino hacia el amor. Luego, volvió su atención nuevamente hacia Nora, quien se encontraba mirando sus manos con timidez.
Con una sonrisa tierna y comprensiva, Jeremiah colocó una mano suavemente debajo del mentón de Nora, levantando su rostro para encontrarse con sus ojos. Los dos sabían que, a pesar de la interrupción, esa conexión especial aún permanecía entre ellos, más fuerte que nunca.
—Nora yo... —no encontraba las palabras adecuadas para expresarle lo que sentía.
—No tienes que decir nada, entiendo si lo que acaba de suceder es confuso para los dos —interrumpió, notando el esfuerzo que su jefe estaba haciendo para explicar lo que había ocurrido.
Se miraron a los ojos, buscando respuestas y encontrándolas en el brillo de su mirada. Sabían que debían aprovechar ese momento, porque lo que sentían era demasiado importante como para ignorarlo.
Dejando de lado cualquier interrupción o distracción, Jeremiah tomó la mano de Nora entre las suyas, entrelazando sus dedos y transmitiendo un mensaje claro; no iba a desaprovechar esta vez la oportunidad que tenía de confesar sus sentimientos.
—Creo que ya no lo es, he estado deseando este momento para decirte lo que no he podido expresar en voz alta. Me gustas, Nora. Y no dejo de pensar en ti desde la primera vez que te vi —su confesión la tomó por sorpresa. Nora lo miró—. Me he engañado todo este tiempo creyendo que solo me había acercado a ti para darle celos a Dylan, pero no es así. Era una excusa para estar contigo.
—¿A qué te refieres? —inquirió Nora.
Jeremiah suspiró, sintiendo culpa al ver el rostro de ella fruncido lleno de confusión. Pero debía ser sincero con ella, no quería que hubiera mentiras entre ellos.
—Te escuché ese día, había olvidado las llaves en la oficina y volví a buscarlas. Entonces te vi en las escaleras de emergencia, estabas con Dylan, me pareció extraño verlos juntos así que me quedé a escuchar la conversación que tenían —declaró sincero, provocando una expresión de sorpresa en el rostro de Nora—. Debo decir que me sorprendió enterarme de que los dos habían salido por un tiempo pero que las cosas no acabaron bien entre ustedes. No sabía que se conocían.
—Así es, nos conocimos en la preparatoria y nos volvimos cercanos, éramos inseparables. Pero tristemente nuestra amistad de tres años se vino abajo al enterarse de que estaba embarazada —dijo Nora con una sonrisa amarga—. Me sorprendió verlo de nuevo después de tanto tiempo.
—Entiendo, tampoco esperaba su regreso tan pronto —comentó Jeremiah sin profundizar en el tema del embarazo de Nora—. Admito que me dio curiosidad verlos juntos, supongo que intentó solucionar las cosas como si nada hubiera pasado, ¿cierto?
Ella asintió. Conocía a Dylan lo suficiente como para saber que no era alguien que admitiera sus errores.
—Dylan no es una mala persona, pero le cuesta darse cuenta del valor que tenía cuando ya lo ha perdido. Pero entiendo si no decidió quedarse, después de todo, el bebé no era suyo —dijo ella, sintiendo un nudo en la garganta.