Querida Hermana te Daré un Hijo

56

 

Horas más tarde, Jeremiah bajó del auto y rápidamente rodeó el vehículo para abrirle la puerta a Nora. La tomó de la mano, gesto que le sorprendió pero no comentó nada al respecto. Juntos se dirigieron al restaurante ubicado en el centro de la ciudad. El lugar era conocido por la alta calidad de sus platos de mar, y era frecuentado por muchas personas adineradas de la ciudad.

 

Una vez en el restaurante, fueron recibidos por una elegante camarera quien los condujo a la mesa reservada para ellos. El lugar rebosaba de lujo y elegancia, y Nora se sintió un tanto nerviosa al ser el centro de atención al entrar tomada de la mano de Jeremiah, un hombre conocido por todos allí.

 

Mientras tanto, a metros de ellos, se hallaba Sam, una de las empleadas más indiscretas del hotel Beaumont. La mujer había hecho una reservación para sus tíos, quienes se quedaban en la ciudad. A diferencia de su familia, ellos solían darse el lujo de costear frecuentemente lugares como aquel restaurante. Y en esa ocasión, la habían invitado a cenar con ellos, invitación que Sam no pudo rechazar.

 

Llevaba rato absorta en su móvil, en la espera de sus tíos quienes aún no llegaban, cuando de pronto al levantar la vista, observó a Jeremiah y Nora juntos. Intentó cubrir su rostro con la carta que estaba encima de la mesa, pero asomó un poco su cabeza para mirar con disimulo. Se sintió intrigada al reconocer al director del hotel con su compañera de trabajo y se preguntó si lo que estaba pensando era verdad.

 

No obstante, abrió los ojos desmesuradamente al notar sus manos unidas, y ahogó un grito de sorpresa.

 

Sin perder tiempo, sacó su móvil y capturó aquella imagen que no dudó en enviar al grupo de chats que tenía con sus compañeros de trabajo. Pronto, comenzó a esparcir la noticia entre sus compañeros, desatando todo tipo de especulaciones.

 

¿Estarán saliendo? ¿Por qué Nora no nos ha dicho nada? ¿El director tiene novia?

 

Los mensajes no tardaron en llegar, la mayoría interesados en la vida amorosa de su jefe.

 

Sin embargo, mientras disfrutaban de una deliciosa cena, Jeremiah y Nora estaban completamente absortos el uno en el otro, riendo y compartiendo. El ambiente entre ellos era relajado, se sentían cómodos y atraídos mutuamente.

 

Jeremiah llevó la copa a sus labios dándole un sorbo a la bebida. Sus ojos se mantuvieron fijos en ella, como si no fuera capaz de apartarlos en ningún momento. Esa noche, Nora llevaba un vestido rojo que realzaba su figura sin revelar demasiado. El tejido ceñido resaltaba sus curvas, otorgándole un aire sensual y elegante. Su cabello caía en suaves ondas alrededor de su rostro, aportando un toque de dulzura a su apariencia. El maquillaje, sutil y natural, resaltaba sus rasgos delicados. 

 

—¿Te he dicho lo preciosa que te encuentras la noche de hoy? —emitió con seriedad causando un leve sonrojo en las mejillas de Nora—. Es imposible concentrar mi atención en otra cosa, ¿Lo hiciste a propósito, cierto?

 

—¿A qué te refieres? —preguntó aparentando inocencia.

 

—Sabes de qué hablo —le apuntó con el cubierto y ella rió divertida—. Te has arreglado de esa manera para acabar conmigo.

 

—No me esforcé en arreglarme, y creo que es evidente que soy la más sencilla en medio de todas... —dijo mirando a su alrededor, no había ninguna mujer que no llevara una prenda de algún reconocido diseñador—. Pero gracias por el cumplido.

 

Le regaló una sonrisa.

 

—Para mí eres mucho más hermosa que todas ellas —agregó colocando su mano encima de la suya—. No intentas destacar entre las demás y aún así resultas ser la más brillante de todas.

 

Nora bajó la mirada a sus manos, sintiendo su corazón latir con prisa. Experimentaba emociones que desconocía y aunque la sensación en su pecho era agradable, por otro lado estaba la idea de que todo fuera demasiado bueno para ser verdad.

 

Suspiró, obligando a no pensar en nada y disfrutar ese momento. No tenía por qué temer, estaba en un lugar seguro y con la persona correcta. 

 

Después de terminar la cena, decidieron ir a otro lugar donde tuvieran un poco más de privacidad. Jeremiah condujo por las calles de la ciudad, teniendo un sitio en mente que estaba seguro le encantaría a Nora. Había planeado una sorpresa especial para ella.

 

—¿A dónde vamos? —inquirió curiosa.

 

—Ya verás —respondió dándole una mirada fugaz.

 

—¿Es otro restaurante? Porque si es así, te aviso que no tengo más espacio —colocó una mano en su estómago, haciendo una mueca.

 

—¿Te sientes bien? ¿Te ha caído mal la comida? —preguntó preocupado y ella asintió, asegurando que estaba bien, solo algo llena—. Quizás debimos ordenar el platillo más ligero. Pero no te preocupes, no vamos a otro restaurante.

 

—Me alivia saberlo —murmuró ella.

 

Minutos más tarde, Jeremiah estacionó el auto cerca del muelle. Desde allí, se podía oír el sonido de las olas y esto le dio una pista a Nora que bajó del coche sintiendo la gélida brisa en su rostro.

 

—Sorpresa —escuchó decir detrás de ella.

 

Se giró para verlo, y con una sonrisa en el rostro envolvió los brazos alrededor de su cuello. Las manos de Jeremiah bajaron a su cintura, parecía ser el lugar perfecto para ellas.

 

—¡Es increíble! —exclamó emocionada.

 

Apartó un mechón de su cabello, y la miró con una profundidad que dejaba ver lo que causaba en él. Se contuvo para no besarla, y solo se dedicó a entrelazar sus manos.

 

—Aún hay otra cosa, espera a ver —no le dio tiempo de responder cuando ya había tirado de su mano encaminándose hacia el muelle.

 

Se detuvieron frente a un impresionante yate de embarcación de lujo, con líneas elegantes y un estilo sofisticado. Su brillante casco blanco relucía bajo la luz de la luna.




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